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Los países árabes pujan fuerte por los minerales críticos

Las naciones del Golfo buscan diversificar sus economías más allá de los hidrocarburos. Su estrategia supone un giro geopolítico en el mercado global.

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El motivo es quizás lo de menos: transición energética, movimiento geopolítico o diversificación. Lo cierto es que los países árabes han entrado de lleno en la carrera por los minerales críticos, necesarios para el nuevo modelo de economía sostenible.

Por El País

Las naciones petroleras, que durante décadas basaron su influencia en los combustibles fósiles, quieren abrirse paso en el mercado de los minerales críticos, dominado por China. Su estrategia está respaldada por empresas estatales y multimillonarias inversiones tanto en la exploración como en la extracción y procesamiento de estos materiales, aprovechando su experiencia en el campo energético. Pero también han tendido puentes más allá de sus fronteras para asegurar su posición en la cadena de suministro de minerales cobre, cobalto, mineral de hierro, tierras raras y litio. Su táctica refuerza su influencia en un ámbito que se perfila como el eje de futuras tensiones a escala global.

Los principales actores hasta ahora siguen siendo los países más influyentes del Consejo de Cooperación del Golfo: Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, explica Ahmed Mehdi, investigador del Centro de Política Energética Global (CGEP) de la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Columbia. En Qatar, por ejemplo, la Qatar Investment Authority ha recibido el mandato de invertir en minerales críticos en países diferentes a China, como demuestra recientemente su inversión de 180 millones de dólares (cerca de 173 millones de euros) en TechMet, una empresa enfocada en la cadena de valor de las baterías, abarcando litio, níquel y tierras raras con proyectos en Norteamérica, Sudamérica, Europa y África. La apuesta en TechMet no es casual. Este vehículo de inversión minera, con sede en Dublín, está respaldado por la Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos, el banco de desarrollo de ese país.

La inversión de la Autoridad de Inversiones de Qatar es un movimiento significativo en la lucha geopolítica entre Estados Unidos y China. Brian Menell, director ejecutivo de TechMet, dijo este verano al Financial Times que este hecho subraya el deseo de Qatar de invertir en minerales críticos y es un reconocimiento por parte de Estados Unidos de que necesita socios para desafiar a China, un país que domina el 90% del refinado global de tierras raras y que procesa el 68% del cobalto mundial, el 65% del níquel y el 60% del litio que va a las baterías de vehículos eléctricos del planeta, según Goldman Sachs.

“Las inversiones de los países del Golfo en este sector les brindan influencia geopolítica y, al mismo tiempo, representan una herramienta clave para diversificar sus economías y alejarlas de los combustibles fósiles”, comenta Said Bakr, investigador asociado en el Instituto de los Estados Árabes del Golfo en Washington (Agsiw, por sus siglas en inglés). En el tablero geopolítico de los minerales críticos, Arabia Saudí es quien está haciendo los movimientos más audaces. El reino ha reforzado su posición en esta cadena de valor con la creación de Manara Minerals, una alianza estratégica entre el Fondo de Inversión Pública Saudí —gestor de la riqueza soberana del país— y Ma’aden, su principal empresa minera.

Entre sus prioridades destaca la inversión en activos de litio de bajo coste y alto potencial en el extranjero. El ministro de Minería saudí, Bandar Alkhorayef, ha manifestado interés en Chile, donde SQM (que controla el 20% del mercado mundial del litio) sufre tensiones con su socio chino Tianqi. “Aunque los países árabes llegan después de China, hay espacio para su capital en regiones como América Latina”, afirma Adam Megginson, analista en Benchmark Mineral Intelligence. “Sin embargo, la inversión china es especialmente atractiva porque incluye conocimiento técnico, mano de obra y equipos, respaldados por una cadena de suministro downstream altamente desarrollada”, dice este último experto.

En paralelo, Saudi Aramco explora oportunidades en la extracción directa del llamado oro blanco, un campo en el que compañías petroleras como ExxonMobil ya están avanzando con rapidez, particularmente en Estados Unidos. El país ha dado pasos significativos en el desarrollo de su cadena de valor en la transición energética. En 2021 firmó un acuerdo con EV Metals Group —empresa especializada en la extracción y procesamiento de minerales clave para baterías— para construir un complejo de químicos para baterías en Yanbu, convirtiéndose en el primer país de Oriente Próximo con capacidad para procesar litio. En 2023, TAQAT Development —empresa saudí enfocada en proyectos estratégicos— inició una colaboración con Novonix —empresa australiana líder en materiales para baterías— para establecer una planta de ánodos de grafito sintético con una capacidad de 30.000 toneladas anuales, aprovechando las tarifas energéticas competitivas del país. Además, su experiencia en ingeniería de fluidos ofrece oportunidades para extraer litio directamente de salmueras en campos petroleros de la región. De igual manera, Arabia Saudí busca consolidarse como un actor clave en la producción de vehículos eléctricos.

Vehículos eléctricos

Aunado a ello, en 2022, Lucid Motors (con sede en California) anunció su primera fábrica fuera de Estados Unidos en el reino, mientras que el Fondo de Inversión Pública lanzó Ceer, la primera marca de vehículos eléctricos saudí. Como parte de sus objetivos, el Gobierno planea fabricar 500.000 vehículos eléctricos para 2030 y electrificar el 30% de los automóviles en Riad. Mantener el equilibrio de fuerzas no es sencillo. Los países del Golfo mantienen una estrecha relación con China, que se ha consolidado como el principal comprador de petróleo de Arabia Saudí y del gas de Qatar. Pero, más allá de estas dos grandes economías, los países de Oriente Próximo y, de una forma más amplía, los de Asia Central cuentan con diversos materiales críticos que están sin explotar, y en caso de que la industria se desarrolle podría diversificar las cadenas de suministro globales, abunda un informe del Rand, una organización de investigación con oficinas en EE UU, Europa y Australia.

Los recursos y reservas minerales están distribuidos en diversos países, con actividades de extracción o procesamiento en algunos de ellos. Afganistán, Egipto, Kazajistán, la República Kirguisa y Arabia Saudí cuentan con los recursos más diversos, aunque la extracción y el procesamiento son limitados. De hecho, salvo Kazajistán, que produce el 46% del uranio global, y Tayikistán, que aporta el 15% del antimonio mundial, ningún otro país supera el 10% de la producción global de minerales críticos. En esta carrera, los países árabes han optado por dejar de ser meros espectadores y aspiran a ganar protagonismo.

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