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La hipocresía y la falsedad, como almas acéfalas

Por: José Eliécer Palomino Rojas
Palomino Rojas

Encontré por estos tiempos un pasaje del (evangelio de Juan, 18:36 – 37), al ver la imagen de Cristo ante Pilatos con la vestidura blanca, y al leer lo que respondió Jesús: «Sí, como dices soy Rey. Yo para esto he venido al mundo; para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz». «le dice pilatos: ¿Qué es la verdad?».

Yo que no resisto la tentación de responder la pregunta de Pilatos, ¿Qué es la verdad? desde la realidad, a la verdad, de la deseada respuesta que el emperador desea escuchar, me parece que hemos perdido el encantamiento de decir la verdad con sincero y limpio corazón, con una clara y limpia expresión de actos de sinceridad. Posiblemente disimuladas las expresiones de afecto, de acogida por medio de abrazos, palmadas que llegan y van en los hombros o en las espaldas con sonrisas sutiles, para después a solas o en pequeños grupos, arremeter con carcajadas sucias, contaminantes llena de hipocresía y falsedad, en los momentos que damos la espalda.

Tiene la hipocresía y la falsedad un aspecto de dardos mortíferos, venenosos, que ha llevado a cantantes como Rubén Blades a referirse a ellas y a describirlas en las letras de su canción: «gritos y acusaciones, mentiras y traiciones hacen que la razón desaparezca. Y me hablan del pasado en el presente, culpando a los demás por el problema de nuestra común hipocresía. El corazón se hace trinchera, su lema es sálvese quien pueda y así la cara del amigo se funde en la del enemigo».

Esta concepción de hipocresía y falsedad remite al diario vivir cuando nos damos cuenta que la hipocresía no es sino un puro «fingir de sentimientos y cualidades» y la falsedad no es si no «la carencia» de autenticidad, carencia de verdad o de legitimidad». Contrario a lo que se experimenta por intenciones de no molestar a los demás o por puros intereses de conseguir beneficios o de ganar indulgencia con padre nuestro ajeno, u otras veces por lograr fines lucrativos de los conocimientos, capacidades, habilidades de los «otros», o porque nos gusta decir:
«Es que mi condición humana es así»
«Es que Yo soy así etcétera. Todos esos sentimientos y cualidades fingidas, hacen que por medio de la hipocresía y la falsedad perduren a la orden del día, como cuando decimos: «todos tenemos un niño interior», «todos llevamos un loco por dentro», «todos tenemos algo de hipocresía y falsedad por la fragilidad humana».

Podemos analizar algunas frases de filósofos de épocas variadas, cuando se refieren a la hipocresía:
«Todo el mundo es hipócrita. No puedes vivir en este planeta sin ser un hipócrita». Paul Watson (1950) escritor y autor ambientalista.

«El único vicio que no puede ser perdonado es el de la hipocresía. El arrepentimiento del hipócrita es hipocresía en sí mismo». William Hazlitt(1778-1830) escritor inglés.

Al analizar esta frase puede ser que el placer del ridículo de la incoherencia, entre los principios de la recta razón, principio de identidad y la incoherencia entre los principios de la ética, como el respeto por las personas, por el medio ambiente, por toda la creación, decir siempre la verdad, la no maleficencia y la justicia, probablemente es como cuando nos acercamos al acto de confesar los pecados por costumbre, en donde por la cual costumbre, tendemos a caer en una perversa, mala hipocresía y falsedad, sin fundamento y sin forma, como especie acéfala, cuando por defensa propia, vamos en contra de los semejantes y más grave cuando después del acto de la confesión y después de darnos golpes de pecho, al poco tiempo caemos en los mismos o en otros más graves actos y sentimientos de pecado o malas actitudes, perfilándonos e identificándonos como los de la doble moral.

En el mundo de la educación al citar a Paulo Freire, con su desmitificación a través del diálogo para descubrir y comprender la realidad, nos permite ver claramente que el diálogo en la educación nos lleva a compartir las ideas de unos con otros, hasta llegar a la socialización, contrario a la singularización en el aprendizaje, muy propia de la educación tradicional o «educación bancaria» que es individualista. De ahí con el diálogo, se llega a la comprensión del mundo y de su realidad; pero este diálogo debe presentar un profundo respeto, amor al mundo, al medio ambiente y a los seres creados. La misma revelación es un acto de amor, amor que en la actualidad debe ser desligada de los actos, sentimientos de hipocresía y de falsedad, para no infringir como cuando los espejos de los roles humanos fallan, se descomponen, y hasta tanto no hayamos confrontado ni enfrentado las malas actitudes y los malos procederes de la hipocresía y la falsedad, ningún consejero y ningún maestro logrará florecer ni hacer florecer la sinceridad y la verdad en las mentes y en los corazones de sus estudiantes ni de sus familias.

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Al evocar parte del texto de San Mateo 23, en donde Jesús condena a los hipócritas, lo que desde luego es claro que la palabra hipócrita, se lee desde un vocablo griego (actor, máscara), arameo(separado) o hebreo (profano, contaminado, impío sin piedad) y estos vocablos se aplica a la persona que finge cualidades, expresiones de abrazos cariñosos, halagos mal intencionados o sentimientos en contra vía a los que verdaderamente posee o experimenta.

Jesús fue muy claro y firme en el momento de denunciar a los hipócritas:

«Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanquedados:hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre. Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de inequidad.»

La tarea que nos corresponde es poco a poco quitarnos las caretas, las máscaras de la hipocresía y falsedad, para llegar a ser libres como nos enseñó Jesús. No hay que olvidar que en la viña del señor existen hipócritas de hipócritas, hipócritas intolerantes, recalcitrantes con mezcla de bullyin.

La conclusión ante la hipocresía consistirá, en alcanzar en lo posible la perfección de la verdad, la justicia, la compasión, el amor a través del respeto y de la caridad, por los semejantes y por la gracia de la santificación del creador, de todo lo que existe.

Las opiniones expresadas de los “columnistas” en los artículos de opinión, son de responsabilidad exclusiva de sus autores y no necesariamente reflejan la línea editorial de Diario El Mundo.

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