La inflación que ha estado afectando a los europeos disminuyó drásticamente en septiembre, fortaleciendo las esperanzas de que los consumidores eventualmente paguen menos por alimentos, vacaciones y los recortes de cabello, y que el Banco Central Europeo no tenga que subir más las tasas de interés.
Por AP
La tasa anual fue del 4,3% este mes, comparado con 5,2% en agosto. Pero los recientes aumentos de los precios del petróleo están ensombreciendo las perspectivas de reducir la inflación hasta el objetivo del banco central del 2%.
La inflación subyacente, que excluye los volátiles precios de los combustibles y los alimentos, cayó más de lo que esperaban los analistas: del 5,3% al 4,5%, según datos publicados el viernes por la agencia de estadísticas de la Unión Europea, Eurostat. El BCE sigue de cerca esta cifra para evaluar cómo está bajando la inflación.
La caída de la inflación básica “refuerza nuestra opinión de que el BCE ha terminado de subir las tasas de interés”, dijo Jack Allen-Reynolds, economista jefe adjunto para la eurozona en Capital Economics. Predijo que la tasa de inflación general caería al 3,5% a finales de año.
Los precios de la energía cayeron 4,7% en septiembre, mientras que la inflación de los alimentos se mantuvo incómodamente alta en un 8,8%.
Las lecturas en las principales economías que utilizan el euro fueron heterogéneas. La inflación anual de Alemania cayó al 4,3% en septiembre desde el 6,4% del mes anterior, mientras que la de España aumentó al 3,2% desde el 2,4%.
Los economistas advierten, sin embargo, que la gran caída en Alemania, la economía más grande de los 20 países de la eurozona, fue exagerada por un capricho estadístico: el fin de un boleto de transporte subsidiado y un subsidio al combustible en septiembre creado en 2022 que elevaron los precios al consumidor ese mes.
Las últimas cifras de inflación siguen a lo que pudo haber sido el último aumento de las tasas de interés por parte del BCE en su rápida serie de aumentos. El banco llevó su tasa de depósito de referencia a un máximo histórico del 4% este mes, frente al -0,5% en julio de 2022.
Los altos precios han estado frenando la economía europea porque los sueldos de la gente no alcanzan igual para cubrir sus cuentas, lo que los obliga a recortar otros gastos.
Este estallido de inflación se desencadenó cuando la economía mundial se recuperó de la pandemia de COVID-19, lo que provocó escasez de materias primas. La situación empeoró cuando Rusia invadió Ucrania, lo que disparó los precios de la energía y Moscú cortó la mayor parte del gas natural a Europa.
Los cuellos de botella en las cadenas de suministro y los precios de la energía se han aliviado, pero la inflación se ha abierto camino en la economía. Los precios son más altos para servicios como cortes de pelo y estadías en hoteles, y los trabajadores han exigido aumentos salariales para compensar su poder adquisitivo perdido.
El BCE ha estado tratando de controlar la inflación elevando las tasas de interés, lo que encarece los préstamos para grandes compras como casas o nuevos equipos industriales para expandir un negocio. Eso reduce la demanda de bienes y, a su vez, la inflación.
Pero las tasas más altas también pueden afectar el crecimiento económico, lo que deja al banco central frente a un acto de equilibrio sobre hasta dónde llegar.