La cumbre mundial del clima de Dubái, COP28, comenzará marcada por el desalentador resultado del primer balance del Acuerdo de París y la polémica en torno a la presidencia del evento por parte de Sultán Al Jaber, director ejecutivo de la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dhabi.
Por Euronews
La cumbre mundial del clima de Dubái, COP28, se celebrará entre el próximo jueves 30 de noviembre y el 12 de diciembre con la expectativa de lograr compromisos ambiciosos para cumplir con las metas de los Acuerdos de París firmados en 2015, que establecieron la necesidad de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2°C y de esforzarse por limitarlo a 1,5°C a finales de siglo, con respecto a la era preindustrial.
Ahora, el objetivo central de la cumbre, una vez más, será arrancar compromisos para contener el calentamiento en límites compatibles con la vida en el planeta. Pero la cita comienza marcada por las incertidumbres, tras un desalentador primer balance del Acuerdo de París. En septiembre, en su primera evaluación oficial, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) advirtió de que el mundo no está en camino de cumplir los objetivos del Acuerdo de París para contener el calentamiento global por debajo de los 2 grados.
Sobre ese documento, los países participantes en la COP28 deberán completar la primera ronda de evaluación del acuerdo, denominada Global Stocktake (GST) o balance global, y decidir qué hacer para encauzar la situación.
El reto es especialmente acuciante porque,tras el Acuerdo de París, el grupo de expertos climáticos de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) pidió limitar el calentamiento a 1,5 grados para evitar consecuencias irreparables, como la desaparición de islas o zonas costeras bajo el mar.
Entre las posibles medidas, los expertos esperan nuevas ambiciones o acciones de mitigación (reducción de emisiones) a nivel global, lo que, a su vez, pasa por elevar los planes de reducción presentados por cada país (NDC, por sus siglas en inglés).
Según los científicos, acotar el calentamiento pasa por acercarse a las cero emisiones netas en 2050, algo que sólo será posible con una transformación sistémica de todos los sectores, el abandono de los combustibles fósiles y el fomento de las renovables, entre otros.
Aquí será donde vuelvan a enfrentarse posiciones encontradas: la de los países que viven de los combustibles fósiles, la de aquellos que ven en las renovables la solución a la crisis climática -y a su dependencia energética- y la de aquellos sin recursos para afrontar la transición ecológica y, a su vez, más castigados por los efectos de un calentamiento al que apenas han contribuido.
En este contexto, cobra especial relevancia que la presidencia de la COP28, que será la que dirija las negociaciones, esté en manos de Sultán Al Jaber, director ejecutivo de la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dabi (ADNOC), decimosegunda productora mundial de crudo.
Su trabajo, puesto en entredicho por ecologistas por su relación con la industria petrolera, no será fácil, pues en la reunión preparatoria de la COP28 de octubre quedaron patentes las grandes diferencias de enfoque y prioridades de las partes a la hora de afrontar la crisis climática.
Entre esos diferentes enfoques, tienen especial peso los de potencias como China, Estados Unidos, India, Rusia, Arabia Saudí o la Unión Europea.
La gran incógnita es si la resolución final de la COP28 recogerá una alusión clara al fin de los combustibles fósiles o se limitará, como en las dos cumbres anteriores, a mencionar la necesidad de impulsar las renovables, acabar con las plantas de carbón exentas de sistemas de mitigación y eliminar los subsidios a petróleo o gas, eso sí, en la medida de las posibilidades de cada país.
Según el «Informe sobre la brecha de emisiones» de 2023 del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (Pnuma), las políticas actuales de los países para reducir las emisiones de GEI son insuficientes y abocan a la Tierra a un aumento de la temperatura de 3 grados.
Así, para cumplir el acuerdo de París, se necesitarían acuerdos mundiales para rebajar entre el 28 y el 42 % las emisiones de aquí a 2030, según el documento, publicado días antes del comienzo de la COP28.
La receta para lograrlo es, según el presidente de la COP28, triplicar las renovables y duplicar la eficiencia, acotar las emisiones de metano y «acelerar las ambiciones de descarbonización en los sectores con mayores emisiones para 2030». Fuera de su discurso queda, por ahora, la necesidad de poner fecha al inicio del fin de carbón, petróleo y gas, máxima exigencia de ecologistas y científicos de todo el mundo para poder afrontar la crisis climática con garantías de éxito.