Recorrer el lago de Como, visitar deliciosa región del Piamonte, viajar de Trieste a Sappada o descubrir la Toscana etrusca. Viajes para disfrutar de los paisajes, la gastronomía, la historia y la naturaleza del país a un ritmo pausado.
Por El País
Hay pocos lugares tan interesantes como Italia para recorrer por carretera. Y si es en coche o camper, mejor: tendremos más autonomía y libertad para salirnos de las rutas convencionales y descubrir lo mejor del país. Ciudades románticas y monumentos históricos, sabrosa gastronomía y un paisaje que abarca desde cumbres nevadas y lagos de cuento hasta parajes remotos y costas espectaculares; de las cumbres alpinas a los pueblos toscanos en lo alto de las colinas o los pueblos pesqueros en la costa Amalfitana.
Algunos de los hitos más famosos del mundo se alternan con joyas poco conocidas que mantienen la emoción del descubrimiento. Sobre cuatro ruedas y con el alojamiento a cuestas, Italia está cubierta de rutas para todos los gustos, desde visitas a ciudades gourmet y viñedos históricos hasta días de sol y playa en las costas menos masificadas o senderismo por preciosos parques nacionales. Aquí van ocho propuestas de road trip para recorrer el país.
1. Los idílicos lagos italianos
Muchos escritores, desde Goethe hasta Hemingway, han alabado los lagos italianos, bordeados de espectaculares montañas nevadas y con lujosas villas y jardines exuberantes. Con cinco días y hasta una semana recorriendo carreteras podemos hacernos a la idea de su enorme atractivo. En el lago Maggiore, los palacios de las islas Borromeas forman una flota de hermosos bajeles, mientras las frondosas laderas del lago de Como evocan jeques árabes y escenarios de películas de James Bond. En el lago Maggiore se puede hacer una excursión por los silenciosos bosques del valle Cannobina y en la localidad de Stresa recuperar fuerzas en un nostálgico café de belle époque. En Como, podemos soñar con convertirnos en Napoleón o en el agente 007 en una villa dorada al borde del agua, mientras que, hacia el interior, Bérgamo resulta igualmente clásica, aunque menos pretenciosa. Pero hay mucho más.
Parada impresionante de esta ruta por las carreteras de los lagos es por ejemplo Verbania, la capital de la provincia de Verbano-Cusio-Ossola. En realidad, hay dos Verbanias: Pallanza, un laberinto de sinuosas callejuelas y lugar de embarque a las islas Borromeas, e Intra, con un puerto mayor, más moderno, para los ferris. Entre ambas se halla la decimonónica Villa Taranto. En 1931, el arquero real y capitán escocés Neil Boyd Mc Eacharn compró la villa a la familia Saboya y empezó a plantar 20.000 especies vegetales; hoy es uno de los mejores jardines botánicos de Europa.
2. Piamonte para ‘gourmets’
El Piamonte es una propuesta fantástica para dedicarle una semana. Si, además, escogemos el otoño para recorrer sus carreteras, podremos hacer una parada en los diferentes festivales gastronómicos que han hecho de la región un paraíso gourmet. Sus montañas, valles y ciudades son un escaparate de las especialidades del norte de Italia, con dulces avellanas, raras trufas blancas, arroz arborio y uvas nebbiolo que se convierten en vinos barolo y barbaresco. En la cuenca del río Po lucen las estrellas Michelin, y con toda la razón. Lo mejor es organizar una ruta epicúrea y contrarrestar el exceso de calorías con caminatas y paseos en bicicleta.
Se puede comenzar en Turín, la ciudad que ofreció al mundo la primera tableta de chocolate. También es famosa por acoger uno de los mayores misterios (el Santo Sudario), por su extraordinario Museo Egipcio y porque tuvo un papel decisivo en la creación del Estado italiano. Esta variada historia se puede seguir en el Museo Nazionale del Risorgimento Italiano. Aparte del relato nacional y del intrigante Sudario, sobre el que se puede ampliar la información en el Museo della Sindone, se suele visitar esta ciudad por su chocolate. Organizar el viaje para que coincida con el festival Cioccolatò es un buen inicio. Chocolate aparte, Turín es la sede del revolucionario supermercado slow food Eataly, que ocupa una antigua fábrica, vende una asombrosa variedad de bebidas y alimentos sostenibles y acoge con regularidad catas y talleres de cocina.
