Washington.- La unidad de aviación de élite de Operaciones Especiales del ejército de Estados Unidos parece haber volado en aguas caribeñas a menos de 90 millas de la costa de Venezuela en los últimos días, según reveló The Washington Post en medio de una escalada militar sin precedentes en el Caribe.
Los famosos «Night Stalkers» del 160º Regimiento de Aviación de Operaciones Especiales desplegaron helicópteros de ataque MH-6 Little Bird y MH-60 Black Hawk que volaron a principios de octubre a menos de 145 kilómetros de la costa venezolana, cerca de plataformas petroleras y de gas.
La unidad de élite, reconocida por operaciones complejas como la incursión contra Osama bin Laden, realiza misiones para comandos como los Navy SEALs, los Boinas Verdes y la Fuerza Delta, elevando las especulaciones sobre preparativos para misiones terrestres.
Un funcionario estadounidense negó bajo anonimato que los ejercicios tuvieran relación directa con operaciones militares contra Venezuela, describiendo las actividades como «vuelos de entrenamiento para mantener su eficiencia y brindar opciones a Trump y al Pentágono».
Sin embargo, analistas militares interpretan de manera diferente el despliegue. Mark Cancian, asesor principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, señaló que «la inclusión de Little Birds, pequeños aviones de ataque diseñados para insertar operadores en tierra y brindar apoyo aéreo cercano, sugiere preparativos para posibles misiones que podrían ver tropas estadounidenses en el terreno».
El contexto es de máxima tensión. El miércoles, al menos dos bombarderos B-52 procedentes de Luisiana volaron durante varias horas frente a la costa venezolana, en el espacio aéreo internacional, en lo que un alto funcionario estadounidense calificó como «demostración de fuerza».
La presencia militar estadounidense en la región alcanza proporciones históricas: aproximadamente 10,000 soldados estadounidenses, la mayoría en bases de Puerto Rico, más 2,200 marines en buques de asalto anfibio, con ocho buques de guerra y un submarino en el Caribe.
Trump intensificó la presión al autorizar operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela y declarar que estudia ataques terrestres contra el narcotráfico tras los bombardeos navales que han dejado al menos 27 personas muertas en cinco ataques contra embarcaciones.
Las operaciones de combate incluyen ataques en aguas internacionales contra supuestas embarcaciones de narcotraficantes, justificados por la administración Trump como parte de la lucha antidrogas, aunque legisladores y expertos han cuestionado la legalidad de los ataques.
El Pentágono se negó a responder sobre las operaciones. «El Departamento no responderá a especulaciones sobre operaciones militares basadas en análisis de ‘expertos'», declaró el secretario de prensa Kingsley Wilson.
Venezuela enfrenta la mayor concentración militar estadounidense en décadas, descrita por analistas como una reordenación «sísmica» de activos que incluye cazas F-35 en Puerto Rico y múltiples vuelos de transporte C-17 hacia la región.
La escalada militar se produce mientras Washington acusa a Maduro de liderar el «Cartel de los Soles», alegación que Caracas rechaza denunciando una campaña de intimidación estadounidense.
La presencia de unidades especializadas en operaciones nocturnas y misiones de alto riesgo sugiere preparativos para escenarios de conflicto directo que van más allá de la lucha antinarcóticos tradicional.




