El papa Francisco volvió hoy a mantener un acercamiento con la Iglesia ortodoxa rusa, que apoya la invasión de Ucrania ordenada por el presidente ruso, Vladimir Putin, al reunirse en Budapest con el metropolita Hilarion, que fue durante años presidente del Departamento de Asuntos Eclesiásticos Exteriores del Patriarcado de Moscú, aunque después apartado por el patriarca Cirilo, informó el Vaticano.
Por Infobae
En encuentro, que duró unos 20 minutos en la nunciatura de Budapest, no estaba en la agenda del viaje a Hungría pero se consideraba muy probable, pues entre ambos existe una gran amistad después del trabajo de estos últimos años para el acercamiento entre la Iglesia católica y los ortodoxos rusos y que la guerra en Ucrania ha interrumpido debido al apoyo de Cirilo a la guerra que empezó Putín.
Se trata de un nuevo intento del papa Francisco para detener la guerra en Ucrania, a pesar de que las relaciones con Cirilo se han enfriado y la posible reunión, que ha sido varias veces organizada y cancelada, cada vez parece más lejos
Hilarion, quien en la práctica fue la mano derecha de Cirilo durante años, fue “desterrado” a Budapest y apartado de la cúpula de la Iglesia ortodoxa rusa por haber tomado distancias de la guerra, pero aún sigue siendo una voz muy escuchada dentro de los ortodoxos y mantiene conexiones con el gobierno ruso
Para algunos, Hilarion, de 56 años, podría convertirse en el sucesor de Cirilo cuando cambie el momento actual que vive Rusia.
El papa Francisco escuchó este sábado testimonios de ucranianos que huyeron de la guerra a Hungría y agradeció el modo, “no sólo con generosidad sino con entusiasmo”, con el que la Iglesia de este país los ha acogido, durante un encuentro con refugiados y pobres en la iglesia de Santa Isabel en Budapest, durante su segundo día de visita a la nación balcánica.
A esta Iglesia, acudieron para escuchar al papa numerosos refugiados ucranianos y paquistaníes, mientras que no se vieron a personas procedentes de África. Siria y Afganistán, mucho menos presentes ante la dura política antinmigración del Gobierno de Viktor Orbán.
En los bancos de esta iglesia también se vieron decenas de pobres y de familias gitanas de los que se ocupa Cáritas local.
El papa escuchó el testimonio de una mujer húngara, un padre de familia ucraniano y un diácono y su esposa que se ocupan de acudir a personas vulnerables y sin hogar.
Delante del papa habló Brigitta de Máriapócs, en Hungría, que contó su infancia de penurias como trabajadora en el campo y que se casó a los 17 años y vivió toda una serie de penalidades.
“Este es el testimonio que se nos pide: la compasión hacia todos, especialmente hacia los que están marcados por la pobreza, la enfermedad y el dolor. Necesitamos una Iglesia que hable con fluidez el lenguaje de la caridad, idioma universal que todos escuchan y comprenden, incluso los más alejados, incluso los que no creen”, dijo el papa tras escuchar a la madre húngara.
Y añadió: “gracias por el modo con que han acogido, no sólo con generosidad sino también con entusiasmo, a muchos refugiados procedentes de Ucrania” al recordar el testimonio de Oleg y su familia y su viaje huyendo de los horrores de la guerra.
Con información de EFE