El secretario de Seguridad de Rusia, Nikolai Patrushev, en el desfile militar del 9 de mayo pasado en Moscú. Foto: AFP
Nikolai Patrushev es considerado por todos el natural sucesor de Vladimir Putin, la figura más influyente del círculo íntimo de poder del presidente ruso y su mejor amigo desde que eran jóvenes en San Petersburgo, que entonces se llamaba Leningrado.
Por Clarín
Ambos hijos de familias leales al régimen, con padres veteranos de la Segunda Guerra Mundial, fueron a las escuelas del Partido Comunista reservadas a la formación de la clase dirigente y después ingresaron al Comité de Seguridad del Estado, el legendario KGB. En los servicios de espionaje comenzaron sus carreras hacia las cumbres del poder.
Lo califican como un halcón, como si entre los que se sientan con Putin en el estratégico Consejo de Seguridad pudiera volar alguna paloma.
Reservado pero amable, uno de sus hijos es ministro del gobierno nacional y su única distracción del trabajo es el voley. Tres veces por semana se entrena, luciendo una camiseta con el número 13.
La prensa occidental informa y debate sobre su figura tras la invasión de Ucrania liderada por Putin con el pleno apoya y en parte la inspiración de Patrushev.
En particular el número dos del régimen vuelve a los primeros planos cuando se habla de las enfermedades que padecería Putin, del cáncer al morbo de Parkinson.
En los últimos días, por ejemplo, florecen las declaraciones de Christopher Steele, un ex funcionario de la inteligencia británica. Cuenta que Putin “tiene necesidad de curas médicas permanentes”, pero dijo que no sabe cuál es la enfermedad grave que padece.
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