Tegucigalpa – El jueves pasado marcó un hito importante en el caso de Francisco Oropesa, ciudadano mexicano acusado de la devastadora masacre que tuvo lugar el pasado viernes 28 de abril en San Jacinto, Texas, Estados Unidos, donde perdieron la vida cinco hondureños.
Con las manos y los pies esposados, Oropesa ingresó a los Tribunales de San Jacinto, mostrando un semblante serio y tranquilo.
A pesar de los numerosos periodistas presentes que buscaban obtener declaraciones, el hombre de 38 años optó por el silencio, sin emitir ni una sola palabra. Incluso cuando le preguntaron si deseaba enviar un mensaje a su familia en México, permaneció en silencio absoluto.
Las imágenes captadas por Univision y difundidas en las redes sociales por los internautas muestran a Oropesa rodeado de un destacamento policial, incluido el alguacil y el sheriff del condado.
Al concluir la audiencia, los abogados manifestaron que aún era demasiado pronto para conocer los detalles sobre el avance del caso y si Oropesa será declarado culpable o inocente de los cargos relacionados con las muertes múltiples.
Sin embargo, entre la información que ha trascendido hasta el momento, destaca el hecho de que Francisco ha afirmado que lo ocurrido durante la noche de la masacre es “mucho más complicado y muy diferente a la versión inicial proporcionada por el testigo”, según reveló una de sus abogadas, Lisa Andrews.
Estas declaraciones apuntan a que la situación puede tener matices y circunstancias aún desconocidas, lo que promete añadir un giro intrigante a este trágico suceso.
El proceso legal continúa su curso, y tanto los familiares de las víctimas como la comunidad en general esperan que se haga justicia en este caso tan impactante.
La audiencia inicial ha dejado una sensación de incertidumbre y expectativa sobre lo que vendrá a medida que se desarrollen las investigaciones y se presente la evidencia en los tribunales. El futuro de Francisco Oropesa y la resolución de este lamentable suceso están aún por determinar.
