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La crisis climática dañará toda su vida a un bebé que nazca hoy

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Reino Unido. – Malos tiempos para nacer. El cambio climático es una seria amenaza para la salud de los niños del planeta y compromete el bienestar de las futuras generaciones, advierte un nuevo informe de la revista The Lancet que analiza las repercusiones del clima sobre la salud humana. 

Si la humanidad continúa con las dinámicas actuales y no se cumplen los objetivos del Acuerdo de París para limitar el calentamiento global a menos de 2ºC, los bebés que nazcan hoy sufrirán en cada una de las etapas de su vida daños de salud irreversibles y duraderos. 

Así concluye esta revisión, que ha sido elaborada por 120 científicos procedentes de 35 instituciones de todo el mundo, entre ellas la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial, y que insta a los gobiernos a emprender acciones enérgicas para cambiar el curso de las repercusiones sanitarias del cambio climático.

“El camino que elija el mundo hoy afectará de manera irreversible el futuro de nuestros hijos”, afirma Stella Hartinger, investigadora de la Universidad Cayetano Heredia de Perú y coautora del trabajo. 

El informe analiza 41 indicadores clave para dos posibles escenarios de futuro en un mundo que se calienta y que se sitúa de media 1ºC por encima de los niveles preindustriales: uno de acción, en que se consigue limitar el calentamiento global en al menos 1,5ºC y se cumplen los objetivos del Acuerdo de París. 

En ese escenario, un niño que naciera hoy crecería en un mundo con un nivel cero de emisiones de CO2 antes de cumplir los 31 años, lo que garantizaría un futuro más sano para las generaciones futuras, con un aire más limpio, acceso a agua potable segura y a alimentos más nutritivos.

El segundo escenario analizado por el informe, es el de inacción, en el que los humanos desoímos las advertencias de los científicos y seguimos actuando como si no pasara nada. “Es realmente catastrófico: cuando un niño nacido hoy cumpliera 71 años, habría 4ºC más de calentamiento global y para ese escenario no podemos ni hacer predicciones porque los modelos que usamos se desploman. Los impactos de salud serían brutales”, explica Marina Romanello, científica de datos del informe, llamado The Lancet Countdown. 

Y en este escenario dantesco, los niños se llevarían, sin duda, la peor parte. Son muy vulnerables a los riesgos sanitarios provocados por el cambio climático puesto que sus cuerpos y sistema inmunitario aún están en proceso de desarrollo, y son más susceptibles a enfermedades y a contaminantes medioambientales. 

“Los daños en la salud durante la primera infancia son persistentes y generalizados, y sus repercusiones sanitarias duran toda una vida”, asevera Nick Watts, director ejecutivo de The Lancet Countdown, que advierte que si todos los países no llevan a cabo una actuación drástica para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, los avances logrados en bienestar y esperanza de vida a lo largo de siglos se verán comprometidos. “El cambio climático definirá la salud de toda una generación”, si no le ponemos remedio.

Así, para empezar, sufrirían los efectos de la malnutrición y de la subida de precio de los alimentos. El aumento de las temperaturas reduce el rendimiento de las cosechas; de hecho, se calcula que el potencial de rendimiento de los principales cereales consumidos en el planeta, maíz, el trigo, la soja y el arroz, ha disminuido en los últimos 30 años. También en España. Y una mala alimentación en la infancia provoca retrasos de crecimiento y de cognición, así como problemas inmunitarios.

El aumento de las temperaturas y de la frecuencia de eventos climáticos extremos, como lluvias torrenciales, sequías, o inundaciones, propiciará un aumento de las enfermedades infecciosas y diarreicas, donde los más afectados serán de nuevo los niños. Según el informe, 2018 fue el segundo año con las condiciones climáticas más adecuadas registradas para la propagación de las bacterias que causan gran parte de las enfermedades diarreicas a nivel mundial, las del grupo Vibrio cholerae, presentes de manera natural en mares y ríos. 

De hecho, se calcula que las condiciones adecuadas para estas bacterias -temperatura del agua elevada y baja salinidad- han aumentado casi un 10 por ciento en todo el planeta en los últimos 40 años, lo que abre la puerta a una mayor probabilidad de brotes de cólera.

El riesgo es especialmente alto en el Báltico (donde se registró la cifra récord de 107 días adecuados en 2018) y en el noreste de Estados Unidos, donde el mar se ha estado calentando rápidamente. Pero también España.

“Galicia es ya un centro caliente para Vibrio; en las rías la salinidad es baja y debido al calentamiento global, ha aumentado la temperatura del agua. El Mediterráneo tiene aguas muy calientes pero muy salinas, pero el aumento de episodios de lluvias intensas bajará la salinidad del agua del mar. Se producirán, pues, más picos de las condiciones perfectas y, por tanto, brotes”, alerta Jaime Martínez, científico principal en el Centro de investigación en medioambiente, pesquerías y acuicultura (CEFAS), en Reino Unido, y coautor del informe.

