Zarli Naing tenía 27 años.
Alrededor de la 1 de la tarde del 14 de junio, miembros de las Fuerzas Populares de Defensa voluntarias llegaron a un terreno ubicado entre dos pueblos al oeste del río Chindwin, en el centro de Myanmar.
Por BBC Mundo
Habían sido alertados por un pastor de vacas, que había visto cuervos hurgando en lo que creía que era un cadáver.
Los voluntarios vieron una mano humana que sobresalía de la tierra. Pertenecía a un joven combatiente de su grupo, Wu Khong, que había sido herido y desaparecido durante un ataque del ejército cuatro días antes.
Junto a él, en la fosa poco profunda, había otros cuatro cuerpos, desmembrados y quemados.
Gracias a la ropa encontrada cerca del lugar, más un reloj y un maletín médico, también identificaron a Zarli Naing, de 27 años, una enfermera que había llegado a esta zona de la región de Magway el año pasado para prestar asistencia sanitaria a los insurgentes y a la población local.
Todos se oponían a los militares de Myanmar, que habían tomado el poder el 1 de febrero de 2021, derrocando al gobierno elegido dirigido por Aung San Suu Kyi.
A través de entrevistas con los amigos y la familia de Zarli Naing, con quienes la entrenaron y con los aldeanos y combatientes con los que vivió hasta su muerte, la BBC reconstruyó la historia de una joven brillante y valiente cuya decisión de oponerse al golpe terminó en tragedia.
Esta es también la historia de la desesperada resistencia que oponen a la junta militar las comunidades de una amplia franja de la zona seca, una región de Myanmar empobrecida y propensa a la sequía.
Los primeros pasos
Zarli Naing era la menor de cuatro chicas de una familia de agricultores pobres que vivían cerca del gran complejo de templos de Bagan.
Fue la única de ellas que obtuvo buenos resultados en la escuela, se tituló como enfermera y consiguió un trabajo en un hospital de la capital, Nay Pyi Taw.
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