Por: José Eliécer Palomino Rojas
¡Oh Paz!, testigo de la guerra, antes de nacimientos…amada Paz, a veces blanca, a veces rubia; entre millares de niños, como renuevo de lirios…
Los que no entienden de Paz, son de otros corazones distintos, negros como plumaje de cuervos…de la cadena del mundo de los resentidos.
Cada sílaba de Paz espesa, blanca, pura, como leche de renuevo de lirios, es de los que entregan sus vidas, para preservar la fe y el amor, de los antes y los recién nacidos.
Pobre los que no vivan la Paz, sus rostros serán tierra árida de medio a medio, reducidos a desolación, gimiendo en la oscuridad como los cuervos heridos.
Los que reciben y viven el Espíritu de Paz, lograrán reconstruir relaciones de perdón y hermandad, como en los evangelios, lo promulgo Jesucristo.
¡Oh anhelada Paz!, a lo largo de la historia, niños, hombres y mujeres piden Paz, para que sus almas no sean sacudidas en las apariencias y la vanidad de un mundo cruel y mezquino.Que todos sean revestidos de la señora Paz, pues es un tesoro de espíritu infinito, que nos hará humanos virtuosos y espejo, de las generaciones como los renuevos de lirios.