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Atlético de Madrid remonta y vence 2-1 al Athletic y es más líder en España

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Bilbao. – El Atlético terminó pidiendo la hora una tarde más. En los 4 minutos de compensación hubo dos ocasiones del Athletic que fácilmente pudieron ser el empate: un cabezazo franco de un Núñez absolutamente solo terminó en manos de Oblak, y una temeraria falta de Savic que Berenguer puso en el área, pero no hubo rematador.

Con el meta local doliéndose en el suelo, Gil Manzano entendió que ya estaba bien y abrochó el final con victoria 2-1 del Atleti.

Tres puntos, sí, pero algún año de vida perdido para sus hinchas, también, en ese tramo de cada partido que viene siendo habitual: el de meterse atrás, que no es lo mismo que defender, y que sea lo que el fútbol quiera siempre y cuando haya una legión de mediocentros defensivos.

Y es que el fútbol acaba cuando pita el árbitro. No hay reloj que valga, por mucho que el del silbato precisamente marque o no añadido. Lo sufrió el Athletic en la primera parte, porque del dicho al hecho hubo un gran trecho: el minuto añadido por Gil Manzano se convirtió en minuto y pocos segundos, los suficientes para que Lemar ganara línea de fondo y para que Llorente cabeceara a la red su servicio atrás, cierto es que mediando la colaboración involuntaria de Núñez al desviar ligeramente la pelota.

Era el empate y entonces sí: entonces llegó el entreacto. En la última jugada había certificado el líder un resultado absolutamente inconcebible.

Porque justo hasta ese momento dio la impresión de que el Athletic ganaba por la mínima porque no necesitaba ganar por más. El rival era un absoluto monumento a la incompetencia, minimizado como pocas veces a lo largo del campeonato.

Dejó el arranque la falsa impresión de que la muchachada de Marcelino salía a verlas venir, porque en cuanto se hizo con la pelota a los diez minutos ya no hubo quien se la quitara. Tiene tipos que siempre saben qué hacer con ella, a la espera de que Williams se filtre o de que Raúl García aparezca. Lo del finalista de Copa fue una exhibición con premio… al menos hasta el postrero lance ya relatado.

De hecho, la diana visitante exhibe buena parte de los males del rival, tan capaz de acunarse atrás como de apretar lo justo, que viene a ser nada, una vez ahí.

Para colmo de males la línea era un desastre, de modo que no había fuera de juego ni nada que se le pareciera a la que De Marcos acuchilló líneas buscando a Williams.

Todavía levantaba la mano Felipe, como indicando que no pasaba nada, en lo que el 9 la ponía atrás para que Muniain pifiara un golpeo que por eso mismo fue letal. Junto al palo en el que no la esperaba Oblak entró.

Para entonces no había rastro ya del Atlético, absolutamente desaparecido un mediocampo en el que nadie es capaz de apretar y el que Koke reclama a gritos un 5 solvente que le permita desengancharse de una vez.

Apenas Carrasco mostraba algo de colmillo, porque a Joao le recetaban jarabe de palo las escasas veces que aparecía y porque tanta torpeza derivaba en que no llegara un solo balón claro a Suárez.

Llegados a cierto punto, Felipe se llevó por delante a Williams en una entrada que fue amarilla como pudo ser roja. La atención al punta visitante explica la prolongación, poca a mucha… y el resto ya se sabe.

Alterado el desarrollo de los acontecimientos de esa manera, ni siquiera sorprendió que la segunda parte amaneciera con Suárez sacando un penalti a Núñez. Impecable en la suerte el charrúa, el Atlético se vio de repente por delante. No buscó explicaciones porque no las había.

El primer movimiento de Marcelino, la inclusión de Dani García, se antojaba necesario con independencia del resultado: Vesga coqueteaba con una tarjeta teniendo ya otra. Con uno o con otro, el Athletic se agenció el balón de nuevo. Sin crear peligro, pero el caso es que se lo agenció.

La aparición de Correa y Saúl no trajo demasiados murmullos, ni siquiera la desaparición del superado Joao, pero el tercer cambio local, el de Torreira por Suárez, ya anunció lo que estaba por venir.

Nada que alegar al relevo del goleador, el sábado toca Getafe, el sábado es ya mismo, pero Dembélé debe andar por aquí de turismo. Sin referencia arriba ya, el Atlético se encomendó a que esta vez no pasara lo de Celta o Real Madrid. Y no pasó, aunque pudiera pasar, de modo que duerme con un colchón importante. Seis al segundo, ocho al tercero. La clasificación, que lo alivia todo.

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