El rey Felipe VI pidió este miércoles una España “unida, sin divisiones ni enfrentamientos”, en la apertura de la nueva legislatura española, que está marcada por la tensión entre el Gobierno y la oposición de derechas derivada del anuncio de una amnistía para los implicados en el proceso independentista catalán.
El monarca recordó que la búsqueda del entendimiento fue lo que permitió el pacto constitucional de 1978, reivindicó “el profundo significado” del acuerdo que desembocó en la Constitución de ese año y pidió “honrar su espíritu, respetarla (la carta magna) y cumplirla”.
Tras felicitar al presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, por su reelección, el rey confió en que el pluralismo político reflejado en el Congreso y en el Senado, con “la integración” de diferentes opciones y proyectos dentro de la Constitución, “impulse la mejora de las condiciones de vida de las personas”.
Las palabras del rey se producen en un contexto de fuerte confrontación entre el partido socialista (PSOE) y el conservador Partido Popular (PP) junto con el ultraderechista Vox, después de que el líder socialista, Pedro Sánchez, fuera investido presidente del Gobierno con el apoyo de los diputados independentistas catalanes.
Estos partidos pusieron como condición la amnistía para los implicados en el proceso secesionista catalán, que cuenta con la rotunda oposición de los partidos de derecha.
El rey no mencionó esta cuestión, pero hizo hincapié en que las nuevas generaciones necesitan afrontar el futuro con confianza, con un marco democrático que les permita “convivir y prosperar en libertad”.
Tensión política
En medio de la tensión política que se vive en España, la presidenta del Congreso, Francina Armengol, durante su discurso en la apertura de la XV Legislatura, criticó la “crispación, la polarización y el ruido” que marcan a veces el actual parlamentarismo.
Armengol hizo referencia a la formación del nuevo gobierno español, que provocó una fuerte tensión con el PP, después de que Sánchez fuera investido con el apoyo de los independentistas, pese a que el PSOE fue el segundo partido en las pasadas elecciones del 23 de julio, con 121 diputados, por detrás del PP, que consiguió 137.
Sin embargo, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, no consiguió los apoyos necesarios para ser investido jefe del Ejecutivo.
“La formación del nuevo Gobierno ha necesitado de tiempo, diálogo, negociación y toma de decisiones. La decisión de esta mayoría parlamentaria es legítima y emana de la voluntad de los ciudadanos ejercida el 23 de julio”, dijo.
Armengol apostó por el entendimiento, clave en esta época de pluralidad de la Cámara, “de Gobiernos sin mayorías absolutas”, e instó a que hoy “más que nunca” se ejercite la capacidad de escucha y de persuasión, así como la empatía.
Legislatura compleja
Además de bronca por la tensión política, la nueva legislatura se presenta compleja, dada la aritmética parlamentaria, puesto que el actual gobierno de coalición progresista, integrado por el PSOE y el grupo de izquierda Sumar, reúne 152 escaños de los 350 del Congreso, lejos de los 176 de la mayoría absoluta.
Esta circunstancia les hace depender de los pactos con los seis partidos independentistas y nacionalistas que apoyaron la investidura de Sánchez. Los independentistas catalanes ya han anunciado que su apoyo dependerá del grado de cumplimiento de lo que pactaron con los socialistas.
Hoy mismo, el expresidente catalán y líder del partido independentista Junts, Carles Puigdemont, advirtió de que si “no hay avances suficientes” en sus acuerdos con el PSOE, su formación podría sumar sus votos a los del PP en el Congreso en contra de leyes como los Presupuestos del Estado, que necesitan la mayoría absoluta de la Cámara.
Puigdemont, que está en Bélgica, huido de la Justicia española desde 2017, es el foco de las principales críticas, tanto de PP como Vox, y será además una de las personas beneficiadas por la amnistía que propone el Gobierno.