Cerca del 60% del crecimiento de la población ocupada de 2023 se explica por los extranjeros recién llegados al país y por los que tienen doble nacionalidad.
Por El País
Son extranjeros. La nueva cara del pujante mercado laboral español que atrae a más inmigrantes de año en año. Aunque mayoritariamente movidos por unas condiciones en origen que dejan mucho que desear, ya sea desde el punto de vista político, económico o de la seguridad, como le ocurre al colombiano Jairo Zamora Daza, cada día hay más personas que se mudan a territorio nacional para hacer realidad sus sueños profesionales. Gabriela Lijó es una estadounidense que se ha trasladado a Madrid para montar una empresa desde cero; Olga Akulich es una bielorrusa contratada para dirigir un negocio en 15 países desde Barcelona y Suvethigaa Shanthirabalan es una informática francesa interesada en la carrera internacional. Ellos forman parte del estirón que dio el empleo foráneo el año pasado: de los 749.000 puestos de trabajo que se crearon en España tras la revisión estadística del INE, el 41,9% fueron ocupados por extranjeros (313.900).
La llegada de inmigrantes a España no ha dejado de aumentar desde 2020, intensificándose a partir de 2022, “gracias al tirón del mercado de trabajo y la buena marcha de la economía”, explica el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones por correo electrónico. El año pasado la población foránea creció un 10,54%, la cifra más elevada de los últimos diez años. Aunque representa solo el 12,7% de la población total española, acorde con el Informe del Mercado de Trabajo de los extranjeros 2024 del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), ha acaparado el 17,8% de la ocupación.
“Entre los grandes países europeos, España destaca por su atractivo para la inmigración, sobre todo para la migración laboral”, asegura Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas, que explica que el modelo productivo español se caracteriza por ser muy extensivo: su crecimiento se basa en la incorporación de más mano de obra al mercado. En 2022, últimos datos disponibles, llegaron a nuestro país 1.258.894 personas, casi un 42% más que el ejercicio precedente y el saldo migratorio final fue de 727.000. “Si entran extranjeros es porque ven mayor potencial de crecimiento aquí que en otros países”, prosigue Torres.
Si además de a los migrantes se tiene en cuenta a los residentes en España de larga duración nacidos en otros países, los extranjeros contribuyen con el 58,9% de los puestos de trabajo creados el año pasado, precisa Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research. Estas personas con doble nacionalidad que han ocupado 127.500 empleos se están activando ante un mercado de trabajo en el que se ha incrementado notablemente la oferta y que dispensa mejores condiciones laborales y mayores salarios que antes, explica. También ante el aumento de la inflación que provoca que los hogares necesiten que más miembros ingresen un sueldo.
En los tres últimos años los extranjeros acaparan el 52,9% del empleo generado en España. Se trata de un abultado porcentaje que pone de manifiesto la importancia de los nacidos en el exterior en una economía envejecida como la española y en la que actualmente no se cubren todos los puestos que se necesitan. “Ellos permiten el aumento del empleo; si no estuvieran, el PIB crecería por debajo, como ocurre en los países de nuestro entorno”, añade Cardoso.
El aumento de la afiliación de los inmigrantes ha multiplicado por cuatro la nacional. Y, según Javier Blasco, director de The Adecco Group Institute, ofrece grandes ventajas al mercado de trabajo español, pues está rejuveneciendo la población ocupada, contribuyendo así a combatir su envejecimiento y, además, se trata de una población que tiene bien asentada la cultura del esfuerzo y la vocación de recualificarse, asevera, especialmente en el caso de los originarios de América Latina, como pueda ser el ejemplo del boliviano Alexander Espada en el sector de la construcción. “Van a seguir tirando de la creación de empleo y recapacitándose porque los extranjeros sí que han entendido que a mayor formación, mayor empleo y mayor salario”, destaca el directivo.
