Un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) revela que, a pesar de los avances logrados durante las primeras dos décadas del siglo XXI, la pobreza sigue afectando a más de 200 millones de personas en América Latina y el Caribe, de las cuales cerca de 100 millones viven en condiciones de pobreza extrema.
La investigación, titulada “Diez hallazgos sobre la pobreza en América Latina y el Caribe”, ofrece un análisis detallado sobre la magnitud, distribución y características de la pobreza en la región, así como sobre las condiciones de vida de quienes la padecen.
El estudio utiliza un enfoque descriptivo basado en encuestas de hogares, comparando personas por debajo y por encima de distintas líneas de pobreza. Se establecen dos umbrales principales: pobreza extrema (menos de USD 3.65 por persona al día) y pobreza moderada (entre USD 3.65 y USD 6.85), utilizando la paridad de poder adquisitivo de 2017.
La investigación abarca 18 países de América Latina y el Caribe, utilizando datos desde 2003 hasta 2023, principalmente a través de encuestas de hogares y, en algunos casos, encuestas de fuerza laboral. El cálculo de pobreza se realiza a nivel de hogar, dividiendo el ingreso total (que incluye ingresos laborales, no laborales y beneficios no monetarios) entre el número de miembros del hogar.
Varios países quedaron fuera del análisis por falta de datos comparables o actualizados, incluyendo Nicaragua, Haití, Belice, Bahamas y Surinam y Trinidad y Tobago.
El informe identifica que más de la mitad de las personas en pobreza extrema están concentradas en tres países: Brasil, México y Venezuela.
“Estos tres países concentran el 60% de los pobres y el 59% de los extremadamente pobres de la región”, señala el documento.
Esta realidad plantea la necesidad de implementar políticas focalizadas en estos países para abordar las causas estructurales que perpetúan estas condiciones.
La pobreza tiene rostro urbano, pero persisten desafíos rurales
El estudio detalla que dos tercios de las personas en situación de pobreza y poco más de la mitad de aquellas en pobreza extrema residen en áreas urbanas. Sin embargo, esta distribución varía considerablemente entre países. Mientras que en Bolivia y Guatemala la pobreza extrema está fuertemente concentrada en zonas rurales, en países como Chile y Uruguay el problema tiene un rostro predominantemente urbano.
Esta diferencia geográfica plantea desafíos específicos, por lo que las estrategias para abordar la pobreza en contextos urbanos difieren de las necesarias para las zonas rurales, donde la falta de infraestructura y servicios básicos suele ser más pronunciada, según los autores del informe Jillie Chang, David K. Evans y Carolina Rivas Herrera.
Grupos más afectados: niños, afrodescendientes e indígenas
El informe revela que ciertos grupos demográficos enfrentan mayores niveles de pobreza. Los afrodescendientes, los pueblos indígenas y los niños tienen entre 11 y 15 puntos porcentuales más probabilidades de ser pobres que el promedio de la población.
La infancia es particularmente vulnerable: el 39% de las personas en extrema pobreza en la región son menores de 15 años.
Las tasas de pobreza infantil en América Latina siguen siendo alarmantemente altas, lo que perpetúa un ciclo de pobreza intergeneracional difícil de romper sin intervenciones efectivas
“Los hogares con niños también tienen más probabilidades que la media de ser pobres […] los niños tienen 14 puntos porcentuales más de probabilidades de ser pobres que el conjunto de la población (47% frente al 33%)”, según el informe.
Además, los hogares pobres tienden a tener más jóvenes y menos adultos mayores en comparación con los hogares no pobres.
La persistencia de la pobreza crónica
Uno de los hallazgos más significativos es que la pobreza extrema tiende a ser crónica.
Para analizar la pobreza crónica versus transitoria, los investigadores construyeron paneles sintéticos durante un período de 11 años (2013-2023), clasificando los hogares en cuatro categorías: pobres crónicos (pobres por cinco años o más), pobres transitorios (pobres por cuatro años o menos), futuros pobres (caen en pobreza durante el período) y nunca pobres (consistentemente sobre la línea de pobreza).
Según el BID, el 88% de los hogares en pobreza extrema permanecen en esta situación durante largos períodos, lo que refleja la dificultad de superar estas condiciones sin apoyo sostenido.
En contraste, la pobreza moderada presenta una mayor movilidad, con una proporción más equilibrada entre la pobreza crónica y la transitoria.
“Casi la mitad de los individuos que eran moderadamente pobres en 2013 permanecieron en pobreza moderada durante al menos cinco de los diez años siguientes”, indica el estudio
Países como Costa Rica y Perú muestran no obstante niveles particularmente altos de pobreza crónica entre los moderadamente pobres.
Avances desiguales y retrocesos recientes
La pobreza en América Latina y el Caribe se redujo casi a la mitad desde 2003, pasando del 58% al 30% en 2023. Sin embargo, la mayor parte de esta mejora ocurrió durante la primera década del siglo, impulsada en gran medida por el auge de los precios de las materias primas.
El progreso se estancó después de 2014 y sufrió un retroceso significativo durante la pandemia de COVID-19, cuando la pobreza regional aumentó del 35% en 2019 al 39% en 2020. Aunque las cifras han vuelto a disminuir, el impacto de la crisis sanitaria dejó secuelas persistentes en los hogares más vulnerables.
“Desde 2021, las tasas de pobreza volvieron a mostrar una tendencia decreciente en la región, bajando del 38% en 2021 al 30% en 2023, alcanzando finalmente niveles de pobreza más bajos en 2023 que antes de la pandemia”, señala el informe
El caso de Venezuela es especialmente crítico. A diferencia de la tendencia regional, el país ha experimentado un aumento sostenido de la pobreza, que pasó del 65% en 2003 al 71% en 2023.