Ahora que la quinta ola del COVID-19 comenzó a mostrar una caída en los contagios, se debe recordar la importancia de mantener las medidas preventivas para evitar una nueva escalada de casos. Así, hay que tener especial cuidado al entrar en espacios cerrados concurridos y donde las personas estén sin barbijo.
Por Infobae
“Quizás no lleguen a las UCI o sean pacientes de alta urgencia, pero es precisamente en esas pacientes menos graves donde la alteración del olfato puede ser más frecuente. Laalteración del olfato, y a veces la del gusto paralelamente, se produce sobre todo en mujeres, y especialmente entre las jóvenes y con poca patología; de tal manera, que un buen número de esos pacientes la única manifestación de la enfermedad que tienen es la pérdida de olfato”.
Así lo explicó en una entrevista reciente con Infosalus el doctor Joaquim Mullol, director de la Unidad de Rinología y Clínica del Olfato del Hospital Clínie de Barcelona, e investigador y coordinador del Equipo de Investigación Inmunoalergia Respiratoria Clínica y Experimental (RCE) delInstitut d’Investigacions Biomediques August Pi i Sunyer (DIBAPS).
“Una tercera parte de las personas que perdieron el olfato durante el 2020 y a principios de 2021, cuando estábamos en otra etapa de la pandemia, todavía lo mantienen, y entre un 5 y un 10% padecen una pérdida total del olfato (anosmia), por lo que sufren COVID persistente problemas muy importantes en este sentido”, alertó este experto. De ahí que se insista en la importancia de las medidas preventivas.
Según recordó el experto, el COVID persistente es todo un conjunto de síntomas o de alteraciones patológicas que continúan en los órganos mucho después de pasar la infección por SARS-CoV-2: “Es el daño que queda tras la agresión inicial, que no se termina de reparar; el daño no está causado por el virus en sí mismo, sino por el daño en los tejidos que ha producido el mismo”.
Por qué con la infección de COVID-19 se pierde el olfato
En este punto, el doctor Mullol reveló que esta infección afecta al olfato porque hay receptores de coronavirus en la mucosa olfatoria, concretamente en células del neuroepitelio olfatorio, y al unirse este virus con estos receptores se produce un proceso inflamatorio agudo, con la consiguiente neurodegeneración y destrucción de la mucosa olfatoria. “Por eso se pierde el olfato tan rápidamente”, aclaró.
Destaca en este punto el también investigador del IDIBAPS que los estudios realizados sobre pérdida de olfato y COVID-19 demuestran que la pérdida del mismo oscila entre el 70 y el 80% de los casos en las variantes iniciales de la pandemia. Si bien afirma que con ómicron hay menos estudios, pero los pocos que se han realizado hablan de una incidencia del 30%. “El olfato se pierde en una tercera parte de los casos de contagios por ómicron, bastante menos que al inicio de la pandemia, y además en una forma menos grave, aunque falta tiempo para ver cómo evolucionará esto”, agregó.
Cómo la pérdida del olfato repercute en nuestro día a día
El olfato y el sabor son lo mismo y no, según detalla este especialista: “El sabor es algo más complejo, es la apreciación que tenemos nosotros de las calidades organolépticas de lo que comemos y de lo que bebemos, y aquí interviene tanto el gusto, como el sabor, como el oído, la vista, o la sensibilidad táctil; cuando comemos o bebemos son las sensaciones globales que tenemos”.
En concreto, el experto del Hospital Clínic resaltó que el olfato tiene unos 350 receptores mientras que el gusto solo 5 en la zona de la lengua y del paladar. “La estimulación conjunta de todos estos receptores es lo que entendemos como el sabor, por tanto, un daño importante en el olfato o en el gusto produce daño en el sabor”, explicó.
En esta línea, la doctora Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga, experta en olfato y alergista, explicó en diálogo con Infobae: “La mayor parte de lo que llamamos gusto es en realidad olfato. Todo depende de este último que es el que da el 80% del sabor. Lo que se altera es la percepción de lo que se come o se toma”.
El impacto en el día a día es muy importante, según prosiguió Mullol, porque, aunque no nos damos cuenta, estamos conectados con nuestro alrededor no solo con la vista y con el tacto y con el oído sino también con el olfato y con todas aquellas cosas que hacemos sin darnos cuenta como oler alimentos en mal estado, el gas para cocinar, a nuestra pareja o a nuestros hijos, o a nosotros mismos.
“Esto no lo podemos hacer sin olfato y, por tanto, esto crea una serie de problemas importantes de relación con nuestro entorno y de cambio emocional y de impacto en la calidad de vida, que desciende mucho”, añadió el especialista. Es más, el investigador alertó de que cuando se convierte en un problema persistente la falta de olfato puede afectar de una forma “muy importante” la calidad de vida de las personas, e incluso crear depresión, desarrollar problemas relacionados con la comida, con la pérdida de apetito, o incluso malnutrición en ancianos, entre otros.