Según Blasco, ha habido un cambio en la estructura de las nacionalidades de origen de los extranjeros, en las ocupaciones, en su cualificación y en sus edades (el 42% en edad de trabajar, entre 25 y 44 años). Si bien, como dice María Miyar, doctora en Sociología por la UNED y economista de Funcas, las llegadas de extranjeros procedentes de América Latina siguen representando el grueso, el 53% del total; actualmente los ciudadanos que vienen de Colombia, Perú y Venezuela han disparado sus afiliaciones durante 2023, con crecimientos de casi el 38%, el 31% y el 19%, respectivamente, seguidos por los de Honduras y Argentina, con el 17% y 16%. El aumento más pronunciado fuera de Latinoamérica es el de Italia, con una subida próxima al 11%. En cualquier caso, los dos países de origen con más trabajadores afiliados en territorio patrio continúan siendo Rumania y Marruecos, con más de 300.000 personas por las 174.000 que ha alcanzado Colombia.
“La composición de la mano de obra foránea no solo responde a tópicos. Se ha diversificado la entrada de trabajadores por nivel educativo. Aunque mayoritariamente el nivel es inferior al de los españoles, esto ya no es así para los europeos y empieza a cambiar para los latinoamericanos con la llegada de venezolanos, argentinos y colombianos, que tienen un bagaje educativo mejor que el de ecuatorianos y bolivianos” protagonistas de anteriores flujos migratorios, sostiene Raymond Torres. En opinión del portavoz de Adecco, con el cambio en la estructura de las ocupaciones, los rumanos están relevando a muchos latinos en la hostelería, por ejemplo.
“Se tiende a pensar que los inmigrantes son analfabetos, pero no lo son. Y un número muy alto está sobrecualificado como ocurre con los españoles”, apoya Rosa Aparicio, investigadora de la Fundación Ortega Marañón, que critica que se sigue tardando mucho tiempo en convalidar los estudios y eso es traumático para ellos. Tetiana Kravets, ucraniana de 28 años que trabaja como recepcionista en un hotel Meliá de Magaluf (Mallorca) con sus cinco idiomas y una titulación de Administración y Dirección de Empresas porque no encuentra un empleo relacionado con sus estudios como le gustaría, es una clara muestra.
Los inmigrantes suelen recalar mayoritariamente en trabajos del sector servicios (79% de los afiliados), fundamentalmente en restauración, hoteles, comercio, cuidados del hogar… con lo que las vacantes no se ocupan de forma selectiva, aprecia Miguel Cardoso, sino con la mano de obra que llega del exterior, por lo que los déficits de personal cualificado, como pueda ser el de la industria con solo un 9% de extranjeros afiliados, se quedan sin cubrir. La mayoría de los inmigrantes desempeñan trabajos que los españoles suelen despreciar, según María Miyar, como actualmente sucede con la construcción (con un 11% de afiliados foráneos). “Se aprecia un cambio sectorial significativo: que la fuerza laboral de la construcción crece solo por los extranjeros”, prosigue Torres. Y es que, según Alexander Espada, “aguantamos más por necesidad”.
Y no solo eso, entre las personas nacidas fuera de España las áreas laborales que más crecimiento experimentan son información y comunicaciones (que sube tanto como la hostelería, un 12%), consultoría, actividades científicas, finanzas, actividades sanitarias… (que crecen un 11%, como la construcción); empleos de mayor cualificación y mayor valor añadido que no eran tan frecuentes hasta ahora, destaca el responsable de BBVA Research, que se queja de no tener los suficientes datos como para cuantificar el impacto que están teniendo estos empleos de mayor calidad en el colectivo ni cómo están influyendo en la productividad española.
Además, apostilla el director de Coyuntura de Funcas, toman impulso las ocupaciones de nivel técnico superior: los directivos ganan relevancia, sobre todo entre europeos y latinoamericanos. De hecho, según la firma de recursos humanos Synergie, el 40% de las empresas españolas busca estos perfiles en el extranjero. Oisin O’Keefee, desarrollador informático irlandés de 39 años, es el responsable de la oficina que la firma tecnológica Globant acaba de abrir en Logroño con un equipo que ha pasado de 12 a 50 profesionales y que quiere llegar a 200 en 2025. Con una carrera profesional desarrollada en Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón, este profesional que pensaba que Logroño iba a ser un paso atrás en su carrera, ahora está encantado con su responsabilidad y no se sorprende cuando recibe solicitudes de extranjeros para trabajar allí: la calidad de vida es un gran aliciente.
