Tegucigalpa.- Santiago Herrera, director del Centro de Investigaciones Económicas y Sociales del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), respondió el jueves a un informe del Banco Mundial (BM) que señala que Honduras es una de las naciones latinoamericanas que más depende de las remesas familiares. .
En 2022, Honduras recibió remesas por un total de $8.284.000.000, o el 27,1% de su PIB, según el informe del Banco Mundial.
Herrera afirma que se prevé que en 2023 las remesas se acerquen a los nueve mil millones de lempiras, lo que equivale aproximadamente al doble del 15% en exportaciones del país (excluyendo envíos de maquilas) y siempre equivalente al 27% del PIB.
Estos dos últimos (exportaciones y remesas) constituyen la mayoría de las divisas que recibe la nación, continuó.
Herrera aconsejó: «lo que no podemos hacer eternamente es pretender que vamos a vivir solo de remesas».
Instó al gobierno de Honduras a hacer esto con el fin de fomentar un entorno favorable a la inversión extranjera.
Un clima favorable a la inversión es necesario para que el país genere inversión, producción, empleo e ingresos, continuó.
Según Herrera, la inversión no se concretará a menos que Honduras tenga una reputación positiva en el extranjero, certidumbre jurídica, seguridad ciudadana y otros elementos críticos para fomentar la confianza. También tendrá que atraer capital extranjero.
Hizo hincapié en la importancia de los incentivos fiscales para Honduras con el fin de mantener y atraer inversiones, pero rechazó la noción de que la actual administración está trabajando para acabar con las exenciones a través del proyecto de Ley de Justicia Fiscal.
Para complementar los flujos de inversión nacional, dijo Herrera, «Honduras necesita flujos significativos de inversión extranjera».
De acuerdo con el experto, es fundamental que la nación adopte una política con respecto a los migrantes porque, solo en 2022, Estados Unidos y México deportaron a cerca de 90,000 hondureños, y estos individuos luego regresaron a las mismas circunstancias que los llevaron a partir: falta de oportunidades o la amenaza de violencia.
«Otro aspecto fundamental es ver cómo hacemos como país para que los que mandan dinero a sus familias no todo sea consumo, sino a inversión, como en construir viviendas y mejorar sus condiciones de vida», dijo.
Como nación, dijo, «estas son cosas que tendríamos que estar estudiando como país en vez de estar involucrado o enfocado en conflictos, de carácter político, por ejemplo, y estar centrados en qué hacemos para que el patrimonio de los hondureños que se fueron se convierta en un activo todavía más productivo para que el país salga del agujero en el que está».
