El calentamiento global y la suba de los niveles de humedad amenazan a unas 2.000 de estas especies.
Por Infobae
El Índice de la Lista Roja (RLI) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) documenta las tendencias de riesgo de extinción de grupos de especies a lo largo del tiempo, generando información que es crucial para la priorización y planificación de la conservación. La Evaluación Global de Anfibios (GAA1) de 2004 se publicó en la Lista Roja de la UICN, demostrando que eran la clase de vertebrados más amenazada en todo el mundo y ha sido ampliamente utilizada para guiar y motivar los esfuerzos de su conservación. Sin embargo, las ranas, salamandras, tritones y otros anfibios del mundo siguen teniendo serios problemas.
Una nueva evaluación global encontró que el 41% de las especies de anfibios que los científicos han estudiado están amenazadas de extinción, lo que significa que son vulnerables, están en peligro o en situación crítica. Esto representa un aumento del 39% de lo reportado en la última evaluación, en 2004.
El estudio, que fue publicado en la revista Nature, encontró que la pérdida de hábitat, debido a la expansión de la agricultura y la ganadería, es la mayor amenaza para los anfibios en todo el mundo. Pero un porcentaje cada vez mayor de especies ahora también se encuentra al borde del abismo debido a nuevas enfermedades y al cambio climático, según detalla el estudio.
Particular desprotección
Los anfibios son animales especialmente vulnerables. Tienen distintas etapas de vida y cada una de ellas, a menudo, requiere de hábitats separados, por lo que estas instancias pueden verse alteradas por cambios en el entorno acuático o terrestre.
También corren riesgo debido a su delicada piel. La mayoría de los anfibios absorbe oxígeno para respirar a través de ella, por lo que no tiene escamas, plumas ni pelaje que los proteja. La contaminación química, las bacterias y las infecciones por hongos los afectan rápidamente, al igual que los mayores cambios en los niveles de temperatura y humedad debido al cambio climático.
“Por ejemplo, las ranas suelen ser nocturnas. Si hace demasiado calor, no saldrán ni siquiera de noche porque perderían demasiada agua a través de la piel -analizó la especialista Patricia Burrowes, coautora del estudio e investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid-. Pero permanecer en lugares de descanso protegidos limita la capacidad de las ranas para comer y reproducirse”.
Este verano fue el más caluroso registrado en el hemisferio norte, y 2023 está en camino de ser el segundo más caluroso a nivel mundial, después de 2016. Los avances en la tecnología para rastrear animales y las variaciones climáticas permitieron que el nuevo estudio utilizara datos mucho más precisos que los de la evaluación de 2004. “De este modo, hemos logrado comprender mucho mejor algunos riesgos”, indicó Burrowes.
El estudio identificó las mayores concentraciones de especies de anfibios amenazadas en varios puntos críticos de biodiversidad, incluyendo las islas del Caribe, los Andes tropicales, Madagascar y Sri Lanka. Otros lugares con un gran número de anfibios amenazados incluyen el Bosque Atlántico de Brasil, el sur de China y el sureste de Estados Unidos.
“Los hallazgos de este estudio confirman que la crisis mundial de extinción de anfibios no ha disminuido. Fundamentalmente, el principal impulsor del deterioro del estatus es el paso de las enfermedades al amenazante espectro del cambio climático. Esto es especialmente preocupante porque a menudo exacerba otros riesgos, como el cambio de uso de la tierra, los incendios forestales o las enfermedades. Por lo tanto, los resultados resaltan la necesidad de investigar e implementar acciones de conservación que aborden los efectos del cambio climático específicos de cada especie, particularmente para aquellas identificadas como en riesgo inminente de sufrir una disminución grave en su población”, concluyó la especialista.