El núcleo duro se reúne en La Moncloa para buscar una solución. El presidente escribió su carta en soledad y ha pedido descanso para pensar.
Por primera vez en su inédita carrera política, llena de caídas y remontadas, Pedro Sánchez ha mostrado que su resistencia, su palabra fetiche, tiene un límite. Desde primera hora de la mañana, por los gestos, era evidente que el presidente estaba muy tocado con la decisión de un juez de abrir diligencias para investigar a su esposa, Begoña Gómez, tras una denuncia del grupo ultra Manos Limpias, especializado en denuncias contra dirigentes de izquierda que suelen quedar en nada.
Se encerró con su familia y redactó una carta en la que asegura que está pensando seriamente en dimitir tras los “ataques sin precedentes” a su esposa. “Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este honor”, señala el presidente en una “carta a la ciudadanía” difundida en su cuenta de la red social X, sin membrete oficial, como muestra de que es una cuestión personal. Sánchez se lo pensará durante el fin de semana y el lunes anunciará si dimite o no. Lo hará en un momento de enorme intensidad política, en plena campaña catalana, con las europeas a la vista y cuando aún, hasta el 29 de mayo, no puede adelantar las generales, pero sí dejar a María Jesús Montero, su vicepresidenta, al frente del Gobierno.
El presidente envió la carta a sus colaboradores para que la publicaran, pero no quiso ver a nadie ni reunió a ningún gabinete de crisis, al contrario de lo que hizo cuando adelantó las elecciones en 2023. Esta vez tomó la decisión de forma personal con su familia, según explican fuentes de su entorno. Prácticamente nadie lo sabía, y sus principales colaboradores, pocas horas antes, eran completamente ajenos a lo que se estaba fraguando. Poco después de que la carta se hiciera pública, el núcleo duro del sanchismo —María Jesús Montero, Félix Bolaños, Santos Cerdán, Óscar Puente y Óscar López— se han dado cita en La Moncloa de manera informal para buscar una solución, para intentar convencer al presidente de que siga, pero todos los consultados señalan que es una decisión absolutamente personal y que hay un factor humano difícil de controlar.
Sánchez ha pedido tiempo para pensar, y en su entorno están decididos a concedérselo. Aunque de momento hay consecuencias importantes. El líder del PSOE se pierde el arranque de campaña en Cataluña, donde tenía previsto un mitin con Salvador Illa, y también podría ausentarse del Comité Federal del PSOE previsto para este sábado, donde debe refrendarse la candidatura a las europeas que él ha controlado, con Teresa Ribera como número uno. El Comité Federal no se puede cancelar, pero podría celebrarse sin él, una anomalía que da cuenta de la situación de extrema gravedad que vive el PSOE en este momento.
Lo que se están planteando ya diversos dirigentes es organizar una gran movilización de apoyo al presidente y de rechazo a los métodos trumpistas de la derecha. Algunos confían en que Sánchez, al ver el respaldo, cambie de opinión y decida seguir. Sánchez siempre apela al espíritu de deportista para explicar algunas de sus decisiones. En 2016, el futbolista Lionel Messi, después de perder cuatro finales y recibir muchas críticas, anunció que dejaba la selección argentina. Se puso en marcha entonces un llamado “operativo clamor”, en la que buena parte del país le pidió que siguiera. Incluso los carteles con anuncios de tráficos de avenidas y carreteras se cambiaron para que pusiera “quedate Lio”. Messi decidió continuar después del apoyo recibido y en 2022 finalmente ganó el mundial de Qatar. Algunos dirigentes confían en que después de una evidente muestra de respaldo que se dará este fin de semana, sobre todo en el PSOE, Sánchez tome una decisión similar.
En cuestiones políticas, y no deportivas, el presidente también ha reivindicado recientemente a otros políticos progresistas que han sufrido el acoso de la ultraderecha, como el estadounidense Joe Biden o el brasileño Lula. A los dos los visitó en Washington y Brasilia y les dijo que era fundamental unirse para enfrentar la “internacional ultraderechista”. Muchos dirigentes consultados quieren ver esperanza en la decisión de Sánchez de no anunciar directamente su dimisión, sino un tiempo de reflexión de unos días. Pero nadie sabe realmente qué hará el líder de los socialistas, que lleva al frente del partido 10 años y aún tiene por delante otros tres de legislatura.
La gota que ha colmado el vaso es el salto a los tribunales de un caso que en La Moncloa insisten que no tiene nada de irregular, y además por una denuncia de un grupo ultra como Manos Limpias. Sánchez siempre ha mostrado que los ataques a su familia le afectaban especialmente, aunque también había dicho recientemente a los periodistas que con él ya lo habían intentado todo y que le daba igual porque tenía la convicción de que debía seguir. Sin embargo, algo cambió este miércoles, y por primera vez en una carrera política construida alrededor de la resistencia, en la que siempre se ha destacado su fortaleza anímica y su fe inquebrantable en el éxito, Sánchez ha anunciado que está pensando en abandonar.
El líder del PSOE ha anunciado que cancela toda su agenda pública durante unos días, hasta el lunes, para reflexionar, hablar con su familia y tomar una decisión. La conmoción en el Gobierno y en el PSOE es total, y tanto los miembros del Ejecutivo como diversos dirigentes del partido se han apresurado a mostrarle su apoyo incondicional en redes sociales. En su entorno insisten en que no se trata de una cuestión solamente política, sino que hay que pensar en el factor humano porque los políticos son personas y cuando se toca a la familia la reacción es imprevisible.
Precisamente hace dos semanas el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, que también sufrió un durísimo acoso de la oposición cuando estaba en el poder, decía en EL PAÍS que él aguanta mucho pero Sánchez es más duro que él, y señalaba que eso es algo fundamental en una política tan tóxica como la española. Pero esa resistencia no ha sido suficiente en este caso.
Sánchez responsabiliza directamente a Alberto Núñez Feijóo del acoso a su esposa. “Esta estrategia de acoso y derribo lleva meses perpetrándose. Por tanto, no me sorprende la sobreactuación de Feijóo y Abascal. En este atropello tan grave como burdo, ambos son colaboradores necesarios junto a una galaxia digital ultraderechista y la organización Manos Limpias”, señala en su carta. Y prosigue: “De hecho, fue el señor Feijóo quien denunció el caso ante la Oficina de Conflicto de Intereses, pidiendo para mí de 5 a 10 años de inhabilitación para el ejercicio de cargo público. La denuncia fue archivada doblemente por dicho organismo, cuyos funcionarios fueron descalificados posteriormente por la dirigencia del PP y de Vox. Seguidamente, instrumentalizaron su mayoría conservadora en el Senado, impulsaron una comisión de investigación para, según dicen, esclarecer los hechos relacionados con este asunto. Como es lógico, faltaba la judicialización del caso. Es el paso que acaban de dar”.
“Como es lógico, Begoña defenderá su honorabilidad y colaborará con la Justicia en todo lo que se la requiera para esclarecer unos hechos tan escandalosos en apariencia, como inexistentes”, insiste el presidente, que asegura que “la denuncia de Manos Limpias se basa en supuestas informaciones de esa constelación de cabeceras ultraconservadoras arriba referidas”. “Subrayo lo de supuestas informaciones porque, tras su publicación, hemos ido desmintiendo las falsedades vertidas al tiempo que Begoña ha emprendido acciones legales para que esos mismos digitales rectifiquen lo que, sostenemos, son informaciones espurias”, añade el presidente.