¿Alguna vez ha sentido que su teléfono vibraba y tras sacarlo no encontró ningún mensaje de texto, llamada o notificación? Es posible que esté experimentando el “síndrome de vibración fantasma”, pero no se preocupe, no está solo. Según un estudio, 9 de cada 10 estudiantes universitarios explicaron que habían experimentado el fenómeno en la última semana. Y aunque es algo bastante común, los científicos no están seguros de por qué nos sucede.
Una de las principales teorías es que nuestro uso excesivo del teléfono y nuestra creciente sensación de que debemos estar disponibles constantemente han condicionado a nuestros cerebros a malinterpretar sensaciones, como la ropa moviéndose contra nuestra piel.
Por La Razón
¿En qué consiste?
El síndrome de vibración fantasma es una percepción falsa de que el teléfono vibra cuando en realidad no es así y es un fenómeno experimentado por cientos de personas cada año. Sin embargo, hay ciertos momentos en los que esta falsa percepción puede confundirnos con más facilidad: durante una actividad física, cuando nos encontramos en un lugar ruidoso o viendo la televisión, ya que nuestro cerebro se encuentra especialmente alerta en esos momentos. Por otro lado, el síndrome de vibración fantasma también se conoce por muchos otros términos, entre los que se encuentran: vibraciones fantasma, timbre fantasma, ansiedad anular, hipovibrocondria y fauxcellarm.
Los psicólogos creen que el síndrome de vibración fantasma es una actividad inusual que representa nuestra profunda conexión con nuestro teléfono. El cerebro humano tiene dificultades para decidir si la señal que proviene de cerca de la piel es en realidad del teléfono que vibra o de cualquier otra fuente. Es un reflejo basado principalmente en la decisión de nuestra mente. Pero, de nuevo, a nadie le gusta encontrarse con una llamada perdida, por lo que nuestra mente está sesgada a revisar el teléfono regularmente en lugar de perder una llamada importante. El síndrome de vibración fantasma está lejos de cualquier alucinación patológica. De hecho, es nuestro sistema perceptivo haciéndolo lo mejor que puede en un mundo incierto y ruidoso.
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