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Más de 10.000 sitios arqueológicos precolombinos permanecen inexplorados en la selva amazónica

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Una nueva investigación combina un sistema de detección remota con un modelo de distribución espacial predictivo y concluye que aún quedan por descubrir entre 10.272 y 23.648 yacimientos arqueológicos a gran escala en la Amazonia.

Por El País

Debajo de los árboles de la selva amazónica se esconden los restos arqueológicos de lo que hace tiempo fue una gran aldea construida por comunidades indígenas precolombinas antes de la llegada de los europeos a América. La antigua ciudad tenía calzadas elevadas, estanques artificiales, diques, zanjas, cementerios, caminos con andenes, presas para peces, y estaba ubicada en lo que ahora conocemos como la cuenca del río Xingú, al sur de la Amazonia brasilera. Estas ruinas, que permanecen ocultas por la tupida vegetación del bosque, fueron descubiertas por un grupo de científicos gracias a un sistema especial de detección remota llamado LiDAR, que usa rayos láser para mapear pequeños cambios en la topografía del suelo de la selva y permite reconstruir en tres dimensiones lo que hay en la superficie.

Vinicius Peripato y Luiz Aragão, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil, lideraron un trabajo de más de cinco años en el que sobrevolaron 5.315 kilómetros cuadrados en una región de la Amazonia con drones y aviones equipados con el sistema LiDAR. Solo en esa pequeña extensión de tierra, que representa el 0,08% de los siete millones de hectáreas que tiene el bosque tropical más grande del mundo, encontraron 24 nuevos yacimientos arqueológicos similares a la antigua aldea.

Decidieron, entonces, combinar sus hallazgos con un modelo de distribución espacial predictivo que permitió establecer un estimado de los movimientos de tierra producidos por comunidades en toda la selva hace más de 500 años. Los resultados del estudio, publicado este jueves en la portada de la revista Science, revelan que aún quedan por descubrir entre 10.272 y 23.648 estructuras arqueológicas precolombinas de gran escala en la Amazonia.

El origen del trabajo fue una pregunta imposible de responder sin la tecnología actual: ¿dónde y cuántos sitios precolombinos están escondidos bajo el dosel del bosque amazónico? Hasta el momento de la investigación, científicos de los nueve países que componen la selva (Brasil, Perú, Colombia, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Surinam y Guayana Francesa) habían descubierto cerca de 950 sitios arqueológicos usando los datos satelitales de alta resolución que proporciona Google Earth. El problema era que solo se veían los movimientos de tierra que había en áreas deforestadas. Lo que está debajo de los árboles permanecía oculto. El sistema LiDAR, que significa “Detección y alcance de luz”, cambió todo.

En entrevista con EL PAÍS, Peripato explica que este sensor aéreo es una tecnología avanzada de teledetección que “ha revolucionado la forma en que obtenemos información sobre la superficie de la Tierra y sus características tridimensionales”. Ya no hay que talar el bosque para saber lo que hay dentro de él. En los últimos años, LíDAR también se usó para descubrir la compleja red urbana y rural que tenían los mayas a lo largo de Mesoamérica: “Los sitios arqueológicos mesoamericanos presentan características muy diferentes a los del Amazonas por la variedad en los materiales de construcción: los mayas usaban piedra y los indígenas del Amazonas, tierra. La tecnología LíDAR ha mejorado sustancialmente nuestra comprensión espacial de la arqueología en sitios con paisajes boscosos”, se lee en el artículo científico.

Peripato cuenta que entre los 24 yacimientos arqueológicos encontraron sitios de defensa y ceremoniales en el suroeste de la Amazonia, conocidos como geoglifos. “La presencia de urnas funerarias dentro de este tipo de sitios, y la ausencia de suelos y cerámicas antropogénicas, son evidencia de que el uso de estas estructuras se limitaba a reuniones religiosas y comunitarias”, dice el investigador. También hallaron montañas conquistadas por comunidades indígenas en el Escudo Guayanés que fueron utilizadas para funciones ceremoniales y domésticas, y sitios ribereños en llanuras de la Amazonia central que se utilizaron para recolectar peces durante el aumento y la caída de los niveles de los ríos.

