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A medida que el planeta se calienta, sube el riesgo de enfermedades infecciosas

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Distintos informes internacionales dan cuenta del crecimiento de la malaria, el dengue y hasta las garrapatas. Las olas de calor hacen desplazar a los animales y las patologías que transmiten a sitios más frescos de la Tierra.

Por Infobae

Las olas de calor que azotan a Estados Unidos y Europa siguen batiendo récords superiores a 40 grados en cientos de ciudades, mientras en el Cono Sur, grandes urbes como Buenos Aires registraron más de 25 grados en pleno invierno. Este escenario muestra una marca inequívoca sobre el calentamiento global que la Tierra sufre hoy.

Los fenómenos climáticos extremos forman parte de la crisis climática que sufre la humanidad y amenaza su propia existencia, debido al incremento de distintas enfermedades y a la inestabilidad del ciclo natural.

La tropicalización de varias regiones antes frías, una mayor presencia de elementos plásticos como reservorios y criaderos de mosquitos, entre otros aspectos, colabora con la propagación de enfermedades como el dengue o la malaria, que están en aumento en la actualidad. Además, por el aumento de las temperaturas promedio durante las últimas décadas, se generan con más frecuencia fenómenos extremos como olas de calor, inundaciones, aludes, e incendios de vegetación.

“Es la mayor crisis sanitaria de nuestro tiempo”, afirmó el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, compuesto por un grupo de expertos climáticos que alerta que las muertes relacionadas con el calor se pueden triplicar para el año 2050. Es que gracias a los avances médicos y la extensión de las redes de agua potable, las personas en todo el mundo viven vidas más largas y saludables que hace apenas medio siglo, pero el cambio climático amenaza con deshacer ese progreso.

En todo el planeta, los animales, y las enfermedades que éstos transmiten, están cambiando para adaptarse a un globo terráqueo nuevo. Y no están solos: las garrapatas, los mosquitos, las bacterias, los virus, las algas e incluso los hongos están en movimiento, cambiando o ampliando sus rangos históricos para adaptarse a las condiciones climáticas que están modificándose a un ritmo extraordinario.

Para escapar del aumento de las temperaturas en sus rangos nativos, los animales están comenzando a trasladarse a elevaciones más altas y más frescas, trayendo consigo enfermedades. Eso representa una amenaza para las personas que viven en esas áreas y también conduce a una mezcla peligrosa entre los animales recién llegados y las especies existentes, según un reciente estudio científico.

Estos cambios no están ocurriendo en el vacío. La deforestación, la minería, la agricultura y la expansión urbana están acabando con las áreas silvestres restantes del mundo, lo que contribuye a la pérdida de biodiversidad que se está produciendo a un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad. Las poblaciones de especies de las que los humanos dependen para su sustento están disminuyendo y siendo empujadas a porciones de hábitat cada vez más pequeñas, creando nuevos puntos críticos para que las enfermedades pasen de los animales a los humanos.

Mientras tanto, la cantidad de personas que experimentan las repercusiones extremas del calentamiento del planeta continúa creciendo. El cambio climático desplaza a unos 20 millones de personas cada año: son las que necesitan vivienda, atención médica, alimentos y otros elementos esenciales que ejercen presión sobre sistemas ya frágiles que están cada vez más presionados.

Todos estos factores crean condiciones propicias para la enfermedad humana. Las enfermedades antiguas y nuevas se están volviendo más frecuentes e incluso están apareciendo en lugares donde nunca antes se habían encontrado.

La temperatura global promedio ha aumentado aproximadamente 1 grado centígrado desde el período preindustrial, y ha aumentado constantemente más de 0,2 grados cada década.

Esto no solo ha afectado la actividad humana, sino también la distribución geográfica de los animales, por ejemplo, mosquitos y garrapatas, que pueden portar y transmitir una variedad de enfermedades infecciosas, como la malaria y el dengue.

Respecto a la malaria, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EEUU informaron recientemente siete casos de malaria adquirida localmente en Texas y Florida. Esta es la primera vez en más de 20 años que se diagnostica malaria no relacionada con viajes en Estados Unidos, lo que genera alarma entre los médicos y los funcionarios de salud pública.

La malaria, causada por el parásito Plasmodium, puede ser una enfermedad grave y potencialmente mortal. A nivel mundial, ocurren 240 millones de casos cada año, con más de 600,000 muertes reportadas. Las personas infectadas pueden desarrollar fiebre, dolor de cabeza, dolores corporales y vómitos/diarrea.

Dada la falta de transmisión endémica de la malaria en varios países, existe una ausencia de inmunidad a nivel de población. Esto puede facilitar futuros brotes y potencialmente aumentar la gravedad de los casos, cuando ocurran.

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