Washington. – La demócrata Nancy Pelosi resultó este domingo reelegida como presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU. con el desafío de revivir la economía y aprobar medidas para hacer frente a la pandemia con una estrecha mayoría, que no se había visto en esa cámara en 20 años.
Con 216 votos a favor y 209 en contra, Pelosi se aseguró suficientes votos para mantenerse en el puesto de presidenta de la Cámara de Representantes, para que el que fue elegida en 2019 y que coloca a quien lo ocupa como tercero en la línea de sucesión presidencial, por detrás del vicepresidente.
Más femenina y diversa que nunca, la Cámara de Representantes, dominada por los demócratas, se volvió a reunir para la juramentación de sus integrantes, todo bajo un protocolo sanitario reforzado.
En la Cámara de representantes, Nancy Pelosi, de 80 años, fue reelegida para como presidenta en lo que será, según adelantó, su último período. Con 216 votos a favor y 208 en contra, Pelosi se aseguró suficientes votos para mantenerse en el puesto de presidenta de la Cámara de Representantes, para que el que fue elegida en 2019 y que coloca a quien lo ocupa como tercero en la línea de sucesión presidencial, por detrás del vicepresidente.
Pelosi, que también ejerció este cargo entre 2007 y 2011, se mantuvo durante la votación sentada en su escaño en silencio, aunque asentía o sonreía cada vez que algún compañero de bancada votaba por ella a viva voz.
En los últimos dos años, Pelosi ha tenido que librar un pulso político en el ala más progresista del partido, encarnado en figuras como Alexandria Ocasio-Cortez y el resto del “escuadrón”, sobrenombre de las cuatro jóvenes mujeres progresistas que debutaron en el Capitolio hace dos años.
Sin embargo, Pelosi consiguió unir a su partido cuando, tras haberse resistido durante meses, accedió a abrir un juicio político contra Trump. El presidente fue exonerado en el Senado, dominado por los republicanos, pero Pelosi probó su eficacia para plantar cara al presidente y eso sirvió para acallar a quienes cuestionaban su liderazgo dentro del partido.
En una reciente entrevista con la revista The Intercept, Ocasio-Cortez afirmó que le gustaría ver un liderazgo nuevo y más joven en el Congreso, pero reconoció que existe un “vacío” y, por el momento, nadie está preparado para sustituir a Pelosi. “Yo no estoy preparada”, dijo también Ocasio-Cortez, descartando que ella vaya a aspirar a ese puesto en el corto plazo.
Pelosi ganó este domingo la reelección sin que ningún demócrata le disputara el puesto de presidenta de la Cámara Baja y este será posiblemente su último mandato. Según reveló, le hubiese gustado retirarse en 2016 si la demócrata Hillary Clinton hubiera ganado las elecciones, pero tras la victoria de Trump decidió seguir en el cargo al menos hasta 2021.
En el Senado -que también volvió a sesionar- la historia es otra, ya que la definición está supeditada a la elección que tendrá lugar el martes en el estado de Georgia (sur), y en la cual los demócratas deben ganar los dos escaños disputados -algo difícil- para recuperar el control de la Cámara Alta.
Y justamente unos mil kilómetros al sur la batalla electoral cobró un nuevo impulso.
Prueba de lo que está en juego es que tanto el presidente Donald Trump como el mandatario electo Biden visitarán el estado el lunes. También lo harán sus respectivos números dos: Mike Pence y Kamala Harris.
“El futuro del país está en juego aquí en Georgia, en nuestras papeletas”, dijo a la cadena Fox News la senadora republicana Kelly Loeffler, quien espera conservar su escaño contra el pastor negro Raphael Warnock.
“Es una elección entre nuestras libertades (…) y el socialismo”, añadió, haciéndose eco del argumento de los republicanos en esta carrera: el fantasma de un poder que se inclina hacia la izquierda.
“Estamos al borde de una victoria histórica después de cuatro años de grave incompetencia, racismo, odio y prejuicio”, dijo por su parte el demócrata Jon Ossoff, de 33 años, a la CNN, con la esperanza de quedarse con el escaño del republicano David Perdue, 71.
“Maniobra”
Trump también dedicó varios tuits a Georgia el domingo. Pero no fueron para apoyar a los candidatos de su partido, sino para denunciar “fraudes” masivos que, según él, le habrían privado de su victoria en este estado tradicionalmente republicano.
Algo que según diversos analistas podría servir a los demócratas: convencidos de la existencia de fraude, los votantes republicanos podrían verse tentados a quedarse en casa.
Dos meses después de las elecciones, Trump todavía se niega a conceder la derrota. A pesar del rotundo fracaso de su cruzada judicial y la falta de pruebas contundentes, logró sembrar dudas en la mente de la mayoría de sus partidarios, que prevén hacerse escuchar el miércoles en Washington.
Manifestaciones, incluyendo una “marcha por Trump”, coincidirán con una sesión del Congreso destinada a registrar formalmente el triunfo de Biden, confirmado con 306 grandes electores contra 232.
Esta acción del Congreso es una obligación constitucional y es normalmente una mera formalidad, pero que este año promete ser explosiva.
Aunque algunos pesos pesados republicanos como Mitch McConnell admitieron finalmente el triunfo de Biden, el presidente saliente tiene todavía el apoyo inquebrantable de docenas de legisladores en ambas cámaras, que ya anunciaron que expresarán sus objeciones y harán resonar las acusaciones de fraude electoral en el Capitolio.
Su intervención no tiene posibilidades de descarrilar la sesión -no les alcanzan los votos para eso- pero sí pueden entorpecerla o ralentizarla. “Es más una maniobra política que un remedio efectivo”, dijo su colega Lindsey Graham, un fiel aliado de Trump.
Dura batalla
Su relevancia dependerá en gran medida de lo que suceda en Georgia. En el papel los senadores republicanos David Perdue (71 años) y Kelly Loeffler (50) son los favoritos para retener sus bancas. El primero ganó en la primera vuelta y la segunda debería beneficiarse de los votos de otro conservador.
Pero sus oponentes demócratas, Ossoff y Warnock, apuestan al impulso creado por la victoria de Biden en noviembre y poder dar el batacazo.
“La batalla es dura, pero una victoria demócrata es posible”, dijo Stacey Abrams, una estrella en ascenso del Partido Demócrata nacida en Georgia, donde ha trabajado duro para promover el acceso de los votantes negros al voto.
El electorado negro, que se espera que desempeñe un papel decisivo, será alentado el domingo por la tarde por Kamala Harris, quien se convertirá en la primera mujer y primera persona de una minoría en acceder a la vicepresidencia el 20 de enero.
De acuerdo con la Constitución, ella tendrá el poder de definir las votaciones en el Senado si los demócratas vencen en Georgia y dividen la Cámara Alta en 50 escaños por lado.
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