Tegucigalpa – La administración del presidente Donald Trump ha tomado la decisión de desmantelar formalmente la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), una institución que durante décadas ha canalizado miles de millones de dólares en ayuda humanitaria y de desarrollo a nivel mundial.
El anuncio fue realizado este viernes 28 de marzo de 2025 por el secretario de Estado, Marco Rubio, quien a través de su cuenta en la red social X expresó: «Desafortunadamente, USAID se desvió de su misión original hace mucho tiempo» y afirmó que «esta era desacertada e irresponsable desde el punto de vista fiscal ha llegado a su fin».
Según explicó Rubio, se reorientarán los programas de asistencia exterior «para que se alineen directamente» con lo que es mejor para Estados Unidos. «Continuamos con programas esenciales que salvan vidas y realizamos inversiones estratégicas que fortalecen a nuestros socios y a nuestro propio país», agregó el funcionario, quien también señaló que en la gestión de USAID «los beneficios fueron escasos y los costos demasiado altos».
De acuerdo con información publicada por el diario Washington Post, el gobierno de Trump notificó esta decisión al Congreso estadounidense al mediodía del viernes, apenas minutos antes de comunicárselo a los empleados de la agencia. El reporte indica que los trabajadores fueron informados que sus puestos serán eliminados y que las funciones residuales se incorporarán al Departamento de Estado.
Esta medida, que representa un giro significativo en la política de ayuda exterior estadounidense, probablemente enfrentará impugnaciones legales inmediatas según anticipó el Washington Post. La USAID ha sido históricamente un instrumento clave de la política exterior estadounidense, entregando anualmente miles de millones de dólares en alimentos, agua y ayuda médica para millones de personas alrededor del mundo.
Esta decisión forma parte de una serie de reformas estructurales impulsadas por la administración Trump desde su regreso a la Casa Blanca en enero de 2025, orientadas a reducir el tamaño del gobierno federal y reorientar la política exterior de Estados Unidos.
