Tegucigalpa – Las autoridades de Salud de Honduras y Nicaragua han emprendido una estrategia conjunta para abordar los casos sospechosos de malaria, especialmente en albergues de migrantes, donde la detección de esta enfermedad se ha convertido en una preocupación.
En una reunión técnica realizada en el marco de un acuerdo binacional para combatir la malaria en zonas fronterizas, ambas naciones compartieron información sobre la situación epidemiológica actual de la malaria y los focos activos en áreas cercanas a la frontera.
El coordinador nacional del programa de malaria en Honduras, Francisco Medina, enfatizó la importancia de realizar abordajes conjuntos para eliminar la malaria, reconociendo que las fronteras son puntos críticos en esta lucha.
Las autoridades también analizaron las rutas de acceso utilizadas por los migrantes, los lugares donde pernoctan y los albergues, evaluando la vigilancia epidemiológica realizada por cada país.
En 2022, Nicaragua experimentó un aumento del dos por ciento en los casos de malaria, según el Ministerio de Salud de ese país. Por su parte, Honduras confirmó mil 441 casos de malaria, con un 90 % de ellos en la región de la Mosquitia, según registros de la Secretaría de Salud (Sesal).
Debido a esta preocupante situación, se están llevando a cabo campañas de prevención y capacitación en áreas críticas, como el departamento de Colón, donde la mayoría de los visitantes de Gracias a Dios circulan por los municipios de Iriona y Tocoa.
El abordaje conjunto en la zona fronteriza es esencial para hacer frente al flujo masivo de migrantes que cruzan ambos países, lo que ha elevado la preocupación por la propagación de la malaria en estas áreas. Esta estrategia de colaboración busca proteger la salud de la población y controlar la propagación de la enfermedad en la región fronteriza.