En el centro de nuestra galaxia vive un gigantesco agujero negro. Es tan ancho como nuestro Sol, pero millones de veces más pesado. Su inmensa atracción gravitatoria agita el polvo y el gas interestelar a su alrededor.
Por bbc.com
Este agujero negro supermasivo es el corazón palpitante de la Vía Láctea, que ha impulsado la formación y evolución de nuestra galaxia a lo largo de sus 13.000 millones de años de historia, contribuyendo al nacimiento de sistemas solares como el nuestro.
De vez en cuando, una estrella se acerca demasiado y es desintegrada, apagándose sin dejar rastro de su existencia anterior. Es una bestia aterradora, con el poder de crear y destruir a escala épica.
Casi todas las grandes galaxias tienen un agujero negro supermasivo en su centro, pero, en el gran esquema del universo, el nuestro —llamado Sagitario A*— es un auténtico peso pluma. En la última década, los astrónomos han descubierto agujeros negros mucho más grandes, conocidos como agujeros negros ultramasivos.
Medir el tamaño de objetos tan enormes y distantes (que, por su propia definición, no pueden observarse directamente) es complicado, pero sabemos que algunos de los más grandes lo son asombrosamente.
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