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La glicación de la piel y el papel del azúcar en el envejecimiento

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Los efectos del paso de los años se ven potenciados por agentes externos, como los rayos UV, pero también por procesos metabólicos que pueden prevenirse.

Por Infobae

Una de las primeras señales del paso del tiempo se manifiestan en la piel, con la aparición de arrugas y líneas de expresión. Y en eso el azúcar que se consume en la alimentación tiene un rol fundamental.

Tanto, que un reciente estudio publicado en el Journal of Drugs in Dermatology (JDD) habla de la “flacidez del azúcar” para hacer referencia a uno de los procesos de envejecimiento celular más importantes, impulsado por la glucosa y otros azúcares: la glicación.

“El envejecimiento de la piel está influenciado por varios factores exógenos y endógenos, que van desde la exposición a la luz ultravioleta (UV) y toxinas ambientales hasta fuentes biológicas, como las que surgen de procesos metabólicos normales, por ejemplo, los radicales libres”, señalaron los autores del trabajo en la publicación.

Consultada por Infobae, la licenciada en Nutrición y especialista en nutrigenómica María Cecilia Ponce (MN 3362) explicó que “el proceso de glicación es uno de los procesos de envejecimiento celular más importante que va sucediendo con el paso de los años en todas las células del cuerpo”.

Junto con la inflamación silente y la oxidación son procesos biológicos que se producen durante el envejecimiento celular.

Y en ese sentido, agregó: “Con el correr de los años, estos fenómenos se hacen más evidentes y es por ello que las células de todos los tejidos van envejeciendo y aparecen los signos y síntomas propios de la edad, entre ellos, los cambios en la piel”.

La venezolana Martha Viera es dermatóloga integrativa y funcional y profesora de la Universidad de Miami, y en diálogo con este medio señaló que “la glicación es el proceso normal mediante el cual la glucosa y otros azúcares reaccionan con las proteínas para formar con el tiempo una serie de estructuras biomoleculares heterogéneas conocidas como productos finales de glicación avanzada (AGE por su sigla en inglés), las cuales cuales son muy inflamatorias y oxidativas”.

El motivo por el que este proceso metabólico se hace visible en la piel, en palabras de Ponce, está relacionado con que “las proteínas se unen a los azúcares disponibles y conducen a esta proteína disfuncional -AGE-, y si esto sucede, por ejemplo, en el colágeno de la piel, que es a su vez una proteína, éste se vuelve más rígido y menos flexible, por lo tanto puede darse la aparición de las arrugas”.

Y tras agregar que “la glicación perjudica no solamente las proteínas de la piel, sino de todo el organismo, incluido el colágeno que está presente en las articulaciones y en otros tejidos”, la experta remarcó que este proceso deteriora no sólo la apariencia de la piel sino la calidad de vida en general.

La variación de los niveles de glucosa en la sangre puede desencadenar una serie de complicaciones de salud. Además de la diabetes, que es la condición más estrechamente vinculada con problemas metabólicos en el control de la glucosa, el exceso de azúcar en la sangre puede desencadenar inflamación y daño en varios tejidos del cuerpo.

“El efecto de los azúcares sobre la piel envejecida se rige por el simple acto de entrecruzar dos fibras de colágeno, lo que hace que ambas sean incapaces de repararse fácilmente”, sostuvo Viera en este punto.

Y destacó que la glucosa y la fructosa “unen los aminoácidos presentes en el colágeno y la elastina que sostienen la dermis, produciendo productos finales de glicación avanzada o AGE, proceso que se acelera en todos los tejidos del cuerpo cuando se eleva el azúcar y es estimulado aún más por la luz ultravioleta en la piel”.

En ese sentido, Ponce sumó que “cuantos más disbalances glucémicos ocurran en el organismo, más disponibilidad de glucosa fácilmente absorbible habrá en el torrente sanguíneo y mayor va a ser el proceso de glicación de todas las proteínas”.

¿Cuáles son los primeros signos de glicación en la piel?

Según explicó Viera, “debido a su capacidad para alterar negativamente la biología de la piel, la acumulación de AGE está ligada a varios efectos adversos tanto en el compartimento extracelular como en el intracelular”.

Es que los AGE son componentes inflamatorios con un impacto negativo en la salud metabólica, y un efecto particularmente problemático de éstos, según la experta venezolana “es su capacidad para disminuir la función de las proteínas al alterar su estructura mediante mecanismos de entrecruzamiento de las fibras de colágeno, lo cual afecta a varios factores proteicos que comprenden el marco arquitectónico de la matriz extracelular (MEC)”.

Por ejemplo, “las proteínas de la MEC, como el colágeno y la elastina, pueden ser capturadas y entrecruzadas por varios AGE, lo que resulta en la pérdida de su conformación o estructura normal”, precisó la dermatóloga, quien ahondó: “Esto compromete la integridad y las propiedades biomecánicas de la piel y, esta acumulación en la piel se demuestra en un aumento de la piel opaca y amarillenta, la aparición de líneas finas, arrugas y pérdida de laxitud de la piel”.

Sobre el final, teniendo en cuenta que la piel se cuida tanto por fuera con rutinas de cuidado, como por dentro mediante los hábitos alimenticios y de vida, Infobae consultó a ambas expertas acerca de cómo prevenir este proceso en el organismo.

Desde la alimentación, “tener una alimentación que sea lo más antiinflamatoria y que controle las variaciones glucémicas lo máximo que se pueda” es para Ponce una de las primeras medidas para tener en cuenta.

Las variaciones glucémicas se pueden dar durante el día y varias veces al día, y esto dependerá “de la elección de los alimentos, el grado de estrés -por lo tanto niveles de cortisol-, al tipo y la intensidad de la actividad física que hagamos, y la genética entre otros factores”, apuntó la especialista en Nutrición, quien recomendó llevar “un estilo de alimentación para disminuir o regular estos disbalances glucémicos”.

Para eso, es importante hacer tres o cuatro comidas durante el día sin picoteos y en horarios ordenados, hacer una buena elección de los alimentos, sabiendo que aquellos más procesados, industrializados y cargados de azúcares simples son los que van a desbalancear en mayor medida los niveles de glucosa. Y además, respetar el ritmo circadiano y tener una buena calidad de sueño en virtud de que muchas hormonas se regulan durante el sueño y eso conduce a tener menos impacto glucémico a través de la comida.

Por último, Ponce señaló que “es importante aprender a combinar y ordenar correctamente los alimentos al momento de consumirlos ya que esto hace que impacten en menor medida en el organismo y esto genera mayor disminución de la glicación”.

En ese sentido, recomendó “consumir fibras preferentemente antes de cada comida, ya que la fibra interrumpe la absorción inmediata y rápida de los azúcares y carbohidratos, entonces consumiendo la fibra junto y previamente de cada comida va a asegurarse un efecto más solapado del aumento glucémico”.

El orden en el cual se consumen los alimentos, segun la nutricionista, “tiene inferencia en el aumento o la variabilidad glucémica postprandial, por lo que consumir primero las fibras y las proteínas y por último los carbohidratos, ya sean legumbres, papas, batatas o arroz es clave -según la nutricionista-. Y si se va a comer fruta, hacerlo al final de la comida, a modo de postre”.

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