El itinerario que recorrió la Compañía de Jesús para establecerse en el subcontinente invita a un recorrido apasionante de miles de kilómetros entre selva, agua y pueblos misioneros. Un corredor turístico que, por ahora, pone en valor las riquezas de seis países.
Por El País
El Camino de los Jesuitas sigue el itinerario que recorrió la Compañía de Jesús para establecerse en América del Sur. Se presenta como el principal corredor turístico del subcontinente; como el gran hilo conductor que cose un territorio de miles de kilómetros y pone en valor las riquezas paisajísticas y culturales de seis países (por ahora): Uruguay, Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay, que arrancaron la iniciativa hace ya un par de años, más Chile, que se acaba de incorporar. Sus representantes políticos lo oficializaron en la pasada edición de Fitur, presentando su web e invitando a los touroperadores españoles a conocer el proyecto y hacerlo transitar hacia producto turístico.
“Es un Camino multidestino y multimodal”, destacó Marina Cantera, presidenta de la Federación Sudamericana de Turismo. Y es que se puede disfrutar linealmente o a saltos. De una u otra manera va a contar una apasionante historia de más de 200 años, que comienza en 1549, en San Salvador de Bahía (Brasil), y termina en 1767, con la Pragmática Sanción de Carlos III, que expulsa a los jesuitas de todos los dominios de la Corona de España.
Cuando los jesuitas fueron expulsados de la región, otras órdenes religiosas se quedaron con el patrimonio que habían construido a lo largo de dos siglos, lo que sirvió para preservarlo. Actualmente, a la vera de su Camino asoman 19 patrimonios mundiales de la Unesco y 55 sitios históricos en 21 provincias, algunas bastante desconocidas para los turistas. Su legado está formado por estancias (antiguos establecimientos agropecuarios), reducciones (misiones, en algunas de las cuales se sigue diciendo misa), iglesias y pueblos misioneros. Uno de los mejores lugares para disfrutarlo es la provincia argentina de Misiones —con las reducciones de San Ignacio Miní, Santa Ana, Nuestra Señora de Loreto y Santa María la Mayor—. En el resto del país perviven construcciones notables como la Manzana Jesuítica de Córdoba, la ciudad donde, en 1613, la orden religiosa creó su primera universidad, hoy Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
La fusión del bagaje musical de los jesuitas con elementos propios de la cultura nativa dio como resultado un barroco único. En las misiones de Chiquitos y Moxos (Bolivia) se han descubierto más de 10.000 partituras de música sacra escrita entre los siglos XVII y XVIII, para ser interpretadas por violines, arpas y coros cantando en guaraní. En la provincia de Chiquitos se celebra, cada dos años, el Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana: la próxima edición tendrá lugar entre el 22 de abril y el 1 de mayo de 2024.
El parque nacional Iguazú (”Agua grande” en guaraní), compartido entre Brasil (Estado de Paraná) y Argentina (provincia de Misiones), muy próximo también a la frontera con Paraguay, cuenta como principal atracción con las cataratas de Iguazú, una de las caras más fotografiadas de la naturaleza indómita y exuberante que recibió a los jesuitas en el siglo XVII, al remontar los ríos Paraguay, Paraná y Uruguay. La impresionante cuenca del Río de la Plata, uno de los acuíferos naturales más grandes de América, abarca territorios de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay. Y guarda joyas menos conocidas como los Saltos del Moconá (en el lado argentino) o de Yucumã (en el lado brasileño). O el parque nacional Noel Kempff Mercado, en el oriente boliviano, uno de los más extensos y remotos de la región amazónica.
Dentro del Camino de los Jesuitas hay una ruta específicamente diseñada para visitar las reducciones de los 30 pueblos misioneros: recorre 750 kilómetros y pasa por tres países —Argentina, Brasil y Paraguay—. Supone una vivencia “mágica y espiritual, que combina el turismo religioso con el de naturaleza y aventura, y se entrelazan con la vida cotidiana de las comunidades locales”, según la describen sus impulsores. La ruta comienza en el primer pueblo fundado por la Compañía de Jesús en territorio guaraní: San Ignacio Guazú (Paraguay), a algo más de dos horas en coche de la ciudad paraguaya, Encarnación. A lo largo del trayecto hay posibilidad de alojarse en pequeños hoteles, posadas o incluso hospedarse con familias.
En torno a este itinerario transnacional comienza a tejerse una red de propuestas turísticas que ayudan al viajero a conocer el territorio. Como Los Caminos del Vino en Córdoba, Salta y Tucumán, en Argentina. O las rutas por la yerba mate en Argentina, sobre todo en Misiones y Corrientes; en Brasil, donde Caminhos da Erva-Mate está concebido como un circuito pedagógico que muestra el modo de vida de los productores del Estado de Rio Grande do Sul; o en Paraguay, con la Ka’a Rape, Ruta de la Yerba Mate en guaraní.
También en Paraguay funciona el Circuito Vivencial Mundo Guaraní, puesto en marcha por el Centro de Información y Recepción Turística de Pikypó, Yguazú, en uno de los últimos remanentes del Bosque Atlántico del Alto Paraná. La propuesta incluye recorrer un sendero interpretativo acompañado por un guía turístico nativo de la etnia Mby’a Guarani. También se pueden visitar las comunidades indígenas de Trinidad y de Pindó.