Una iglesia medieval, el museo de la Emigración o disfrutar de su litoral fluvial, al más puro estilo Mediterráneo, son algunos de los motivos líquidos y rojos para visitar esta ciudad alemana.
Por El País
1. Arquitectura portuaria y patrimonial
Speicherstadt es la mayor red de almacenes conectados del mundo. 26 hectáreas en una isla fluvial del Elba en la que se asientan 17 construcciones de ladrillo rojo de aspecto medieval en las que se han almacenado café, té, cacao, especias y tabaco. Hoy lo hacen las alfombras persas de gran tamaño. Desde 2015 este complejo de almacenes y el vecino edificio Chilehaus (Casa Chile), con la forma de una proa de un barco abriéndose camino en el mar, están incluidos en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco.
2. Memoria del pasado
La iglesia medieval de San Nicolás, el patrón de los comerciantes y de la gente de mar, fue presa de las llamas del gran incendio de 1842. Sobre aquel páramo chamuscado se levantó otra que fue bombardea por el bando aliado durante la II Guerra Mundial. Hoy solo quedan unas ruinas que se han convertido en un memorial para recordar los avatares que ha sufrido Hamburgo a lo largo de su historia.
3. El lugar de las despedidas
El Museo de Emigración se encuentra en la denominada Ciudad Ballin, en la hamburguesa isla de Veddel, en honor al propietario de la empresa Hamburg Amerika Line. El señor Ballin construyó en este lugar una ciudad con hospitales, templos religiosos de diferentes credos, teatros, restaurantes y viviendas, para las personas que esperaban turno para embarcar en los barcos rumbo a América, entre 1850 y 1939. El museo en cuestión, por medio de la tecnología y medios audiovisuales, reconstruye la historia de la emigración.
4. Para ver por dentro y por fuera
La Elbphilharmonie es una impresionante sala de conciertos a orillas del río Elba levantada sobre un antiguo almacén en el extremo occidental de la Hafen City (Ciudad del Puerto). Su fachada de vidrio rematada en un tejado en forma de un mar con oleaje se ha convertido en la nueva imagen de postal de Hamburgo. La Elbphilharmonie combina una arquitectura innovadora, en un emplazamiento privilegiado, con una acústica que ya les hubiera gustado disfrutar a los griegos y con un programa de conciertos pensado para acercar a la mayor cantidad posible de público a la música.
5. Los goles son lo de menos
En el gamberro y activista barrio de Sankt Pauli se pudo escuchar por primera vez, fuera de Inglaterra, a unos desconocidos The Beatles. En el mismo vecindario se encuentra Millerntor. Un estadio en el que suena Hells Bells de AC/DC al saltar al césped los jugadores y Song 2 de Blur cuando mete un gol el equipo local, el F. C. St. Pauli, el club de fútbol más comprometido social y políticamente de Alemania. Un equipo que juega para luchar por sus reivindicaciones antirracistas, antifascistas y contra la homofobia, más que por la victoria del partido. 90 minutos en los que sus militantes aficionados permanecen de pie.
6. Baño en una playa fluvial
Hamburgo cuenta con un arenal de un kilómetro de largo de los tres que hay entre Övelgönne y Teufelsbrück, al oeste de la ciudad. La ciudad luce y disfruta su litoral fluvial, al más puro estilo Mediterráneo. En Hamburgo, gracias al Elba, a quien le apetezca puede calzarse unas chanclas, ponerse el bañador y estirar la toalla sobre la arena. A los que la arena les incomoda o el agua les parece que está fría, también pueden tomar asiento en un club de playa, a la altura del viejo muelle de Sankt Pauli.
7. Donde se dan cita los trasnochadores
En el Mercado de Pescado los domingos, bien temprano, se puede ir a desayunar, cerveza en mano, café, arenques, ostras y una pieza de bollería, al tiempo que se observa a los tipos que tienen pinta de no haber terminado la juerga que comenzaron la noche anterior. La historia de este sitio se remonta al año 1703. Desde entonces, productores locales venden pescado, carne, verduras y platos preparados típicos hamburgueses. La relación de Hamburgo con el agua es tan estrecha que cada vez que el río Elba se desborda la plaza se inunda, sin embargo, nunca lo ha hecho en domingo, hasta la fecha.
8. Un lago dual
En Hamburgo el agua se manifiesta en ríos, canales y lagos. En el corazón de la ciudad, el río Alster se convierte en dos lagos: el Interior y el Exterior. Unas 164 hectáreas de superficie acuática surcadas por pequeños botes de vela, de remos y turísticos. En mitad del lago uno adivina lo agradable que también es pasear por la orilla del Alster, una de las zonas residenciales más apetecibles de la ciudad.