Lo mismo ocurre con las enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue. El aumento sostenido de las temperaturas ha favorecido que el mosquito se haya dispersado por nuevos territorios en Europa. Solo en España, “la adecuación ecológica para el vector del dengue en España ha aumentado un 56% desde los 80. Es cuestión de tiempo que el mosquito adquiera el patógeno que causa la enfermedad y lo transmita a humanos”, alerta Martínez, que remacha que ““España por su situación geográfica sufrirá enormemente los impactos del cambio climático”.

“A nivel global la propagación de enfermedades vectoriales y también de aquellas más directamente relacionadas con la alteración de los ciclos hidrológicos, como serían los extremos de pluviosidad asociados en algunas regiones monzónicas con picos de calor, puede hacer que tanto geográficamente como temporalmente la dinámica de muchas enfermedades, provocadas por arbovirus o malaria en algunas regiones del África subsahariana y del subcontinente indio, puedan tener rebotes o exacerbaciones más exageradas”, considera Xavier Rodó, investigador Icrea al frente del programa de clima y salud del Instituto de Salud Global de Barcelona, centro impulsado por la Caixa.

La calidad del aire emporará

The Lancet Countdown también alerta acerca de la contaminación del aire, que ahora ya se asocia a tres millones de muertes prematuras al año, y que empeorará. Un niño nacido hoy estará respirando gases más tóxicos, debido al uso de combustibles fósiles y al aumento de las temperaturas. Y eso es sumamente perjudicial en una etapa de la vida en que los pulmones están en desarrollo. La contaminación por partículas finas de 2,5 se vincula a asma, a un riesgo elevado de infartos y de apoplejías. 

“El informe se queda corto en lo que respecta a los efectos de la calidad del aire sobre la salud humana”, advierte Rodó. “No tiene en cuenta las nanopartículas, partículas por debajo de la micra, ultrafinas, capaces de penetrar todos los órganos del cuerpo, pero que no son de obligatorio monitoreo, por lo que no hay datos”, añade este experto, que no ha participado en el informe.

Malos tiempos para nacer. El cambio climático es una seria amenaza para la salud de los niños del planeta y compromete el bienestar de las futuras generaciones, advierte un nuevo informe de la revista The Lancet que analiza las repercusiones del clima sobre la salud humana. 

Si la humanidad continúa con las dinámicas actuales y no se cumplen los objetivos del Acuerdo de París para limitar el calentamiento global a menos de 2ºC, los bebés que nazcan hoy sufrirán en cada una de las etapas de su vida daños de salud irreversibles y duraderos. Así concluye esta revisión, que ha sido elaborada por 120 científicos procedentes de 35 instituciones de todo el mundo, entre ellas la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial, y que insta a los gobiernos a emprender acciones enérgicas para cambiar el curso de las repercusiones sanitarias del cambio climático.

“El camino que elija el mundo hoy afectará de manera irreversible el futuro de nuestros hijos”, afirma Stella Hartinger, investigadora de la Universidad Cayetano Heredia de Perú y coautora del trabajo. 

El informe analiza 41 indicadores clave para dos posibles escenarios de futuro en un mundo que se calienta y que se sitúa de media 1ºC por encima de los niveles preindustriales: uno de acción, en que se consigue limitar el calentamiento global en al menos 1,5ºC y se cumplen los objetivos del Acuerdo de París. En ese escenario, un niño que naciera hoy crecería en un mundo con un nivel cero de emisiones de CO2 antes de cumplir los 31 años, lo que garantizaría un futuro más sano para las generaciones futuras, con un aire más limpio, acceso a agua potable segura y a alimentos más nutritivos.

“Los daños en la salud durante la primera infancia son persistentes y generalizados, y sus repercusiones sanitarias duran toda una vida”, asevera Nick Watts, director ejecutivo de The Lancet Countdown, que advierte que si todos los países no llevan a cabo una actuación drástica para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, los avances logrados en bienestar y esperanza de vida a lo largo de siglos se verán comprometidos. “El cambio climático definirá la salud de toda una generación”, si no le ponemos remedio.

Así, para empezar, sufrirían los efectos de la malnutrición y de la subida de precio de los alimentos. El aumento de las temperaturas reduce el rendimiento de las cosechas; de hecho, se calcula que el potencial de rendimiento de los principales cereales consumidos en el planeta, maíz, el trigo, la soja y el arroz, ha disminuido en los últimos 30 años. También en España. Y una mala alimentación en la infancia provoca retrasos de crecimiento y de cognición, así como problemas inmunitarios.

El aumento de las temperaturas y de la frecuencia de eventos climáticos extremos, como lluvias torrenciales, sequías, o inundaciones, propiciará un aumento de las enfermedades infecciosas y diarreicas, donde los más afectados serán de nuevo los niños. 

Según el informe, 2018 fue el segundo año con las condiciones climáticas más adecuadas registradas para la propagación de las bacterias que causan gran parte de las enfermedades diarreicas a nivel mundial, las del grupo Vibrio cholerae, presentes de manera natural en mares y ríos. De hecho, se calcula que las condiciones adecuadas para estas bacterias -temperatura del agua elevada y baja salinidad- han aumentado casi un 10 por ciento en todo el planeta en los últimos 40 años, lo que abre la puerta a una mayor probabilidad de brotes de cólera.

