Tegucigalpa – La temporada navideña en Honduras, que debería ser un tiempo de alegría y celebración, se ha convertido en una pesadilla para muchos ciudadanos. La delincuencia está en aumento, y los «dueños de lo ajeno» aprovechan el mayor movimiento económico para despojar a las personas trabajadoras de sus pertenencias.
Mientras tanto, en el Congreso Nacional, se debate la prórroga del estado de excepción, una medida que algunos diputados consideran ilegal y violatoria de los derechos humanos.
La diputada Maribel Espinoza, del Partido Liberal de Honduras, ha sido una de las voces más críticas contra la prórroga del estado de excepción. En sus redes sociales, Espinoza expresó su preocupación: «No hemos visto hasta ahora resultados significativos del estado de excepción que hayan disminuido la criminalidad que mantiene atemorizada a la población todos los días».
La diputada instó a sus compañeros del hemiciclo legislativo a no aprobar un periodo más de esta medida.
El estado de excepción, según Espinoza, no solo es ilegal, sino que también viola los derechos humanos. «Me preocupa que el Estado de Honduras enfrentará ante la Corte Interamericana de Justicia sanciones por las violaciones de DDHH que han tenido lugar bajo el manto del Estado de Excepción», indicó.
La diputada también señaló que esta política pública fallida intenta justificar la incompetencia de fiscales y jueces para adoptar resoluciones urgentes y efectuar actuaciones de los agentes policiales.
A pesar de los alardes de las autoridades de seguridad sobre la disminución de los índices de delincuencia, la realidad en las calles es diferente. Los ciudadanos hondureños siguen notando la ausencia de agentes policiales y militares en el transporte público y en las calles, lo que deja a la población vulnerable ante los antisociales que buscan aprovecharse de la temporada navideña para robar lo que los hondureños consiguen con su trabajo digno.
La nación está sumida en diversas crisis, y la inseguridad es solo una más que se suma a la lista. La prórroga del estado de excepción, lejos de ser una solución, parece ser un parche que no aborda las raíces del problema.