Carolina Levis, coautora del trabajo y docente de la Universidad Federal de Santa Catarina, explica en un comunicado de prensa que esta investigación ayuda a desmentir la idea generalizada de que la Amazonia es un vasto bosque virgen. “El trabajo nos muestra que hay muchas áreas de la selva que ya han sido objeto de extensas obras de ingeniería, cultivo y domesticación de plantas por parte de sociedades precolombinas”, dice Levis. Y añade: “estos sitios arqueológicos son prueba de que las comunidades indígenas dominaron sofisticadas técnicas de manejo de tierras y plantas, que, en algunos casos, aún están presentes en los conocimientos y prácticas actuales que pueden inspirar nuevas formas de convivir con el bosque sin necesidad de su destrucción”.

La investigación, además, es un paso importante para pensar la selva amazónica no solo como un espacio de biodiversidad animal y vegetal, sino como una gran fuente de investigaciones arqueológicas. Antes teníamos la certeza de que en la cuenca del río Amazonas viven 427 especies de mamíferos, 1.300 especies de aves, 378 especies de reptiles y más de 400 especies de anfibios. Ahora sabemos que en la superficie tapada por el bosque hay más de 10.000 movimientos de tierras de gran escala que pueden guardar las claves para entender mejor las costumbres y la cultura de las comunidades indígenas que habitaron la selva por miles de años.

Luiz Aragão dice a EL PAÍS que el mapa también permite demostrar que en regiones con alta probabilidad de encontrar sitios arqueológicos hay un aumento en la densidad de especies de árboles domesticados. “Este fue un resultado interesante porque muestra que las poblaciones precolombinas tenían una relación muy estrecha con especies que les proporcionaban bienestar, sobre todo alimento y fibras. De allí se puede concluir que manipularon el ecosistema para aumentar la densidad de estas especies”.

De hecho, la investigación muestra que la cantidad de plantas y árboles de frutas y nueces comestibles aumentó significativamente en los lugares donde se cree que están ubicados los yacimientos arqueológicos. Los autores identificaron relaciones entre la probabilidad prevista de movimientos de tierras y la aparición y abundancia de especies de árboles domesticados y encontraron una asociación significativa entre ambas. “Esto sugiere que las prácticas activas de manejo forestal indígena precolombino han dado forma durante mucho tiempo a la ecología de los bosques modernos en toda la Amazonia” dice el artículo.

A pesar de lo novedoso de la investigación, Aragão es prudente al señalar sus limitaciones. Ante la pregunta de si es posible concluir que en la Amazonia hay más de 10.000 sitios arqueológicos precolombinos inexplorados, responde que sí con contundencia, pero es claro en que es una estimación. “Con base en la cantidad existente de estructuras conocidas y nuestro modelo de predicción, esperamos que muchos sitios aún estén ocultos debajo del dosel. Por supuesto, esta es una estimación basada en métodos estadísticos y tiene incertidumbres. Pero es muy probable que haya miles de sitios arqueológicos que estén ahí por descubrir”, explica a EL PAÍS.

Hans ter Steege, coautor del trabajo e investigador del Centro de Biodiversidad Naturalis y de la Universidad de Utrecht, afirma que estos sitios arqueológicos deben estar concentrados en unas zonas específicas de la selva: “Predecimos que el 90% del bosque amazónico tiene muy pocas posibilidades de tener movimientos de tierra, por lo que este tipo de modificación puede haber ocurrido principalmente en el 10% de su área”, dice el científico en un comunicado.

Aunque todavía no se conocen bien ni el tamaño ni las características de los miles de yacimientos arqueológicos de la selva, este trabajo abre nuevos caminos de investigación para que futuros científicos tengan una brújula para saber donde explorar. “Los bosques amazónicos merecen protección no sólo por su valor ecológico y ambiental sino también por su alto valor arqueológico, social y biocultural, que puede enseñar a la sociedad moderna cómo gestionar de manera sostenible sus recursos naturales”, concluye la investigación.

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