El Ministerio del Interior crea un registro de productores y les advierte de “abstenerse de intervenir, financiar o promover, cuestiones, actividades o temas de política interna y externa, o actividades que generen como resultados proselitismo”.
Por El País
Daniel Ortega y Rosario Murillo han dado otra vuelta de tuerca al régimen autoritario que imponen en Nicaragua: el Ministerio del Interior (MINT) publicó este martes una normativa para autorizar, controlar y vigilar cualquier “actividad, evento o espectáculo artístico público” en el país centroamericano, especialmente los conciertos de artistas internacionales, para evitar referencias políticas. El Acuerdo Ministerial 05-2024, publicado en el Diario Oficial La Gaceta, establece que la nueva directriz se aplicará a todas “las personas naturales y jurídicas nacionales y de otras nacionalidades”, que se dediquen dentro de Nicaragua “a la producción, promoción y organización” de shows artísticos públicos. Emulando lo que han hecho para controlar las ONG que no han decapitado, el MINT mandata crear un “registro de productores, promotores y organizadores de actividades, eventos y espectáculos artísticos públicos”.
Ese registro será –como el de las organizaciones no gubernamentales– controlado por el MINT. En el caso de las ONG, los requisitos para inscribirse y luego mantener operaciones se torna engorroso: una burocracia casi imposible de cumplir, al punto que decenas deciden cesar actividades. El régimen de Ortega y Murillo alega que con este registro de productores de shows nacionales e internacionales se busca “garantizar la seguridad ciudadana, del Estado y el orden interno en el territorio nacional”.
El MINT se atribuyó varias facultades, siendo la principal “autorizar” la realización de cualquier “actividad, evento o espectáculo público que cumpla con ciertos requisitos”. El “incumplimiento de las disposiciones de la normativa” acarrearía una infracción y un castigo que, por ahora, no detallan.
Control político hasta en los conciertos
Productores de eventos consultados por EL PAÍS coincidieron en que esta normativa lo que busca en el fondo es ampliar el control político y la mordaza a la libertad de pensamiento hasta a los conciertos. En el capítulo de “obligaciones” de la normativa, el MINT advierte a los productores de “abstenerse de intervenir, financiar o promover, cuestiones, actividades o temas de política interna y externa, o actividades que generen como resultados proselitismo político”. Una vez adscritos al registro, los productores tendrán que informar con 30 días de anticipación al MINT sobre el tipo de evento que realizarán, especificando la cantidad de personas que prevén, el tipo de equipos a utilizar, entre otros requisitos.
Aunque después de la crisis sociopolítica de 2018 los conciertos de artistas internacionales mermaron casi en su totalidad, en los últimos años la industria se ha reactivado tímidamente. En marzo de 2023, el grupo musical femenino originario de México Pandora dio un concierto en Managua. El evento fue promovido y apoyado por la propaganda oficialista.
Sin embargo, mientras el show de desarrollaba, las cantantes entonaron el himno de facto de Nicaragua: Nicaragua Nicaragüita, de Carlos Mejía Godoy, uno de los principales artistas que compuso el soundtrack de la revolución sandinista y de las protestas de abril de 2018, y quien además se encuentra exiliado en Estados Unidos por sus críticas a los Ortega-Murillo.
Al terminar la canción de Mejía Godoy, los asistentes gritaron “¡Viva Nicaragua libre!”, uno de los gritos de protestas proscritos por el régimen. Al mismo tiempo que las integrantes del grupo alzaron en el escenario la también prohibida bandera azul y blanco del país. Entre los asistentes estaba Camila Ortega Murillo, hija de la pareja presidencial, quien se puso muy incómoda con la interpretación de la canción y el grito.
Además, Pandora tiene un conexión muy fuerte con Nicaragua: el conjunto ha interpretado y lanzado al estrellato las canciones de Hernaldo Zúñiga, uno de los cantautores insoslayables del país y crítico del régimen sandinista. Después del concierto, Zúñiga, residente en México, escribió en su cuenta de X (antes Twitter) que las Pandoras “dejaron huella dulce, limpia, de cortesía y civismo” tras el concierto.
“Pandora y Flans, como gesto de gratitud, el sábado pasado en concierto que ofrecieron en Managua cantaron el otro Himno Nacional del país, la canción de Carlos Mejía Godoy, Nicaragua Nicaragüita, ondeando además, nuestra bandera”, insistió el autor de Cómo te va mi amor. Otros artistas internacionales han cancelado conciertos en Nicaragua debido a la situación sociopolítica, algo que algunos opositores han celebrado.
Músicos nacionales censurados y exiliados
Esta nueva prohibición amplía más la censura en el plano artístico en Nicaragua. En abril de 2022, el régimen lanzó una cacería contra músicos y productores nacionales: arrestos, destierros y deportaciones de artistas jóvenes, alternativos y muy populares, quienes desde 2018 han criticado a través de su música la represión y las violaciones a los derechos humanos cometidas por policías y paramilitares al servicio de los Ortega-Murillo.
A partir de eso, una pléyade de músicos huyó al exilio después que la policía enviara una circular a dueños de bares, prohibiéndoles la realización de conciertos con “varias bandas”. Desde entonces, en Nicaragua –un país con una producción histórica musical, artística y poética muy vivaz– no se realizan conciertos, a excepción de ciertas bandas que comulgan y loan al régimen.
Los grupos que tienen “licencia” para poder actuar se supeditan a Juan Carlos Ortega Murillo, un guitarrista que con recursos públicos se erigió como una especie de “mecenas” del rock nica. Fue él quien, según diversos artistas consultados, dirigió la cacería contra los músicos en abril de 2022. “Fue una venganza y muchos de esos artistas eran amigos de Juan Carlos, pero al criticar la represión que dirigen sus padres él se sintió traicionado”, dice a EL PAÍS un cantautor bajo condición de anonimato.
En la actualidad, los músicos y bandas nicaragüenses se reinventan en el exilio en Costa Rica y España en condiciones económicas y laborales muy complicadas. Mientras en Nicaragua lo que pululan son bandas musicales que escriben piezas afines al gobierno o no emiten críticas algunas.
“El escenario cultural a lo interno de Nicaragua ya básicamente no existe. Con esta normativa ahora se busca controlar hasta lo que los artistas internacionales digan en los escenarios. Es un hachazo brutal contra la cultura y solo me recuerda a la persecución de Pol Pot en Camboya. La única cultura permitida es la que baje la cabeza a la dictadura”, sostuvo el cantautor.