Cada vez hay más movilidad internacional porque no se encuentra talento en España, subraya Inmaculada Muñoz, socia de la consultora BDO, cuyos clientes reclaman más contrataciones de personal europeo por su facilidad para traerlo a España y de profesionales extracomunitarios altamente cualificados, una figura que la ley de Emprendedores ha facilitado, agilizando los plazos de la Ley de Extranjería. “Las compañías todavía tienen en mente que mover a la gente de un país a otro es muy complicado, pero cuando prueban el nuevo sistema, que ofrece respuesta en 20 días en lugar de en cinco meses, trasladan a sus profesionales de forma recurrente”, prosigue.
Para el responsable de Migraciones del sindicato CC OO, José Antonio Moreno, los resultados de este sistema son testimoniales porque el modelo de atracción de talento de alta cualificación ha fracasado tanto en España y como en el conjunto de Europa y por eso actualmente se está intentando su rediseño en Bruselas. No ocurre así con otra figura que el Gobierno ha introducido más recientemente: el arraigo por formación, que permite conseguir un permiso de residencia por 12 meses a migrantes que lleven 2 años en España y quieran formarse. En vigor desde mediados de 2022, ha dado mejores resultados, mantiene Moreno: en 2023 había 22.144 personas más con autorización de arraigo por formación (crecimiento interanual del 2.324% sobre 2022), según el Ministerio de Inclusión.
Aunque se esté produciendo una apertura a puestos de trabajo que no eran habituales entre los extranjeros y también cierta movilidad social entre los que ya estaban en España, que mejoran su nivel de empleo, conforme a Rosa Aparicio, el paro de este colectivo, que también se está reduciendo, sigue siendo un problema y supera al de los españoles, destaca. María Miyar dice que los extranjeros no se incorporan al mercado laboral en condiciones de igualdad y cree que hay que ordenar la inmigración y desplegar herramientas desde el origen dirigidas a los sectores con escasez de mano de obra.
Para Raymond Torres, el punto débil lo tenemos en los salarios, de media más bajos que los de los nacionales como consecuencia de trabajar mayoritariamente en sectores peor pagados. Y en los precios de la vivienda que complican el acceso de muchos inmigrantes, sobre todo en Baleares y otras zonas de playa, señala Miguel Cardoso, amén de en las grandes ciudades. “En Madrid los alquileres son muy altos y los costos de la vida no están en consonancia con los sueldos. No es una ciudad para ahorrar, se vive bien con el sueldo y llegas a fin de mes con lo justo”, señala la ecuatoriana Verónica de Guzmán.
Este año la población activa no va a crecer tanto como en 2023, según el director de Coyuntura de Funcas, que habla de una tasa del 1,2% frente al 2,1% del año pasado y motivado fundamentalmente por la población extranjera, porque la española apenas sube. Los inmigrantes seguirán optando por nuestro país debido al mayor crecimiento económico que se espera respecto al resto de vecinos europeos. “Seguiremos teniendo vacantes”, apoya Blasco, que opina que alcanzaremos un crecimiento del empleo de la población extranjera inferior al de 2023, cercano al 10%.
“En España residen seis o siete millones de extranjeros, el 90% de ellos con más de cinco años de residencia legal: tenemos un sistema migratorio estable y eficaz, un modelo de éxito que ha evitado discursos racistas y xenófobos, como en otros países”, resume el representante de CCOO, pendiente de la reforma del reglamento de la Ley de Extranjería.
Suvethigaa Shanthirabalan, bioingeniera nacida en Francia hace 30 años de padres procedentes de Sri Lanka, tenía el sueño de trabajar en otro país. Hace ahora un año que lo hizo realidad. Preguntó en Sopra Steria Francia, donde trabajaba como arquitecta de sistemas informáticos, con qué oportunidades contaba para lograrlo. Le ofrecieron mudarse al Reino Unido, Rumania, la India y España. Y ganó la Península Ibérica porque “hablaba un poco de español y me apetece aprender idiomas. Además, está muy cerca de Francia y el buen tiempo me gusta mucho”, cuenta.