En qué momento consultar
Por otro lado, Mullol recordó que no solo se puede perder el olfato por el COVID-19, sino también por procesos catarrales o virales, por infecciones de las vías respiratorias como el resfriado común o la gripe. “Con el coronavirus ha sido más masivo porque ha afectado a más gente y con mayor gravedad, y esta pérdida de olfato se produce por esta afectación viral, aunque hay otras causas de pérdida de olfato”, agregó.
¿Cuándo acudir al médico por pérdida de olfato? El experto consideró que, aunque no hay números, sí que es aconsejable hacerlo si pasado un mes la persona sigue sin olfato. No hay tratamientos médicos para este tipo de pérdida del olfato pero el entrenamiento olfativo sí que puede ser eficaz y debe iniciarse lo antes posible. “El entrenamiento olfativo es más eficaz en los primeros seis meses de haber perdido el olfato tras el COVID-19. Cuanto más tiempo pasa, menor posibilidad hay de recuperación”, advirtió el experto en olfato.
Así es el entrenamiento olfativo
Concretamente, el especialista describe al entrenamiento olfativo como un procedimiento por el que se expone al paciente con pérdida de olfato a diversos olores. “Se ha visto en animales, en ratas, con el sistema olfativo dañado por un proceso inflamatorio, que si se les entrena con olores, el número de células madre relacionadas con el olfato aumentan. Lo que intentamos con el entrenamiento olfativo es precisamente eso, que las células madre que quedan vivas debajo de la mucosa olfatoria maduren y pasen de ser células inmaduras a células maduras y ayuden a reorganizar el tejido neurológico responsable del olfato. Este es el objetivo básico del entrenamiento olfativo”, indicó.
Se hace normalmente en casa, no en consulta, porque si no llevaría mucho tiempo y se tiene que hacer cada día. Existen unas baterías de entrenamiento, siendo muy importante utilizar aquellas validadas con estudios previos. Mullol precisó que en España solo existe una batería validada, pero se pueden usar otras que se han hecho en Alemania y Estados Unidos, por ejemplo, pero siempre tienen que estar validadas y con olores claramente identificados.
“Nos exponemos unos 10-15 segundos a cada uno de los olores, pensando qué se está oliendo, y pasando progresivamente a los siguientes. El entrenamiento olfativo se realiza en 5 minutos al día. Pero lo importante es la constancia, hacerlo cada día, y durante un periodo largo, nunca inferior a 3 meses, idealmente 6 meses”, zanjó este experto.
Para Cuevas, “es importante tener en cuenta que la consulta a un especialista es primordial: la recuperación se logra mediante el tratamiento médico, el estudio del olfato mediante la olfatometría y la rehabilitación”.“Desde hace más de una década -aseveró-, existe clara evidencia de que el entrenamiento con sustancias odoríferas puede restablecer el olfato. En 2009, un grupo de investigadores alemanes liderado por el especialista Thomas Hummel describió esta maravillosa posibilidad de reentrenar el olfato gracias a la plasticidad cerebral. Para ello, se propone diseñar un protocolo individualizado según las prioridades de cada caso y el daño ocasionado. Esto hace de la terapia de entrenamiento un proceso personalizado”.
Según la experta, la base del entrenamiento es que el paciente asocie diferentes olores con la memoria. “Se trabaja con un solo olor por vez, la exposición repetida y la evocación de recuerdos asociados a esa sustancia suele traer de vuelta la sensación olfatoria. Los ejercicios duran entre 5 segundos y 5 minutos, y se realizan tres o cuatro veces por día, en un ámbito que permita mucha concentración”, sostuvo.
Según las experiencias recogidas con pacientes anósmicos, se recomienda no pasar a un segundo olor hasta que el primero no sea reconocido. Además, se le solicita a la persona que, en caso de tener comprometido el sabor, pruebe alguna golosina que coincida con el olor que se ejercita. Por ejemplo, en caso de oler menta, se le pide acompañar el ejercicio con una golosina de menta, eucalipto o mentol.
Se sugiere no mezclar los olores y, de ser posible, eliminar todos los olores de la casa. También es importante no oler varios a la vez, ya que esto podría confundir aún más las señales enviadas al cerebro y afectar negativamente la identificación y la discriminación de los olores, que puede no ser precisa en ese momento.
El entrenamiento olfativo basado en la estimulación repetida es una experiencia que mejora las habilidades olfativas. Es una terapia beneficiosa y esperanzadora para los pacientes con pérdida de olfato por coronavirus. Junto con el tratamiento médico y la contención profesional, estas terapias de rehabilitación son la mejor opción que se le puede ofrecer a las personas afectadas por anosmia secundaria a COVID-19.