La NASA está de parabienes. Vientos de esperanza comenzaron a volar esta semana que pasó, mientras dos cohetes despegaban desde Estados Unidos en distintas misiones espaciales que prometen consolidar el plan espacial estadounidense para distintos propósitos.
Por Infobae
Desde seguir contribuyendo astronautas para trabajar en la Estación Espacial Internacional (EEI) y continuar estudiando el comportamiento del ser humano en fuera de la Tierra, hasta mirar cada vez más cerca un nuevo alunizaje tripulado, después de más de 50 años.
El miércoles último, luego de seis intentos fracasados y varios retrasos que acumularon años, despegó con tripulantes la nueva cápsula espacial de Boeing llamada Starliner.
La compañía aeroespacial estadounidense logró un correcto despegue de dos astronautas al complejo orbital, con los ojos de la NASA puestos en esta misión, ya que años atrás había firmado un contrato hace 10 años para desarrollar esta nave que abre opciones de viajes a la EEI más allá de la consolidada cápsula Crew Dragon de SpaceX.
En septiembre de 2014, la NASA anunció que SpaceX y Boeing recibirían cada uno un acuerdo como parte de los contratos de Capacidad de Transporte de Tripulación Comercial. El plan era poner en funcionamiento dos naves espaciales independientes simultáneamente como una forma de redundancia en caso de que algo le sucediera a uno de los vehículos, dejándolo fuera de servicio.
Boeing recibió un contrato de 4.200 millones de dólares en 2014. SpaceX también obtuvo uno, por valor de 2.600 millones de dólares. El primer vuelo de prueba sin tripulación de Crew Dragon de SpaceX se produjo en marzo de 2019 con la misión Demo-1, que se acopló a la ISS sin tripulación y regresó sano y salvo.
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