México. – «Lo que les cuentan antes del viaje no es nada comparado con lo que sufren en la ruta; empiezan por ver desde el tren, en el suelo, los huesos de la gente que se quedó».
Es un extracto del relato de una sicóloga de Médicos Sin Fronteras (MSF), que responde a la identidad de Eulalia, desde un centro de atención en el estado de Veracruz, en México.
Su testimonio forma parte del informe de la organización sanitaria titulado Sin Salida. El exhaustivo trabajo pormenoriza las penurias de los migrantes que, procedentes del Triángulo Norte de Centroamérica -El Salvador, Guatemala y Honduras-, camino de Estados Unidos, quedan atrapados en México, a merced de la violencia de bandas criminales y de las agresivas políticas migratorias de los estados, que les deniegan la protección a la que tienen derecho.
El trabajo ha sido elaborado a partir de las entrevistas a medio millar de inmigrantes y solicitantes de asilo centroamericanos que han ofrecido su testimonio, así como el personal de MSF que atendió a más de 26 mil personas a lo largo de la ruta migratoria en los nueve primeros meses del 2019.
«Esto es triste, inhumano y asqueroso; uno no puede ir al baño porque están a rebosar y la peste lo inunda todo», relata Aurora, paciente de MSF, inmigrante procedente de Nicaragua, retenida en la estación migratoria de Acayuyán, en el estado mexicano de Veracruz.
Su testimonio refleja la dureza de las condiciones de vida en la que miles de personas esperan ser atendidas por las autoridades estadounidenses para pedir asilo, sin garantía, tan solo, de poder llegar a realizar el trámite.
«Me inunda la tristeza»
«Desde que llegamos, me di cuenta de que es una cárcel», añade la inmigrante, que concluye: «Me inunda la tristeza, si nos van a matar, por lo menos que sea viendo el cielo, sintiendo el aire, siendo libres, pero no quiero morir aquí peor que un animalito, peor que una cosa, peor que nada».
Como Aurora, miles. Van de un infierno a otro, de la violencia extrema en el país de origen a la violencia en el país obligado a brindarles protección. Se enfrentan a una «combinación de barreras» -reza el informe- que pone en peligro la salud física y mental de las personas con secuelas profundas de por vida.
Como las que explica Martín, sicólogo de MSF en el centro de atención integral que la organización tiene en Ciudad de México: «Tuve una paciente que había sufrido numerosos abusos. Me contaba cómo veía su cuerpo desdoblado. Había una parte del alma que decía que estaba ahí y que nadie podía tocar. Le costaba tener contacto físico con su propio cuerpo y no dejaba a nadie que se le acercara».
«Tras años de atención a población centroamericana en tránsito por México y con base en los testimonios y datos de nuestras consultas, tenemos claro que muchos de nuestros pacientes huyen desesperadamente de la violencia en sus países», explica Sergio Martín, coordinador general de Médicos Sin Fronteras en México, que añade: «Necesitan protección, asistencia y la oportunidad de poder pedir asilo y, en lugar de esto, se enfrentan a más violencia en la ruta migratoria y se les prohíbe la estancia en los países donde podrían estar a salvo». «Quedan atrapados y sin ninguna posibilidad de acceder a mecanismos de protección», sentencia.
Huyendo de la violencia
La mitad de los entrevistados aseguran que la violencia ha motivado la salida de sus países. Una violencia que se reproduce en su viaje por México, sea como asalto, extorsión, agresión sexual o torturas. Una vez en territorio mexicano, las políticas migratorias basadas en la criminalización y la disuasión aplicadas por EEUU y el propio Estado mexicano incrementan todavía más, si cabe, los riesgos. Un dato del informe ilustra, por revelador, esta realidad: el 75 por ciento de los pacientes de MSF obligados a permanecer en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo relataron haber sido secuestrados durante días con el objetivo de extorsionarles.
La organización denuncia que las recientes medidas adoptadas por el gobierno de EEUU y los acuerdos bilaterales entre los gobiernos de la región suponen el desmantelamiento de facto de las políticas de protección. La creciente presión de EEUU ha conducido a un giro radical en las políticas migratorias de México. En el 2019, el gobierno redujo drásticamente el número de visas humanitarias otorgadas.