Estados Unidos acusa a Rusia de utilizar armas químicas en Ucrania. Estas no serían las únicas armas internacionalmente prohibidas, o al menos controvertidas, utilizadas en la guerra de Ucrania… en ambos bandos.
Por El Diario de NY
La cloropicrina es un líquido aceitoso tóxico con un olor penetrante. Provoca ampollas, irritación ocular y dificultad para respirar. Incluso edema pulmonar, estertores y secreción de espuma. Desarrollada originalmente como pesticida, sus efectos ya se conocían en la Primera Guerra Mundial: los rusos desarrollaron un arma a partir de la cloropicrina, que el Ejército alemán también utilizó en granadas de gas en el frente francés a mediados de 1916.
Ahora, más de un siglo después, el Departamento de Estado de Estados Unidos acusa a Rusia de haber vuelto a utilizar «el arma química cloropicrina contra las fuerzas ucranianas». También otros gases irritantes. El objetivo, según el Pentágono, es desplazar a las fuerzas ucranianas de posiciones fortificadas para lograr avances tácticos en el campo de batalla.
Si esto fuera cierto, sería una violación de la Convención sobre Armas Químicas, que entró en vigor en 1997 y prohíbe su desarrollo, producción y almacenamiento, además de su uso. El acuerdo también estipulaba que todos los arsenales de armas químicas debían ser declarados y destruidos antes de 2012. Está claro que no siempre se ha cumplido, como por ejemplo en Siria.
Rusia, signataria de dicha Convención, llegó a tener el mayor arsenal de armas químicas del mundo. La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ, por sus siglas en inglés) confirmó en 2017 la destrucción de todos los arsenales de armas químicas rusas. De hecho, el año pasado anunció la destrucción de «todas las armas químicas del mundo»… al menos, las declaradas. El Kremlin rechaza haber utilizado este tipo de armas en Ucrania, pero los ataques contra Sergéi Skripal o Alexei Navalny muestran que seguía teniéndolas después de 2017. Y usándolas.
Está más claramente documentado que las bombas de racimo se han utilizado repetidamente desde el estallido de la guerra. Según Human Rights Watch, las fuerzas rusas han utilizado al menos seis tipos de municiones en racimo desde el inicio de su invasión en febrero de 2022. Esta misma semana, Rusia atacó la ciudad de Odesa, en el Mar Negro, utilizando, supuestamente, bombas de racimo.
Pero el ejército ucraniano también utiliza municiones de racimo. En julio de 2023, el presidente estadounidense, Joe Biden, permitió el envío de bombas de racimo a Kiev. Estas bombas explotan en el aire, diseminando cientos de bombas más pequeñas. Y no todas explotan inmediatamente, dejando su carga mortal latente durante años. Las bombas de racimo también están prohibidas por una convención internacional, pero ni Estados Unidos, ni Rusia ni Ucrania la han firmado.
Ucrania es el país más minado del mundo. Se calcula que se han enterrado varios millones de artefactos explosivos en una superficie dos veces mayor que la de Austria. Desde hace más de un año, el conflicto en el este del país se ha convertido en una guerra de trincheras en la que, para asegurar las posiciones defensivas, ambos bandos recurren a minas antitanque. Y minas antipersona, prohibidas internacionalmente desde 1997 por un tratado suscrito por Ucrania y otros 163 países, entre los que no se cuenta Rusia. El desminado será muy complicado. Tras la voladura de la presa de Karjovka, en el verano de 2023, el agua, por ejemplo, arrastró y desperdigó numerosas minas.
Las bombas de fósforo se componen de fósforo blanco y una mezcla de gasolina y caucho. Se utilizan, entre otras cosas, como bombas incendiarias. Se prenden por sí mismas al contacto con el aire y alcanzan temperaturas de hasta 1.300 grados. La explosión de una bomba de fósforo libera además cientos de bolitas ardiendo. Incluso las cantidades más pequeñas pueden provocar quemaduras graves y los vapores del fósforo blanco son muy tóxicos.
La Convención de Ginebra prohíbe el uso de bombas de fósforo únicamente contra civiles o en zonas urbanas. Ucrania acusa al Ejército ruso de haberlas utilizado bombas contra la planta siderúrgica de Azov, en Mariúpol, y en Bajmut. Moscú lo niega. Ucrania también ha intentado conseguir este tipo de bombas, pero no las ha recibido.
Lo que sí entregó Estados Unidos a Ucrania fue munición perforante de uranio empobrecido. Son proyectiles que pueden atravesar el blindaje de un tanque y cuyo revestimiento de polvo de uranio levemente radiactivo se libera en el interior del vehículo, inflamándose al entrar en contacto con el aire y quemando toda la cabina. No existe ninguna convención internacional que prohíba el uso de municiones de uranio, pero los expertos advierten sobre sus consecuencias sobre la salud.
Durante la guerra de Irak, en 2003, se dispararon cientos de toneladas de municiones de uranio. Según un informe de Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW), se ha producido un aumento significativo de deformidades, cáncer y otros daños en las regiones donde se utilizaron. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) no han podido confirmar que efectivamente hayan supuesto un mayor riesgo para la salud de la población civil.