Tegucigalpa, Honduras – Once años después de recibir un diagnóstico que cambió su vida para siempre, una joven de 16 años originaria de La Paz se convierte en testimonio viviente de que el cáncer infantil puede ser vencido. Ingrid Daniela Castillo Orellana cursaba apenas sus primeros años de vida cuando el 22 de septiembre, a los 5 años de edad, los médicos confirmaron que padecía Leucemia Linfoblástica Aguda (LLA), iniciando una batalla que la convertiría en guerrera de la esperanza.
La transformación de una niña enferma en una adolescente saludable que estudia primer año de magisterio bilingüe en la ENBGSC no fue posible sin el acompañamiento integral que recibió de la Fundación Hondureña para el Niño con Cáncer.
Durante más de una década, la organización proporcionó a Ingrid tratamiento médico, apoyo psicológico, bolsas de alimentos, ayuda con transporte y actualmente una beca estudiantil que le permite construir su futuro académico.
El proceso de sanación no solo curó su cuerpo, sino que transformó su perspectiva de vida. «Esta experiencia cambió mi forma de ver la vida. Hoy tengo un nuevo enfoque y vivo agradecida con Dios por el regalo más grande: mi salud», reflexiona la joven, quien reconoce que nunca se sintió sola durante los momentos más difíciles de su tratamiento.
El acompañamiento de la Fundación, combinado con el apoyo incondicional de su madre y su fe religiosa, fueron los pilares que sostuvieron su recuperación.
Desde su experiencia como sobreviviente, Ingrid dirige un mensaje de fortaleza a otros niños que enfrentan tratamientos oncológicos: «Luchen con todas sus fuerzas. Son guerreros. Confíen en Dios, porque todo es posible. ¡Ustedes también pueden ganar esta batalla!».
Su testimonio se convierte en faro de esperanza para familias que atraviesan el mismo camino que ella recorrió, demostrando que el cáncer infantil no tiene por qué ser una sentencia definitiva cuando existe el apoyo adecuado y la determinación necesaria para enfrentarlo.
