Tegucigalpa – La tensión comercial entre las dos mayores economías del mundo escaló dramáticamente este martes cuando China respondió de inmediato a los nuevos aranceles estadounidenses con sus propias medidas restrictivas, marcando el inicio de lo que podría ser una prolongada batalla económica.
El conflicto se desencadenó cuando Estados Unidos, bajo la administración Trump, impuso un arancel adicional del 10% sobre todas las importaciones chinas, efectivo desde las 12:01 a.m. ET del martes. La respuesta de Pekín fue inmediata y contundente, anunciando gravámenes del 15% para el carbón y el GNL estadounidenses, y del 10% para el petróleo crudo, equipos agrícolas y ciertos automóviles, que entrarán en vigor el 10 de febrero.
China no se limitó a medidas arancelarias. El gobierno chino anunció una investigación antimonopolio contra Google y amplió su «lista de entidades no fiables» para incluir a empresas estadounidenses como PVH Corp (propietaria de Calvin Klein) e Illumina. Además, implementó controles de exportación sobre materiales críticos como wolframio, telurio, rutenio y molibdeno, elementos esenciales para la transición energética global.
Esta nueva guerra comercial tiene sus raíces en el conflicto anterior de 2018, que se resolvió temporalmente con un acuerdo en 2020 donde China se comprometió a aumentar sus compras de productos estadounidenses en $200.000 millones anuales. Sin embargo, la pandemia del COVID-19 descarriló este plan, y el déficit comercial de Estados Unidos con China se ha expandido a $361.000 millones, según datos recientes.
Trump ha vinculado explícitamente los aranceles con la crisis del fentanilo, amenazando con incrementarlos si China no frena el flujo de este opioide hacia Estados Unidos. Por su parte, China ha rechazado estas acusaciones, calificando el fentanilo como un problema interno estadounidense.
Oxford Economics ya ha rebajado sus pronósticos de crecimiento para China, advirtiendo que la guerra comercial está en sus primeras etapas y que la probabilidad de nuevos aranceles es alta. Los mercados financieros han reaccionado con nerviosismo, con las bolsas de Hong Kong recortando sus beneficios tras las represalias chinas.
A diferencia de las recientes negociaciones exitosas con Canadá y México, donde Trump logró concesiones en materia fronteriza y de seguridad, los expertos ven más complicado un acuerdo rápido con China. Como señala Gary Ng, economista de Natixis en Hong Kong, «los aranceles podrían convertirse en una herramienta recurrente, generando volatilidad en los mercados durante todo el año».
Esta escalada comercial amenaza con disrumpir nuevamente las cadenas de suministro globales y podría tener importantes consecuencias para la economía mundial, justo cuando muchos países luchan por controlar la inflación y mantener el crecimiento económico.