Tegucigalpa – La Agencia para las Obras Pontificias Misioneras (Fides) ha documentado el asesinato de 13 misioneros católicos durante 2024, evidenciando una preocupante tendencia de violencia contra representantes de la Iglesia.
El informe destaca que América Latina concentra casi la mitad de las víctimas, con cinco casos registrados en la región.
Entre las víctimas se encuentra el fraile español Juan Antonio Llorente, de 76 años, quien falleció tras un brutal ataque en el monasterio de Gilet, Valencia. El incidente ocurrió cuando un individuo irrumpió en el recinto religioso proclamándose «Jesucristo» y agredió a varios religiosos con un palo y una botella.
La situación en América Latina resulta particularmente alarmante. En Colombia, el párroco Ramón Arturo Montejo Peinado perdió la vida durante un asalto en su iglesia de Buenavista.
Ecuador registró el asesinato del padre Fabián Enrique Arcos Sevilla, cuyo cuerpo fue hallado cerca de un vertedero en Cotopaxi, en lo que las autoridades califican como un robo con consecuencias fatales.
Especialmente significativo es el caso de Juan Antonio López en Honduras, un líder social y religioso asesinado horas después de denunciar públicamente presuntos vínculos entre la administración municipal y el crimen organizado. Su muerte refleja los riesgos que enfrentan quienes combinan su labor pastoral con el activismo social.
El informe subraya que estas víctimas no buscaban protagonismo, sino que simplemente cumplían con su labor pastoral en contextos marcados por la violencia.
Desde el año 2000, la cifra total de misioneros y agentes pastorales asesinados alcanza los 608, revelando un patrón persistente de violencia contra la comunidad religiosa católica.
La distribución geográfica de los casos en 2024 muestra que, además de los cinco asesinatos en América Latina, se registraron seis en África y dos en Europa, evidenciando que la violencia contra los misioneros católicos es un fenómeno global que trasciende fronteras y continentes.
