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Las claves del declive de Netflix y por qué puede abrir una nueva era en la evolución del “streaming”

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Netflix enfrenta un escenario de incertidumbre en un sector en el que sigue ejerciendo el liderazgo

 

 

 

El inesperado sacudón que acaba de golpear a Netflix puede ser el acto inaugural de una serie de cambios y nuevas configuraciones en la industria del entretenimiento. Cuando todas las proyecciones auguraban para esta fase marcada por la probable salida de la pandemia una tendencia hacia el crecimiento, el gigante del streaming debió reconocer en cambio una sensible pérdida en el número global de sus abonados, la más importante de la última década.

Por La Nación

Lo peor no es que alrededor de 200.000 suscriptores hayan renunciado a la “N” más famosa del abecedario del showbizsino que exista el riesgo cierto entre analistas e inversores de una baja sostenida de las expectativas en los resultados del negocio para los próximos años. En un solo día, el miércoles pasado, la acción de Netflix bajó un 35%, y el derrumbe hizo caer de manera vertical e inmediata el valor de mercado de la compañía: nada menos que 5500 millones de dólares de pérdida en un abrir y cerrar de ojos.

Podría suponerse que este colapso se convertiría en inmediato beneficio para los otros participantes de lo que desde hace un buen tiempo conocemos como la “batalla del streaming”. En un contexto de elevada competencia, cada vez más fuerte, podía imaginarse que el nombre pionero en el negocio podía retroceder frente al avance sostenido de un conjunto de rivales más resuelto y dispuesto a aplicar estrategias novedosas para capturar suscriptores.

Pero la industria del entretenimiento funciona por ahora de otro modo. Netflix no es la única víctima de la situación que empieza a afectarla. Sigue funcionando al mismo tiempo como punto inicial de referencia de una matriz en la que el resto de los participantes son vistos como partes de un sistema integrado. La crisis de Netflix arrastró al resto de inmediato: las acciones de Paramount bajaron simultáneamente un 11%, las del flamante conglomerado Warner-Discovery un 6% y las de Disney, un 4%.

Las luces rojas se encendieron de inmediato. Ya no parece tan promisorio como antes el mismo escenario que parecía estar creciendo sin límites, alentado en estos últimos dos años por el aumento en el consumo hogareño de todo tipo de contenidos ligados al entretenimiento. A principios de este año, los medios más importantes de Hollywood calculaban en unos 110.000 millones de dólares la inversión en producciones originales, shows y adquisiciones por parte de las siete compañías globales más importantes que son dueñas de plataformas de streaming: Netflix, Disney, Amazon, Warner, Paramount, Apple y Peacock.

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