Tegucigalpa – Más de 168,000 migrantes en tránsito hacia Estados Unidos han entrado de forma irregular a Honduras este año, lo que representa un aumento del 163.2% en comparación con el mismo período del año anterior.
Los organismos internacionales recalcan que los migrantes enfrentan una serie de «riesgos múltiples» durante su extenso recorrido y se convierten en víctimas de traficantes de personas, conocidos como «coyotes».
Julio ha sido el mes de mayor flujo migratorio, con 32,741 personas ingresando de manera irregular al país centroamericano. Se estima que si el ritmo de entradas se mantiene, el año podría cerrar con más de 200,000 migrantes llegando a Honduras.
Los migrantes que han llegado a Honduras provienen de:
- Venezuela: 67.092
- Ecuador: 22.801
- Haití: 18.824
- Cuba: 15.044
- China: 5.438
- Mauritania: 4.062
- Colombia: 3.832
- Uzbekistán: 3.589
- Senegal: 3.244
- India: 2.567
Los restantes 21,741 migrantes que ingresaron al país proceden de diversos países de todo el mundo, abarcando una amplia gama de nacionalidades, incluyendo países de Asia y África.
Los migrantes son acogidos en Centros de Atención al Migrante Irregular (CAMI) habilitados por el Gobierno, donde se les toman datos biométricos y se les brinda alimentación y atención médica.
Las causas de la migración incluyen motivaciones económicas, reunificación familiar y escapar de situaciones de violencia.
El largo recorrido de los migrantes conlleva múltiples riesgos, y la selva del Darién, en la frontera natural entre Colombia y Panamá, se ha convertido en uno de los corredores migratorios más peligrosos del mundo.
En Honduras, los migrantes enfrentan desafíos adicionales, como el cobro ilegal de transporte y los abusos por parte de traficantes de personas.
El país se ha convertido en un paso obligado para migrantes latinoamericanos, africanos y asiáticos, y las autoridades y organismos de derechos humanos advierten sobre la presencia de «puntos ciegos» donde los migrantes son vulnerables a la explotación y los peligros del camino.
La situación representa un desafío humanitario para Honduras y una preocupación para la región.