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La sustancia psicoactiva más consumida en el mundo

Los peligros ocultos de los estimulantes más populares, como la cafeína y la mateína.

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Cada mañana, millones de personas en todo el mundo realizan un impostergable ritual tan arraigado que pasa inadvertido: tomar una bebida que marque el inicio del día.

Por Infobae

Este acto cotidiano, profundamente integrado en nuestras culturas, parece inofensivo. Sin embargo, se trata de sustancias estimulantes del sistema nervioso que se han convertido en aliadas indispensables, ya sea para comenzar la jornada con energía o para resistir largas horas de trabajo.

Además, el café y el mate han trascendido su función como bebidas estimulantes. En muchos lugares, representan un vínculo social: “tomar un café” o “compartir un mate” no solo son expresiones habituales, sino formas de conectarse con los demás. Esta relación cultural, cargada de simbolismo positivo, tiende a minimizar los posibles riesgos asociados a su consumo.

Aunque la cafeína, consumida en cantidades moderadas, suele considerarse segura y hasta beneficiosa como estimulante cognitivo, el exceso puede provocar dependencia física y psicológica.

Sustancias como la cafeína y la mateína, presentes en el café, el té y el mate, se perciben como inofensivas por su arraigo cultural. Sin embargo, no dejan de ser compuestos químicos con efectos estimulantes, y sus posibles perjuicios a largo plazo, especialmente su capacidad de generar dependencia, suelen subestimarse o hasta ser ignorados. Este desconocimiento puede derivar en problemas tanto físicos como mentales.

Las múltiples presentaciones de la cafeína

La cafeína está por todas partes: en el café, el té, las bebidas energéticas e incluso en medicamentos, tema este último muy frecuentemente olvidado. Quizás no sorprenda que sea la sustancia psicoactiva más consumida a nivel mundial.

Su efecto principal consiste en bloquear la adenosina, un químico cerebral que promueve la relajación y el sueño, generando una sensación de alerta y energía.

Es aquí donde surgen los inconvenientes respecto a la hora de tomar café y mate, y los ritmos de vigilia, la energía y el rol del cortisol. Al bloquear la adenosina se superpone de alguna manera al rol de alerta del cortisol (que comienza aproximadamente a la media hora de despertarse) y luego, al caer el efecto de este (aproximadamente a las 2/3 horas del despertar), comienza a decaer.

También el efecto bloqueador de la adenosina de la cafeína. Por ello se habla del crash de cafeína, cuando se cae en un estado de cierto embotamiento mental y fatiga, que genera que se aumenta la dosis, reiniciando el ciclo de dependencia.

La cafeína, el impulsor de energía número uno del mundo

Cuenta la leyenda que, en el siglo IX, un pastor etíope observará cómo sus cabras se regresarán más activas tras consumir los frutos de una planta. Intrigado, probó él mismo las bayas y experimentó un efecto revitalizante. Desde allí, el uso del café se expandió a Yemen, donde los monjes sufíes lo utilizaban para mantenerse despiertos en sus largas horas de oración y estudio.

En el siglo XV, llegó al mundo árabe (de allí la modalidad árabe de café) y luego a Europa, donde las casas de café se convirtieron en centros de intelectualidad y cultura.

Al igual que la mayoría de las sustancias con el tiempo, el organismo desarrolla tolerancia a la cafeína, lo que obliga a incrementar las dosis para sentir el mismo efecto. Además, en caso de reducción importante de la dosis o suspensión abrupta de su consumo, puede desencadenar síntomas de abstinencia como dolores de cabeza, irritabilidad, fatiga e incluso depresión. Estos efectos, aunque temporales, pueden afectar significativamente la rutina diaria.

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