Tegucigalpa – Trágicamente, un nuevo episodio de violencia sacudió al municipio de Santa Cruz, en el departamento de Lempira, en el occidente de Honduras, cobrándose la vida de una madre y su hijo el pasado miércoles.
Las víctimas han sido identificadas como María Lidia Hernández y Nahúm Hernández. Según los informes, sus cuerpos presentaban heridas causadas tanto por armas de fuego como por armas blancas, lo que refleja la extrema violencia de este acto atroz.
Lo que agrava aún más esta terrible tragedia es la forma en que los cuerpos fueron desechados sin ningún tipo de respeto ni humanidad. El cuerpo de Nahúm Hernández fue abandonado en unos matorrales, mientras que el de su madre fue arrojado a un río. Estos actos indignantes muestran una absoluta falta de consideración por la vida y el sufrimiento de estas personas.
Estos actos violentos no son aislados en Honduras, lamentablemente. Según las estadísticas del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH), el país experimenta un promedio de 10 muertes violentas al día. Esta alarmante cifra refleja la urgente necesidad de abordar y combatir la violencia en todas sus formas en la sociedad hondureña.
