Tegucigalpa – Un segundo grupo de pobladores afectados por la devastadora tragedia en la aldea La Reina, una pequeña comunidad en el municipio de Protección, Santa Bárbara, que desapareció bajo un alud desencadenado por las lluvias de Eta e Iota en 2020, recibió un rayo de esperanza este martes al recibir las llaves de sus nuevas casas.
La entrega fue llevada a cabo por el padre Leopoldo Serrano, de la parroquia San Roque en Santa Bárbara, quien distribuyó alrededor de 20 viviendas del bloque H, ubicadas en la colonia San Francisco, a los damnificados de La Reina, así como a residentes de las comunidades de El Sauce y Flores de Mayo, en el departamento de Santa Bárbara.
El padre expresó la urgencia de la situación, señalando que muchos de los afectados han estado pagando alquileres entre 600 y 2 mil lempiras, y destacó que no se invitó a políticos al evento, enfocándose en la necesidad imperiosa de proporcionar un refugio digno a las personas.
A pesar de este paso adelante, el desarrollo en la colonia San Francisco aún está incompleto. El líder religioso recordó que se comprometieron a pavimentar las calles y que aún falta la instalación eléctrica. Subrayó la importancia de la intervención gubernamental para brindar el apoyo necesario a estas familias.
El padre Serrano enfatizó que uno de los compromisos del gobierno debe ser la titulación de las casas, asegurando que el Instituto Nacional Agrícola (INA) otorgue el título de propiedad a cada jefe de familia, tal como se acordó con la administración anterior.
Sin embargo, expresó su preocupación por la aparente lentitud de la actual administración en atender las necesidades de los más vulnerables.
Durante los tres años transcurridos desde la tragedia, las aproximadamente 200 familias de La Reina han tenido que hacer frente al pago de alquileres o vivir en condiciones precarias en albergues temporales.
En el lugar de la catástrofe, el cerro La Correa, en la comunidad de La Reina, en el municipio de Protección, persiste una laguna que se ha formado con las lluvias recientes, lo que representa un peligro inminente de nuevos deslizamientos, según constató el padre Serrano.
