Las personas que sufren de este trastorno pueden aplicar algunos cambios en su estilo de vida como una alimentación equilibrada y practicar deporte.
Por Infobae
El síndrome del colon irritable (SII) se caracteriza por un conjunto de manifestaciones que abarcan dolor abdominal recurrente y alteraciones en el patrón de las deposiciones, ya sea diarrea, estreñimiento o una combinación de ambos, de acuerdo con los Institutos de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés).
Para quienes padecen este trastorno o buscan prevenirlo, existen una serie de alimentos recomendados y hábitos de vida saludables que pueden ser beneficiosos.
Por ejemplo, se puede implementar una dieta balanceada rica en Kiwi, salmón o nueces, pues diversos estudios han demostrado que debido a sus propiedades ayudan combatir esta enfermedad.
Consumir kiwi por su contenido de fibra
El kiwi, al ser una fuente de fibra, generalmente es bien tolerada y puede ser beneficiosa para algunas personas que padecen de este trastorno. Una investigación difundida por la revista Gastroenterology and Hepatology from Bed to Bench llegó a la conclusión que una mayor ingesta de fibra soluble estaba asociada con un riesgo reducido de desarrollar SII.
No obstante, el estudio subraya la necesidad de abordar de manera integral y personalizada la relación entre la dieta y esta enfermedad en la práctica clínica.
En la misma línea, un estudio publicado por The American Journal Gastroenterology señaló que la ingesta diaria de dos kiwis verdes está vinculada a una mejora sustancial en la frecuencia de las deposiciones espontáneas completas, alivio en la sensación de malestar abdominal, reducción del esfuerzo defecatorio y optimización en la consistencia de las heces.
De acuerdo con los NIH, añadir demasiada fibra de manera repentina podría provocar una producción excesiva de gases y potencialmente exacerbar los síntomas del síndrome de intestino irritable (SII).
Por eso, se recomienda que aumente su ingesta de fibra lentamente, aproximadamente de 2 a 3 gramos diarios, para minimizar el riesgo de gases y otras molestias digestivas.
Ingerir salmón
De acuerdo con una investigación difundida por International Journal of Molecular Sciences, la suplementación con ácidos grasos omega 3, que está presente en pescados azules como el salmón, podría tener efectos beneficiosos en el manejo de las enfermedades inflamatorias intestinales.
Además, la American Heart Association recomienda ingerir 2 porciones de pescado (especialmente pescado graso) por semana. De acuerdo con la institución, ingerir este alimento con regularidad se asocia con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Incluso, puede reducir el riesgo de cardiopatía y derrame cerebral.
Seguir una dieta baja en FODMAP
De acuerdo con Medline Plus (portal de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos), una dieta baja en FODMAP (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables), que limita ciertos tipos de carbohidratos fermentables, se ha mostrado prometedora para aliviar los síntomas en personas con síndrome del intestino irritable.
Según la página web, en una dieta baja en FODMAP, se recomienda evitar ciertos alimentos que puedan agravar los síntomas del síndrome del intestino irritable.
Entre las verduras a evitar se incluyen el ajo, las cebollas y vegetales como brócoli, coliflores y alcachofas. Las frutas ricas en fructosa también se deben limitar, evitando manzanas, peras y cerezas, entre otras.
Se aconseja restringir el consumo de legumbres como frijoles, lentejas y garbanzos. Las carnes procesadas o marinadas que contengan ajo y cebolla, así como los productos lácteos derivados de vaca, cabra y oveja, y alternativas como leche de coco y ciertos quesos blandos y sin madurar, deben ser igualmente excluidos de la dieta. Además, se debe tener cuidado con la leche de soja y productos fermentados como el yogur.
Hacer ejercicios
Según una publicación de Nutrients, el ejercicio regular desempeña un papel fundamental en el manejo del síndrome del intestino irritable (SII). Practicar actividad física contribuye de manera positiva al estado general de salud, al funcionamiento corporal y al bienestar emocional.
Además, puede ayudar a reducir la intensidad y la frecuencia de los síntomas asociados con el SII. Entre las actividades recomendadas para quienes padecen esta condición se encuentran caminatas, ciclismo, natación, yoga y ejercicios aeróbicos.