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Leo Messi comunica al Barcelona que quiere marcharse ya

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Barcelona. – El mejor jugador que nunca tuvo el Barcelona comunicó este martes al club de su vida que quiere marcharse ya. Lo ha hecho sin tener que hablar. Mediante sus abogados y vía burofax. Síntoma del hastío y de la decrepitud que ha engullido al club. Y de que la batalla legal será muy dura a partir de ahora.

Al futbolista aún le queda un año más de contrato. Finaliza el 30 de junio de 2021. Pero Messi considera que la cláusula por la que podía abandonar la entidad aún debería seguir vigente.

En el Barcelona mantienen que ésta expiró el pasado 10 de junio. “Si él quería marcharse debía haberlo dicho siempre antes de esa fecha. Es lo que estipula textualmente el contrato firmado”, mantienen en la entidad azulgrana, que aseguran a este diario que en el citado burofax sólo se alude a aspectos legales. Sin embargo, el hecho de que la temporada se haya alargado hasta este mes de agosto por culpa de la pandemia ha llevado al delantero a explorar esa vía de salida de incierta validez.

El gobierno de Bartomeu, en cualquier caso, no piensa dejarlo marchar de ese modo. Y continúa remitiéndose a su cláusula de rescisión, que asciende a 700 millones de euros. Los servicios jurídicos azulgrana ya trabajaban este martes en la respuesta global al golpe. Por lo pronto, el Barcelona respondió a Messi con otro burofax. Y le recordaron que aún le queda un año por cumplir.

Pese a que en la junta del Barcelona ya llevaban días esperando a que Messi diera el paso, el divorcio no será sencillo. Por mucho que en las últimas horas varios eran ya los directivos que se se postulaban a favor de la marcha del argentino, futbolista que le cuesta al club unos 100 millones de euros brutos por año.

Messi, que no ha jugado en otro club que el Barcelona durante su carrera deportiva, que llegó a la ciudad siendo un niño de 13 años, considera que la situación es ya del todo inaguantable. Josep María Bartomeu, a quien el delantero culpa de buena parte de este tremebundo final, pasará a la historia como el presidente que empujó a Messi a la puerta de salida. Con fútbol todavía en sus botas. Sin haber podido culminar una carrera deportiva sin igual en su casa. Y con la sensación de haber desperdiciado buena parte de su plenitud. Su último partido con la camiseta azulgrana, sí, podría ser el del bochorno de Lisboa (8-2).

Entre los 24 y los 33 años, Messi sólo pudo ganar una Champions, la de Berlín de 2015. Fue allí, ante la puerta de Maratón del Estadio Olímpico donde la generación de oro del Barça se dispuso a iniciar su declive. Lento, pero implacable. Con el gobierno de Bartomeu cruzado de brazos. Incapaz de actuar. Incapaz de ofrecer nuevos proyectos ganadores. En el recuerdo, las caídas de París (4-0) y Turín (3-0) con Luis Enrique. Los derrumbes de Roma (3-0) y Anfield (4-0) con Valverde. Para culminar en la deprimente estampa de Da Luz.

“Ahora debemos tener la cabeza fría y ver qué es lo mejor que conviene al club. Koeman ya le dijo que quería que se quedara. Y Messi tiene un contrato aún por cumplir”, clamaban ayer fuentes directivas de un Barcelona que trata de parar un golpe que quizá sea ya definitivo para su presidente.

El aplauso de Puyol

Nadie ganó tantos títulos como Messi en el Barça (34). Nadie marcó tantos goles (634 goles). Sólo Xavi Hernández jugó más que él (737, por los 767 del centrocampista). Qué más da. Una vez Koeman telefoneó a la muleta emocional del argentino, Luis Suárez, para informarle de que debía abandonar el club, a Messi, ya convencido de que todo había acabado, se le agotaron las pocas razones que aún tenía para resistir. Ya advirtió la pasada semana al técnico holandés que no veía otra solución que su propia salida.

Bartomeu, en su último truco de prestidigitador, rechazó dimitir tras el 8-2 y se resguardó anunciando que convocaría elecciones para el próximo mes de marzo. Aun sabiendo que Messi difícilmente estaría dispuesto a seguir formando parte de una comedia ya insoportable.

Mientras, Carles Puyol, otro histórico emblema del Barcelona, se posicionaba del lado del argentino en sus redes sociales (“Respeto y admiración, Leo. Todo mi apoyo, amigo”). Suárez, que se siente despreciado por los actuales dirigentes, sólo podía aplaudir al excapitán.

Se expone ahora Bartomeu a que la masa social se vuelque en una moción de censura que ponga fin a su mandato. Ya hubo aficionados que acudieron ayer a los alrededores del Camp Nou a mostrar su indignación.

Mientras tanto, el Barcelona intentará ganar la batalla de un relato al que Messi ha decidido poner fin.

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