Sede del Tribunal Penal Internacional. TRIBUNAL PENAL INTERNACIONAL
Los servicios de inteligencia de Países Bajos (AIVD) aseguraron este jueves haber impedido que un espía ruso, que usaba una identidad brasileña falsa, se infiltrara como becario en la Corte Penal Internacional (CPI), cuya fiscalía está investigando los presuntos crímenes de guerra en Ucrania.
Según explicó el AIVD, la persona en cuestión trabaja para el servicio de inteligencia militar ruso (GRU), pero usó una identidad falsa brasileña para viajar de Brasil a Países Bajos, donde se encuentra la sede de la CPI, uno de los tribunales internacionales situados en La Haya y cuyo fiscal recopila pruebas de los presuntos crímenes de guerra en Ucrania.
Los servicios de inteligencia neerlandeses consideraron al espía ruso una “amenaza para la seguridad nacional” y le negaron la entrada a Países Bajos el pasado abril, “enviándolo de vuelta a Brasil en el primer vuelo que salió” de Ámsterdam.
El fiscal de la CPI, Karim Khan, está recopilando pruebas de los presuntos crímenes de guerra en Ucrania, pero también está investigando los que tuvieron lugar durante la guerra rusa en Georgia en 2008, lo que hace que “el acceso encubierto a la información de la CPI sería muy valioso para los servicios de inteligencia rusos”.
El espía en cuestión tenía previsto iniciar una pasantía en la CPI, lo que le daría acceso al edificio y los sistemas del tribunal internacional.
“Si el oficial de inteligencia hubiera logrado acceder como becario a la CPI, habría podido recopilar inteligencia y buscar (o reclutar) fuentes, y disponer el acceso a los sistemas digitales de la CPI”, señaló el AVID.
Con esto, añadió, podría haber influido en los procedimientos penales de la CPI.
Los servicios de inteligencia neerlandeses consideraron al espía ruso una “amenaza para la seguridad nacional” y le negaron la entrada a Países Bajos el pasado abril, “enviándolo de vuelta a Brasil en el primer vuelo que salió” de Ámsterdam.
Se hacía pasar por un ciudadano brasileño Viktor Muller Ferreira, nacido el 4 de abril de 1989, cuando en realidad su verdadero nombre es Sergey Vladimirovich Cherkasov, nacido el 11 de septiembre de 1985, y usó una entidad encubierta “bien construida mediante la cual ocultó todos sus vínculos con Rusia en general y el GRU en particular”.
Según explicó el AIVD, un oficial como Cherkasov es conocido como “ilegal”, es decir, un espía que recibió un “entrenamiento largo y extenso”, y que usa un alias como identidad y se presentan como extranjero, por lo que es “difícil de descubrir” y tiene acceso a información inaccesible a un ciudadano ruso.
“El enfoque principal del GRU es recopilar inteligencia militar, pero también recopila inteligencia de naturaleza más política o tecnológica. El GRU no sólo recopila información, sus oficiales también llevan a cabo operaciones de influencia encubiertas”, agregó el AIVD.
Completar la construcción de este tipo de identidad tapadera suele llevar generalmente años, añadió.
No es la primera vez que Países Bajos expulsa a espías rusos. Una de las ocasiones más polémicas se registró en 2018, cuando deportó a cuatro agentes de los servicios secretos rusos que planeaban atacar, en un momento de investigaciones clave que involucraron a Moscú, la red de internet de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), situada en La Haya.
El pasado marzo, el Gobierno neerlandés expulsó a 17 “oficiales de inteligencia” de Moscú que estaban adscritos a las representaciones rusas en Países Bajos “bajo cobertura diplomática” y argumentó que la presencia en el país de estos espías es “una amenaza para la seguridad” nacional. EFE