3. De Trieste a Sappada, recorriendo Friuli-Venecia Julia
En los límites nororientales del país, las carreteras de la región de Friuli-Venecia Julia que van de Trieste a Sappada revelan un patrimonio cultural único, que a lo largo de los siglos ha ido recibiendo las influencias de sus vecinos austriacos y eslavos. Se parte desde Triestey, al alcanzar el único punto de Austria desde donde se divisa el mar, se sube hasta Cividale del Friuli, donde visitar la única escuela europea de mosaicos en Spilimbergo, saborear vino Tocai de procedencia húngara en Collio y terminar en la montañosa Sappada. Es una ruta perfecta para dedicarle una semana (unos 200 kilómetros) y descubrir una tierra de frontera, plurilingüe, multicultural y llena de historia.
Trieste es una ciudad que merece por sí misma un viaje. Floreció bajo los auspicios de los Habsburgo entre 1382 y 1918, y atrajo a escritores y filósofos como Thomas Mann y James Joyce a sus animados cafés de Piazza dell’Unità d’Italia. Allí disfrutaban del carácter abierto de Trieste, punto de encuentro de las culturas latina, eslava, judía y germánica. El barrio de Borgo Teresiano refleja este batiburrillo cultural y en la Via San Francesco d’Assisi se pueden visitar la sinagoga y la Chiesa di Santo Spiridione, un increíble templo ortodoxo serbio.
No muy lejos, es parada obligada Aquilea. Colonizada por Roma en el 181 a.C., fue una de las ciudades más grandes y ricas del Imperio. Arrasada por los hunos de Atila en el año 452, sus habitantes huyeron hacia el sur y el oeste, donde fundaron Grado y luego Venecia. A comienzos de la Edad Media surgió una localidad más pequeña sobre la ciudad romana con la construcción de la actual basílica, que conserva algunos de los suelos de mosaicos más grandes y espectaculares del mundo. Además de la basílica, entre los vestigios dispersos de la urbe romana están las ruinas de Porto Fluviale, el viejo puerto, y las columnas del antiguo foro en Via Giulia Augusta.
Estamos en una región donde se producen algunos de los mejores vinos blancos de Italia, con variedades locales como el friulano, la malvasía de Istria y el ribolla gialla. Un mosaico de viñedos rodea el pueblo de Cormòns. Incluso en temporada, es fácil visitar docenas de bodegas familiares y degustar raras cosechas con vinateros.
Los siguientes 18 kilómetros hasta Cividale del Friuli son los más espectaculares de la ruta, conduciendo por una carretera secundaria que atraviesa los viñedos y pasa por varios pueblecitos. Cividale, fundada por Julio César en el año 50 antes de Cristo invita a un paseo matutino por sus pintorescas calles de piedra o hacerse una foto en el Ponte del Diavolo, que divide la localidad en dos.
4. Por los Dolomitas vénetos
La carretera que atraviesa los Dolomitas vénetos pasa por uno de los tramos rurales más sofisticados y menos visitados de Italia. Algunas de las villas y pueblos medievales amurallados más bonitos de la región del Véneto están aquí, y un poco más al norte las vides de prosecco tapizan las ondulantes laderas de los Alpes. Todo ello, coronado por la gran estrella italiana de las estaciones de esquí: Cortina d’Ampezzo, siempre de moda, cara e impresionantemente bella. Una ruta en camper de siete días nos puede llevar a rincones mágicos como Treviso, Asolo, Possagno o Belluno.
Treviso es el punto de inicio. Esta ciudad, con murallas medievales, canales, callejas adoquinadas e iglesias con frescos, ha vivido siempre eclipsada por la cercanía de Venecia, pero es un lugar estupendo para experimentar la auténtica vida del Véneto lejos de las aglomeraciones. Como su vecina, está cercada por el agua: sus murallas están rodeadas por un foso con aguas del río Sile, que discurre hacia el sur de la ciudad. Verdes parques, sauces llorones y norias le dan encanto, igual que su lonja de pescado. Para completar la visita con una experiencia auténtica hay que visitar una osteria tradicional, como la Osteria Dalla Gigia o Hostaria dai Naneti.
Continúe leyendo aquí