Julian Assange, que hoy conoció que podrá recurrir contra su extradición a Estados Unidos, se ha convertido en los últimos años en el ‘enemigo número uno’ de ese país y al mismo tiempo en una leyenda para miles de personas que aplauden su labor por exponer los secretos turbios de los gobiernos a través de su portal WikiLeaks.
El gran número de partidarios que ha amasado en los últimos años, gracias en parte al activismo de su esposa, Stella Assange -con quien se casó en prisión en marzo de 2022-, no ha logrado poner fin a su largo enjuiciamiento, que ha hecho estragos en su salud y que seguirá tras la decisión del Tribunal Superior de Londres de autorizar su recurso contra las garantías ofrecidas por EE.UU. sobre su extradición.
Tan frágiles son su estado mental y físico que la jueza de primera instancia Vanessa Baraitser prohibió su extradición en 2021 al percibir riesgo de suicidio, pero Washington consiguió apelar con éxito ese veredicto e insistió en reclamar su entrega.
EE.UU. quiere juzgarlo por 18 delitos de espionaje e intrusión informática después de que WikiLeaks revelara en 2010 y 2011 presuntos crímenes de guerra de ese país en los conflictos de Irak y Afganistán, si bien su defensa considera las acusaciones políticamente motivadas.
Héroe o no, el periplo de Assange, que pasó de pirata informático a luchador contra los poderes fácticos, forma parte de la batalla universal por la libertad de expresión para organizaciones periodísticas y de derechos humanos, como Amnistía Internacional.
Pese a no haber sido condenado por ningún delito, el australiano de 52 años ha pasado casi catorce años de cautiverio en el Reino Unido, el último lustro en la cárcel de alta seguridad londinense de Belmarsh, donde se ha ido marchitando a la espera de una ansiada libertad.
Detenido inicialmente en 2010 a instancias de Suecia por un caso hoy archivado, Assange estuvo refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres desde el 19 de junio de 2012 hasta su expulsión y detención en abril de 2019 a petición de EE.UU., que instigó el proceso actual.
Durante su estancia en la misión diplomática conoció a la hispano-sueca Sara González Devant, parte de su equipo legal y que cambió su nombre a Stella, con quien tuvo dos hijos en 2017 (Gabriel) y 2019 (Max), cuya existencia ella reveló en 2020 al iniciar una campaña pública por su liberación.
Genial e imprevisible
Nacido en Townsville (Australia) el 3 de julio de 1971, la figura de Assange, de tez pálida y característico pelo blanco, es un misterio incluso para sus colaboradores, que le describen como carismático e inteligente pero imprevisible.
El programador informático, de quien se decía que dedicaba horas a su trabajo sin asearse, comer o dormir, tuvo una infancia nómada en Australia, donde su madre, la artista Christine Ann, cambiaba constantemente de residencia escapando del padre de su hermano menor, del que reclamaba la custodia.
En su juventud, fue procesado en ese país por delitos informáticos al acceder, con su grupo International Subversives, a sistemas protegidos de organismos oficiales, pero salió airoso con una mera multa al valorar el juez que sus actividades respondían a la curiosidad y no a fines delictivos.
Aún adolescente, se casó con una mujer con la que en 1989 tuvo un hijo, Daniel Assange, ahora diseñador de ‘software’, cuya custodia acabaron compartiendo después de separarse. En los procesos en Inglaterra se reveló que tiene varios hijos más.
A mediados de los años noventa, Assange trabajó como programador de ‘software’ libre en programas de encriptado para Linux y colaboró en el libro ‘Underground: Tales of Hacking, Madness and Obsession on the Electronic Frontier’, de Suelette Dreyfuss (1997), donde expuso su filosofía de no dañar los sistemas informáticos a los que se accedía.
Tras estudiar matemáticas y física en la Universidad de Melbourne (aunque no se licenció), en 2006 cofundó WikiLeaks con la misión de exponer información gubernamental que, en su opinión, debería estar al alcance de los ciudadanos.
Saltó a la luz pública cuando en abril de 2010 WikiLeaks difundió un polémico vídeo, filtrado por el exsoldado estadounidense Chelsea Manning, en el que tropas de ese país disparaban a civiles en Irak en 2007, así como otras supuestas atrocidades en Afganistán y 250.000 cables diplomáticos que abochornaron a líderes mundiales.
Entre otras causas de interés personal, en 2016 se implicó en las elecciones presidenciales de EE.UU. al revelar material de la campaña de Hilary Clinton y asistió a los independentistas catalanes de cara al referéndum de 2017, declarado ilegal por la Justicia española.
Controvertido, osado y perseverante, Assange ha dedicado su existencia a defender su verdad, en una cruzada contra la opacidad de los Estados por la que sigue pagando un alto precio.