Alias Otoniel fue extraditado a Estados Unidos este miércoles 4 de mayo. Foto: Policía Nacional
Aunque Darío Antonio Úsuga, alias Otoniel, tiene procesos en varios estados del país, su destino inmediato es Nueva York, donde una corte distrital ya le tiene un proceso listo por narcotráfico y que probablemente unificará los otros procesos que tiene en su contra.
Por eltiempo.com
Mientras avanza el caso estará detenido en un calabozo del Centro de Detención de Brooklyn, una prisión de seguridad media que por lo general se usa para crímenes locales bajo la jurisdicción de esta corte.
Dependiendo de la velocidad con que avance el proceso, este sería su destino al menos por un año. Pero una vez se resuelva, bien sea por declaración de culpabilidad tras un arreglo con la Fiscalía o a través de un juicio, su futuro en EE. UU. al parecer sería ADX Florence, una cárcel de seguridad extrema o “supermax” en Colorado, donde van a parar los delincuentes más peligrosos del país.
Entre ellos asesinos en serie, terroristas, líderes de cultos, capos del narcotráfico y criminales tan violentos que no pueden ser retenidos en prisiones donde estarían en contacto con otros reos. Eso porque Otoniel, como líder de una de las organizaciones más peligrosas del mundo, reúne las características para terminar en la temida prisión.
Aunque hay varias cárceles de este tipo en EE. UU. o centros de detención que cuentan con pabellones de seguridad extrema, Florence es considerada la prisión de más alta seguridad en todo el país.
Ocupa unas 20 hectáreas en una remota zona del condado de Fremont County y solo tiene una vía de acceso que está fuertemente custodiada. Desde que se construyó ninguna persona ha logrado escapar. Dado que la mayoría de las personas allí retenidas están condenadas a cadena perpetua o largas sentencias, la única salida posible de la cárcel termina siendo en un cajón.
El concepto de las ADX es el aislamiento absoluto del prisionero, que debe permanecer 23 horas del día en una celda de 3.5 metros por dos metros hecha toda de cemento reforzado y donde solo hay una ventana de 10 centímetros de ancha, por lo general en el techo y diseñada para que el reo no pueda conocer su ubicación en la prisión.
Tanto la cama, como un escritorio y taburete para sentarse, son también de cemento.
La celda, donde el prisionero desayuna, almuerza y come, cuenta con inodoro, ducha y un espejo hecho de acero pulido. Todos diseños para evitar que el delincuente pueda suicidarse o represente un riesgo para el personal de la cárcel. Y son monitoreados 24 horas al día a través de un circuito cerrado de televisión.
Una vez al día y por espacio de una hora, el prisionero es llevado a una especie de fosa que se asemeja a una piscina vacía para que haga ejercicio. En esa fosa la persona puede dar diez pasos de pared a pared o 31 pasos si decide caminar en círculo.
Tan extremas son las medidas de Florence que a lo largo de los años ha sido cuestionada incluso por empleados de la prisión. En el 2015, por ejemplo, Robert Hood, que fue el director de la cárcel por muchos años, le dijo al New York Times que la cárcel “no había sido diseñada para humanos”.
Se cree, por ejemplo, que una de las razones por las que Inglaterra no ha extraditado a Julián Assange, el fundador de Wikileaks, es por la posibilidad de que sea llevado a esta prisión o una semejante.
Florence es famosa porque en ella están recluidos los criminales de más renombre. Entre ellos Simón Trinidad, exintegrante de las Farc que fue sentenciado a 60 años de cárcel y cuya fecha prevista de salida es el 2055, a sus 105 años.
También están el narcotraficante mexicano Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, condenado a cadena perpetua en 2019; Terry Nichols, uno de los responsables de detonar una bomba en Oklahoma en 1995 que le causó la muerte a 168 personas; y Ted Kaczynski, el llamado “unabomber” que aterrorizó a EE. UU. durante la década de los 80 y 90.
Además, allí también están recluidos Robert Hannsen, el funcionario del FBI que le vendió secretos a la Unión Soviética y Rusia por casi 25 años; Ramzi Ahmed Yousef, responsable del atentado terrorista contra el World Trade Center en 1993 en el que murieron seis personas; Michael Swango, un médico que envenenó a por lo menos 60 de sus pacientes y Dzhokhar Tsarnaev, el hombre de origen checheno que detonó una bomba durante el maratón de la ciudad de Boston en el 2013.
Florence, hay que aclarar, tiene varios pabellones y no todos son de extrema seguridad. Los reos por lo general son inicialmente clasificados en uno de seis niveles (seis es el más peligroso) pero dependiendo del caso y su buena conducta pueden ser transferidos a pabellones menos restrictivos al cabo de uno o dos años.