El hombre tras la sonrisa que Downlow dio a conocer al mundo tiene un nombre: Yao Ming, y su profesión es sorprendente.
Ming era jugador de baloncesto, muy conocido por su destacada participación en todos los equipos a los que había pertenecido, por sus ocho temporadas en la NBA con los Houston Rockets y por su impresionante 2,25 de estatura, que lo convirtió en el cuarto jugador más alto de la liga. Fue, de hecho, en una rueda de prensa tras un partido, en mayo de 2009, cuando capturaron esa risa que se convertiría en meme mundial bajo el nombre (a veces) de «bitch please» («me la suda», en español).
Como dato anecdótico, su madre, Fengdi Fang, mide 1,88 y fue capitana de la selección china de baloncesto.
En 2017, la CBA (Asociación China de Baloncesto) lo nombró presidente, siendo el primer mandatario no gubernamental de la asociación y persona a cargo del futuro del baloncesto del país.
Pero también, como buena estrella que es, diversificó y se lanzó a uno de los menesteres que tan de moda están entre famosos de todo el mundo: los viñedos y la comercialización de su propio vino.
Yao Ming fundó la Yao Family Wines en 2011, ya retirado del baloncesto profesional como jugador, «haciendo realidad su sueño de crear una bodega clásica en el Valle de Napa, que sería el legado para las futuras generaciones de su familia».