Tegucigalpa – La presidenta de Honduras, Xiomara Castro de Zelaya, utilizó su intervención en la 79ª Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York para denunciar las interferencias y prácticas que, según ella, amenazan la soberanía y estabilidad de su gobierno. Castro señaló que enfrenta presiones similares a las que derivaron en el golpe de Estado contra el expresidente Manuel Zelaya hace 15 años.
«He resistido la opresión, la explotación y la violencia estructural impuesta por siglos. Hoy estoy amenazada por las mismas fuerzas del capital que anteriormente dieron un golpe de Estado en mi país», afirmó la mandataria. Según Castro, estas amenazas provienen de sectores que se oponen a las reformas económicas y fiscales que su administración está implementando para combatir la desigualdad y favorecer a los más vulnerables.
La presidenta hondureña criticó las injerencias extranjeras y las prácticas colonialistas que, a su juicio, continúan afectando a Honduras a través de dominios económicos, mediáticos y políticos. «Nuestra soberanía es la base fundamental y principio indeclinable de las relaciones internacionales, pero en Honduras se siguen imponiendo prácticas coloniales», enfatizó.
En su discurso, Castro cuestionó el papel de los organismos financieros internacionales y la globalización, argumentando que estos han fallado en su misión de llevar prosperidad a los pueblos. «La globalización ha fracasado. Sus resultados evidencian la concentración de riquezas en los países más ricos y en las élites, mientras la clase trabajadora es relegada y obligada a migrar y sobrevivir», sostuvo.
La mandataria también hizo hincapié en las consecuencias negativas de las políticas neoliberales y la privatización de servicios básicos, como el agua y la energía, que dificultan el acceso de la población a derechos fundamentales como la salud, la educación y la seguridad social. Criticó los tratados de libre comercio que, según ella, perjudican a los productores locales y encarecen el costo de vida.
Castro destacó la decisión de su gobierno de cancelar proyectos como las Zonas Especiales de Desarrollo Económico (ZEDEs), las cuales calificó como intentos de vender el territorio hondureño al capital internacional. Asimismo, expresó su rechazo al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), al considerar que privilegia los intereses privados sobre los estatales.
Como presidenta pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), Castro extendió su solidaridad a pueblos que enfrentan conflictos y sanciones internacionales. Condenó el «genocidio contra el pueblo palestino» y exigió un cese inmediato al fuego. También abogó por el fin del embargo contra Cuba y pidió que se retire al país de la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo. Además, manifestó su apoyo a Nicaragua y Venezuela, demandando respeto a su soberanía.
La presidenta concluyó su intervención citando a la activista hondureña Berta Cáceres: «Despertemos humanidad, todavía estamos a tiempo; que este sea un llamado de nuestra generación».
Antes de finalizar, Castro alertó sobre la degradación de la democracia en Honduras, señalando que un reducido grupo de familias poderosas ha monopolizado los recursos económicos y se opone a las transformaciones que su gobierno busca implementar. «La paz, la justicia, la libertad y la democracia continúan siendo valores fundacionales de nuestra nación y no aceptamos su secuestro», afirmó. Hizo un llamado a profundizar el sistema democrático mediante consultas populares y la participación directa del pueblo hondureño.