El riesgo es especialmente alto en el Báltico (donde se registró la cifra récord de 107 días adecuados en 2018) y en el noreste de Estados Unidos, donde el mar se ha estado calentando rápidamente. Pero también España. 

“Galicia es ya un centro caliente para Vibrio; en las rías la salinidad es baja y debido al calentamiento global, ha aumentado la temperatura del agua. El Mediterráneo tiene aguas muy calientes pero muy salinas, pero el aumento de episodios de lluvias intensas bajará la salinidad del agua del mar. Se producirán, pues, más picos de las condiciones perfectas y, por tanto, brotes”, alerta Jaime Martínez, científico principal en el Centro de investigación en medioambiente, pesquerías y acuicultura (CEFAS), en Reino Unido, y coautor del informe.

Lo mismo ocurre con las enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue. El aumento sostenido de las temperaturas ha favorecido que el mosquito se haya dispersado por nuevos territorios en Europa. Solo en España, “la adecuación ecológica para el vector del dengue en España ha aumentado un 56 por ciento desde los 80. 

Es cuestión de tiempo que el mosquito adquiera el patógeno que causa la enfermedad y lo transmita a humanos”, alerta Martínez, que remacha que ““España por su situación geográfica sufrirá enormemente los impactos del cambio climático”.

“A nivel global la propagación de enfermedades vectoriales y también de aquellas más directamente relacionadas con la alteración de los ciclos hidrológicos, como serían los extremos de pluviosidad asociados en algunas regiones monzónicas con picos de calor, puede hacer que tanto geográficamente como temporalmente la dinámica de muchas enfermedades, provocadas por arbovirus o malaria en algunas regiones del África subsahariana y del subcontinente indio, puedan tener rebotes o exacerbaciones más exageradas”, considera Xavier Rodó, investigador Icrea al frente del programa de clima y salud del Instituto de Salud Global de Barcelona, centro impulsado por la Caixa. 

La calidad del aire emporará

The Lancet Countdown también alerta acerca de la contaminación del aire, que ahora ya se asocia a tres millones de muertes prematuras al año, y que empeorará. Un niño nacido hoy estará respirando gases más tóxicos, debido al uso de combustibles fósiles y al aumento de las temperaturas. Y eso es sumamente perjudicial en una etapa de la vida en que los pulmones están en desarrollo. La contaminación por partículas finas de 2.5 se vincula a asma, a un riesgo elevado de infartos y de apoplejías. 

“El informe se queda corto en lo que respecta a los efectos de la calidad del aire sobre la salud humana”, advierte Rodó. “No tiene en cuenta las nanopartículas, partículas por debajo de la micra, ultrafinas, capaces de penetrar todos los órganos del cuerpo, pero que no son de obligatorio monitoreo, por lo que no hay datos”, añade este experto, que no ha participado en el informe.

Y aunque algunos de los estragos causados por el cambio climático de mantenernos de brazos cruzados se producirán, sobre todo, en zonas en vías de desarrollo, “muchos indicadores ya muestran que los países con altos ingresos ya sufren los efectos del calentamiento global, sobre todo las olas de calor, que afectan a personas mayores con cardiopatías o enfermedad renal”, señala Romanello, que alerta de que la mayoría de los países, también España, no están preparados para afrontar los nuevos desafíos del clima. 

La publicación de los resultados de este Informe, el cuarto de la iniciativa The Lancet Countdown, se produce en medio de las protestas en todo el planeta de jóvenes del movimiento que lidera la activista Greta Thunberg; apenas días después de que Italia anunciara que incluirá el cambio climático como asignatura en el instituto y apenas un mes antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP25) que se celebrará en Madrid. 

“No es coincidencia: queremos que las conclusiones del informe sean una prioridad en la agenda del encuentro mundial. No queremos poner a los gobiernos contra las cuerdas, pero sí ayudarlos a tomar las decisiones que hacen falta tomar”, afirma Romanello, que prosigue que “tenemos la tecnología para hacer algo al respecto, y sabemos qué tenemos que hacer. 

Si elegimos ese camino, las intervenciones que hagamos mejorarán la salud de las generaciones futuras, que tendrán acceso a dietas más saludables, a ciudades más saludables, a beneficios de salud mucho mayor”.

“El problema -plantea Rodó, de ISGlobal- es que las cumbres como estas no sirven de mucho porque no hay ningún mecanismo vinculante y punitivo de verificación de los acuerdos. Por tanto, todo queda en papel mojado si finalmente un estado no cumple”. En opinión de este experto, las soluciones llegarán por la fuerza de la gente, que es quien puede obligar realmente a los gobiernos a hacer cambios reales. 

“En el Estado los políticos se llenan la boca con buenas palabras, pero siguen son subsidios a las energías contaminantes. ¿Cómo puede ser que el parque solar sea aquí menor que en Alemania?”.

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